Oportunidad para estudio y trabajo digno es el reto de la población transgénero

La población transgénero en El Salvador es una de las más excluidas en el sector laboral formal en comparación con el resto de la población de la diversidad de género; a pesar de ello, muchos luchan por culminar una carrera universitaria e incursionar en una profesión.

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Fotos EDH / Menly Cortez

Por Menly Cortez

2019-06-29 4:30:49

Según Bianka Rodríguez, directora ejecutiva de la Asociación Comunicando y Capacitando Mujeres Trans (Concavis Trans), la población LGBTI está consciente de la difícil situación laboral que existe en el país, pero afirmó que cuando se trata de la expresión “diversidad de género”, el tema se vuelve indiscutible para muchas empresas e instituciones de gobierno.

“Las campañas de concientización en los espacios laborales son buenas, pero se debió establecer medidas para que las empresas públicas y privadas crearan esa condición de inclusión para la contratación de personas que abiertamente son LGBTI”, dijo Rodríguez.

La representante de Concavis Trans agregó que esta falta de políticas les impedía a las personas poder competir por una plaza, por el simple hecho de tener una apariencia que no va acorde a su identidad biológica.

Ámbar Alfaro, representante de Asociación Solidaria para Impulsar el Desarrollo Humano (ASPIDH ARCOÍRIS), agregó que esta exclusión tiene sus antecedentes en el sistema educativo, donde a los jóvenes que muestran una apariencia distinta a su sexo de nacimiento son discriminados por profesores, directivos y las normas de las instituciones, que castigan el cambio de identidad, negando el certificado de graduación o impidiendo el ingreso a centros de estudio superiores.

Esta situación, según las activistas, excluye del sistema a las personas y automáticamente la lleva a creer que solo pueden incursionar en oficios relacionados a la cosmetología, trabajos informales y hasta la prostitución.

Según una investigación realizada en 2016 por Roberto Zapata para el Centro de Estudios de la Diversidad Sexual y Genérica (AMATE), enfocado en el área metropolitana de San Salvador, únicamente el 6 % de la población transgénero culminó sus estudios universitarios.

Además se determinó que un 40 % y 45 % de mujeres y hombres transgénero abandonaron sus estudios de educación básica debido a la discriminación.

El mismo estudio compara que la población transgénero se enfrenta a 12 % de desempleo para mujeres y 11 % para hombres transgénero, comparado con la tasa de desempleo general de mujeres y hombres heterosexuales 4.9 % y 6.9 %, respectivamente, demostrando que la población “trans” tiene poca oportunidad de competir por una plaza laboral.

Las activistas de derechos de la diversidad sexual y de género están convencidas de que la desaparición de la Secretaría de Inclusión Social (SIS) y el traslado de la Dirección de Diversidad de Género al Ministerio de Cultura es un retroceso en el trabajo logrado hasta el momento, pero esperan que la nueva administración gubernamental trabaje para continuar formando una sociedad más inclusiva y libre de la violencia por expresión de género.

La batalla de Isabella fue por acceder a la educación

El título aún huele a nuevo, pero lo que hace sentir más orgullosa a su dueña no son las palabras “Licenciada en Jurisprudencia”, sino que en letras negras, llenas de adornos, dicen Isabella Flores. Tardó ocho años en terminar la carrera porque encontró resistencia entre algunos docentes por su identidad de género. Les parecía mal que llegara con falda y saco.

Incluso tuvo que dejar de estudiar dos años porque aplazó materias, y aseguró que todo se debía a su condición de transgénero.

“Tardé un año en presentar mi tesis. El presidente del tribunal evaluador ante quien presentaría mi tesis, me negó la oportunidad de defenderla, quería que me vistiera y me arreglara de otra manera”, recordó. Se graduó en abril de 2018.

Ahora estudia una maestría en Criminología en la Universidad Tecnológica y una maestría en Ciencias Forenses en una universidad santaneca. Su energía y pasión por el estudio le viene por afán de combatir los asesinatos de odio contra la población trans.

El primer litigio que tuvo que ganar fue el de poner en su título el nombre con el cual es conocida, aunque legalmente en el DUI mantiene otro nombre.

“Al realizar mi proceso de graduación no me permitían graduarme por mi nombre, por lo que inicié un proceso legal amparado en el conocido social, establecido en el artículo 218 del reglamento de la gestión académico administrativa en el que reza que “el graduando establecerá cuál de los nombres se pondrá en el título”.

Ahora el documento ya está certificado por el Ministerio de Educación y solo se encuentra esperando la certificación de su título por parte de la Corte Suprema de Justicia.

Isabella aprendió a defenderse desde muy joven porque practicaba boxeo, ahora afirma sentirse capaz de defenderse y defender a sus compañeras, no solo física sino también legalmente.

“Somos un grupo vulnerable, sin embargo hay que seguir adelante, superar los obstáculos, porque si yo pude superarlos, ustedes también pueden. La discriminación no debe definir su vida, hay que superarse, salir adelante y denunciar los atropellos”, manifestó la profesional.

La lucha de Monika es por que las oportunidades laborales se abran

“Las trans estamos en la escala de lo peor de la comunidad y a pesar de eso somos las más visibles y las que alzamos la voz más fuerte sin temor a demostrar lo que somos”, manifestó Monika Alfaro, de 40 años de edad.

