Óscar Ortiz: “El gobierno quiere utilizar la pandemia para desmontar la plataforma democrática”

Con base en los decretos aprobados en un madrugón legislativo, el secretario general del FMLN manifiesta que el presidente Nayib Bukele desdeña el sistema que El Salvador se ha esforzado en fortalecer por los últimos 28 años.

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Foto EDH / Lissette Monterrosa

Por Ricardo Avelar

2020-05-05 10:20:25

“La madrugada del martes será recordada como un episodio negro por muchos años. Se confirma que al presidente y su grupo solo les interesa concentrar poder por encima de las leyes y concentrar la mayor cantidad de recursos, para ser manejados de forma discrecional y con muy poca transparencia”. Así resume el exvicepresidente de la República y ahora secretario del FMLN, Óscar Ortiz, la aprobación de una ley de cuarentena y la autorización para endeudar al país por $1,000 millones más.

A su juicio, esta crisis está sirviendo como una excusa para confrontar más, descalificar a los opositores a la administración actual y revivir mecanismos que se presumía superados: “la mentira, la presión, la desinformación, y el chantaje”.

Óscar Ortiz lamenta que la Ley de Cuarentena viole lo que la Sala de lo Constitucional mandata en materia de protección de derechos fundamentales y recuerda que el decreto de Emergencia Nacional ya contempla estas áreas. Asimismo, considera que la autorización de deuda se hizo sin mayores consultas ni debate.

“Se le da casi un cheque en blanco”, lamenta, y recuerda que “el presidente y su grupo no han llevado un tan solo informe serio al Legislativo de la Ejecución de los $2,000 millones”.

Finalmente, Ortiz destaca que el mandatario no está presente en el territorio o supervisando el manejo de la crisis, sino en “una burbuja”. Pese a las críticas que se haga al Legislativo, indica, los diputados han estado al pie del cañón.

Estos factores, y el manejo discrecional de estadísticas dudosas, le hacen pensar que el gobierno está instrumentalizando la crisis como una herramienta de poder. A partir de estas apreciaciones, El Diario de Hoy conversó con el líder del FMLN. Esto nos dijo:

El gobierno debe tener instrumentos legales y fondos extraordinarios. ¿Dónde se dibuja la línea entre lo que necesita el gobierno y los abusos?

La línea se dibuja en qué tanta voluntad hay de cumplir la ley, de tener un diálogo político serio, de generar información creíble, de abrirte a la prensa y la voluntad de no seguir con la estrategia de confrontación y descalificación de las instituciones del Estado. Pero tenemos semanas enteras de no ver al presidente contestando a los medios. Eso configura un escenario donde lo que quiere es que no le controlen o auditen, sino que le dejen hacer lo que quiere.

En una situación como la actual, se necesita recursos especiales, por eso como FMLN aprobamos los $2,000 millones y más de 38 decretos para contribuir a darle los recursos al Estado. Este gobierno ha tenido este dinero y la facilidad para hacer movimientos presupuestarios para tener recursos oportunos para enfrentar la emergencia.

Pero nos preocupa la forma en que lo quiere utilizar. Esto tendrá consecuencias. Si no se observa procedimientos, seremos testigos de que los recursos no han sido correctamente utilizados, de acuerdo a la ley o el impacto no va de acuerdo a las prioridades.

En varios artículos de los $2,000 millones se dijo que el gobierno debió haber tramitado el subsidio para pago de salarios de mipymes y de actividades económicas que se pararon. En ese decreto se dio hasta dos meses para subsidiar esos salarios.

Todos somos conscientes que hay que facilitar los recursos legales y los marcos legales. Pero claro, el Ejecutivo quiere seguir sobre las instituciones, quiere confrontar con la Sala de lo Constitucional, la Procuraduría de los Derechos Humanos, la Fiscalía; quiere militarizar perímetros que no le compete a las fuerzas armadas sino a equipos médicos. Estamos frente a una situación muy peligrosa y la pandemia no es para militarizar al país, sino movilizar los recursos para ponerlos al servicio para enfrentar la situación que nos amenaza de forma oportuna.

Esta crisis tiene al menos tres aristas: sanitaria, económica e institucional. Sobre lo primero, ¿qué balance hace?

La crisis sanitaria se comenzó bien, con medidas restrictivas y marcos legales correctos en los que participamos. Pero se comenzó a manejar un sistema que no estaba institucionalmente instalado. Se dejó de articular con los municipios, se abandonó un diálogo sincero con la Asamblea, se confrontó con el Judicial, se dio funciones a la Policía y el Ejército que no le corresponden.

Por cierto, el papel de estos últimos es fundamental en una emergencia. Y hay que destacar su papel, pero se empezó a ir por una ruta de no dejarse ayudar ni poner profesionales capacitados al frente y esto generó mucha incertidumbre y un desorden sin estar claro de la salida o hacia dónde vamos.

Ya mencionó la poca transparencia. Ahondemos en eso…

En este periodo se ha profundizado el miedo y se ha jugado mucho con la desinformación. Nos ha faltado información seria y confiable y eso ha generado una situación en la que todos sabemos que llegaremos a un pico, pero se sigue sin escuchar y sin dejarse ayudar.

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El gobierno lo único que entiende es que a través del estilo del presidente todo se resume en concentrar más recursos discrecionales, decididos por él y su grupo, y concentrar poder político tratando de hacer a un lado las leyes.

¿Ve un desdén por la institucionalidad?