Ella comenzó a trabajar a los 17 años para pagar sus estudios. Cuando culminó su bachillerato sabía que quería dedicarse a ser estilista, así que combinó estudio y trabajo para lograr su meta.

“Soy la primera chica trans que trabajó como maquillista de Casa Presidencial, contratada por una empresa de producciones audiovisuales”, explicó.

Monika inició su carrera de maquillista independiente en 2017 y hasta la fecha es integrante de producciones cinematográficas importantes que se han desarrollado en El Salvador. Trabajó en la producción de “La palabra de Pablo” y “Malacrianza” dirigidas por Arturo Méndez. Además fue la maquillista principal en “El suspiro del silencio”, dirigido por Alfonso Quijada, actualmente es parte de Meridiano 89.

“Nos están discriminando laboralmente como si tuviéramos una discapacidad. La gente se fija en como uno se ve, no se fijan en la capacidad que tenemos (…) Ya aprendimos cómo se trabaja en Hollywood, vienen cosas importantes para El Salvador”, expresó.

También ha trabajado en importantes pasarelas de moda en El Salvador como Mercedez Benz, Kaleidoscopio y en otros eventos de amplitud nacional.

“Uno tiene miedo, es incómodo y nos baja la autoestima, pero superamos estos momentos”

“Yo me atrevo a decir que soy la primera que se gradúa en esta institución abiertamente como mujer trans”, expresó Karla Guevara, de 35 años de edad, licenciada en Jurisprudencia y actual directora ejecutiva de la Asociación Colectiva Alejandría.

Ella decidió estudiar leyes al saber que durante los procesos jurídicos siempre existe el estigma de la discriminación.

“Al momento de mi graduación me llamaron con mi nombre legal y apareció mi foto de expresión de mujer, fue denigrante, uno tiene miedo, es incómodo y baja la autoestima, pero superamos estos momentos”, aseveró.

De acuerdo con Karla, cuando una mujer transgénero comete un delito es doblemente estigmatizada y marginada, por lo que sintió la necesidad de cambiar un poco esta situación para que la población LGBTI tenga una aliada al enfrentar procesos legales.

“La universidad para nosotros es difícil. Al inicio de cada ciclo trataba de hablar con mis profesores para que conocieran mi situación, con el tiempo deje de hacerlo porque no servía de nada, solicitaba que me permitieran poner mi nombre de como soy conocida para que al recibir mis notas mis compañeros no se me quedaran viendo, pero algunos no lo permitían y me llamaban con mi nombre legal”, recordó.

A criterio de Karla, las universidades en este país no están sensibilizadas en la atención de población trans, sin embargo hay muchos LGBTI que están entrando a las instituciones educativas porque buscan un futuro mejor, consideró.

“Aceptan más a un hombre “trans” que a una mujer lesbiana o una gay”

Aldo Peña tiene 35 años de edad, es agente del Cuerpo de Agentes Metropolitanos de San Salvador y fue el primer candidato transgénero en aspirar a un puesto de concejal en la alcaldía de la capital, en las elecciones de 2018.

Cuando comenzó su transición enfrentó cuestionamientos constantes y en ocasiones ofensivos de sus compañeros del Cuerpo de Agentes Metropolitano agentes del CAM, pero 11 años después ya tiene el respeto de sus colegas.

En 2015, Aldo fue vapuleado por agentes de la Policía Nacional Civil, explicó. Tras un prolongado proceso judicial, el resultado fue que dos de los acusado fueron sentenciados a cuatro años de cárcel y cinco más tuvieron medidas sustitutivas durante tres años.

Aldo trabaja ahora en concientización de otros agentes, instituciones públicas y a la población en general sobre la diversidad sexual y de género.

“Mis compañeros me comentan que cuando van a cursos de derechos humanos impartidos por la Policía muestran mi foto y hablan del caso”, comentó.

Para Aldo, la sociedad salvadoreña muestra su cultura machista y “las instituciones de seguridad aceptan más a un hombre trans, a una mujer lesbiana o una persona gay, pero difícilmente podrían aceptar a una mujer transgénero”, reflexionó.

El apoyo familiar es importante para Alexa

“Yo le demostré a mi mamá que no iba a ser un parásito de la sociedad, como decían. Mi familia me dio un gran apoyo, me crié con mi mamá (…) sin embargo en el ámbito educativo y laboral fui excluida muchas veces”, narró Alexa Moreno, de 29 años de edad.

Alexa quiso entrar a la universidad y estudiar jurisprudencia, pero en una universidad le negaron el ingreso por su identidad de género.

Cambió de rumbo pero siempre con el deseo de ser una persona que aportará económicamente, así que estudió cosmetología y trabajó en una maquila donde todo el personal era masculino. Ahora es propietaria de Alexa’s Salon.

“Yo soñaba con tener mi propio negocio y soy feliz porque no perdí mi objetivo. Ahora ya tengo siete años con mi propio salón de belleza, empecé con una silla de plástico y un espejo pero incluso hasta hoy tengo clientes que desde esa época siguen confiando en mi servicio”, expuso.

Alexa dijo que ella está dispuesta a ayudar a otras personas trans que quieran salir adelante y aprender un oficio.

Este año, Alexa fue seleccionada como Miss Trans 2019, un proyecto que busca mostrar no solo diversidad sino sus derechos humanos.