Parece que se quiere instalar poco a poco un estado autoritario que nos puede llevar a una neodictadura. Ya hemos tenido experiencias en el conflicto anterior y el país no debería pasar por ahí ni siquiera por asomo. Pero ese es un peligro latente, por eso se entiende por qué se procede de esta manera; por qué no hay un plan de recuperación económica o un diseño de política pública; por qué no hay un entendimiento con la Asamblea; por qué se desconoce el papel de los partidos políticos o gobiernos municipales. Lo que quiere es usar estos recursos para ponerlos en ruta de un diseño y estilo político de gobernar distante de la plataforma democrática.

La señal la tuvimos el 9F. El gran error es decir que primero hay que atender la emergencia, algo en lo que todos estamos de acuerdo, pero después vemos cómo levantar la economía. Parece que el presidente y su grupo quieren quebrar la economía e instalar un mecanismo populista que se dedique a generar un esquema de demanda subsidiada con propósitos políticos electorales.

No jugaremos en esa cancha, creemos que es tiempo de dialogar entre diferentes actores y sectores y diseñar cómo saldremos de la otra gran crisis que será tan o más profunda que la crisis sanitaria, el tema del empleo y la economía. Eso requiere claridad, certidumbre y diálogo serio, no una improvisación permanente y ataques a las instituciones.

 

 

¿Qué tipo de oposición se puede hacer si el presidente utilizar su popularidad y recurrir a un chantaje que hasta el momento ha sido efectivo?

Qué bueno que el presidente sea popular. Ahora bien, la historia dice que en los primeros años un presidente generalmente es popular, pero eso no significa que va a desmontar un estado democrático, que vas a saltarse las leyes, o va a confrontar y destruir el trabajo de otras instituciones.
La popularidad así como llega se esfuma, y cuando se pierde y se tienes que dar cuentas de lo que se hizo fuera de la ley, uno se encuentras con situaciones complicadas. Todo es efímero.

Ojalá la popularidad se usara para unir, concertar, alcanzar acuerdos de Estado, no para dividir, confrontar o destruir. Sería mal tino, cuando tiene la oportunidad de usar eso para volcarlo en términos positivos y constructivos. Ojalá haya una reacción en el camino, pero hay suficientes historias de cómo termina quien piensa que la popularidad dura para siempre.

Haría mal mi trabajo si no pregunto esto. En los gobiernos del FMLN hubo mucha confrontación retórica, jurídica y política contra la Sala. ¿Es su partido un corresponsable de la actitud actual de desafío a órdenes judiciales?

Democráticamente es aceptable no estar de acuerdo con una resolución de la Sala o de un juez, o con un procedimiento legislativo. Pero no puedes decir que no cumplirás. Entre no estar de acuerdo y desconocer la autoridad hay una gran diferencia. Eso último no pasó. Hubo un debate fuerte pero nunca se dijo que no aceptaríamos lo que la autoridad dijera. En dos gobiernos nunca llegamos a extremos como los que hemos visto en menos de un año.

Insisto que hubo múltiples esfuerzos políticos para evadir el control constitucional. ¿No cree que al menos el FMLN contribuyó a restarle ese respaldo social a una Sala que hoy lo necesita mucho?

Al contrario. Si hay algo que se fortaleció, fue la independencia judicial y especialmente la Sala. Más allá del debate, se debe reconocer que en 10 años ganó mucha independencia la Sala de lo Constitucional. Todavía hay mucho por hacer, pero dista mucho de lo que éramos antes de los Acuerdos de Paz. Hay que perfeccionar la democracia y eso implica los frenos y contrapesos y el respeto a la Constitución. Pero lo que vemos en solo un año de gestión actual es que se ha pisoteado sistemáticamente el sistema.

La institucionalidad también tiene el pilar de gestión y meritocracia. ¿Cómo lo ve?

Meritocracia no veo en ningún lado. Es una “grupocracia”, un Ejecutivo compuesto por grupos de seguidores del presidente, pero si revisas los historiales, no hay ni cercanía a lo que debería ser la meritocracia para los principales cargos. El presidente deberá explicar sobre qué criterios ha colocado a sus funcionarios.

En los momentos que enfrentamos, si no somos capaces de tener una visión de sociedad y un diseño de Estado a corto y mediano plazo, podemos estar frente a una situación muy social peligrosa que se va a profundizar, con indicadores de pobreza que crecerán y un potencial desempleo que se puede extender y una multiplicada informalidad por la falta de una estructura productiva que genere empleos formales. Si no hay voluntad de un pacto serio o sólido, esto nos puede llevar a un país inmanejable.

Esta crisis pasa en un año preelectoral. ¿Qué tanto puede la oposición resistir los embates de un presidente muy popular y con interés de consolidar mayoría en 2021?

La democracia se compone de ciclos y procesos. La esencia es que un partido hoy gobierna y mañana no. El ciudadano puede valorar qué es lo que más le conviene para su confianza. Los tiempos cambian y ningún partido estará eternamente en el poder y esa es la magia de la democracia.

Que el FMLN hoy sea oposición está bien, lo que hay que construir es la capacidad de unir el vínculo social y político con los ciudadanos. Pero eso no se logra destruyendo a otros. Hay que competir pero pensando en el país y la gente.

Esa línea de que para tener éxito hay que destruir al otro es un método arcaico. Hacer este tipo de carrera es algo que hemos visto del partido relativamente nuevo del gobierno, que para tener éxito hay que destruir a otros. Así no se construye ni democracia, ni una sociedad próspera.