Fueron muchos temas los que se abordaron durante un encuentro inédito entre varias organizaciones de la sociedad civil (OSC) y el presidente Nayib Bukele durante la tarde y noche del viernes, en la que uno de los principales “logros” fue que se comprometiera a no perseguir a las voces disidentes que cuestionan al actual Gobierno, tanto en la sociedad civil como en la labor de la prensa.
En este sentido, Wilson Sandoval, coordinador del Centro de Asesoría Legal Anti Corrupción (ALAC) afirma que estos compromisos alcanzados durante la reunión “son mínimos”, puesto que en el gran panorama de la política nacional hay otros aspectos más importantes que sí se pusieron sobre la mesa pero que no obtuvieron mayor atención por parte del mandatario. “Comprometerse a no perseguir a las voces críticas del gobierno ni siquiera debería ser necesario en un estado democrático”, agrega José Marinero, presidente de la Fundación Democracia Transparencia Justicia (DTJ).
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Además, los representantes de 2 de las 9 organizaciones que asistieron a la reunión, afirman que el presidente dijo que, a pesar del compromiso de no perseguir a esas voces disidentes, “se reservaba su derecho a la libertad de expresión”, algo que podría entenderse como una continuidad en el discurso confrontativo hacia la prensa y la sociedad civil.
Tanto Sandoval como Marinero, representantes de ALAC y DTJ, respectivamente, confirman que Bukele evadió abordar los temas relacionados con la lucha contra la corrupción, el respeto al Estado de Derecho y la separación de poderes, así como lo relacionado a la transparencia en el actual gobierno. “No hubo compromisos sobre corrupción y otros temas importantes”, señala Sandoval.
La evasiva a abordar estos temas, de acuerdo con los asistentes, se propició debido al formato en que se llevó a cabo la reunión, misma que según Marinero, “no fue un diálogo, sino un intercambio de palabras”, en el que los representantes fueron mencionados según una lista que tenía el mandatario y, de acuerdo con este orden, exponían sus dudas, cuestionamientos y comentarios; luego de su participación, el presidente decidía qué responder y qué no, aunque la mayoría de sus intervenciones fueron para refutar lo comentado por los asistentes. “No hubo oportunidad de réplica una vez participábamos”, afirma el coordinador de ALAC.
Ante esto, Sandoval apunta que, incluso, el mandatario aseguró “no conocer” algunos casos que han sido puestos bajo reserva y que van en contra de los principios de la Ley de Acceso a la Información Pública (LAIP), misma que podría ser reformada por los diputados oficialistas de la Asamblea Legislativa a petición del mismo Bukele.
Asimismo, Marinero agrega que Bukele dejó entrever que “no ve problema con la concentración de poder”, debido a que posee una visión muy subjetiva de la democracia, misma que basa únicamente en la aceptación que tiene entre la población y que mide constantemente a través de encuestas.
Tanto el representante de ALAC como el de DTJ confirman que el mandatario confunde popularidad con legitimidad, y que es ese alto nivel de popularidad lo que hace que Bukele se siente con la “autoridad” suficiente para tomar las decisiones que toma, aunque vayan en contra del Estado de Derecho.
Baja confianza en cumplimiento de compromisos
Marinero señala los constantes ataques que ha vertido el presidente Bukele contra las organizaciones de la sociedad civil, a las que ha denigrado, invalidad e, incluso, las ha acusado de ser organizaciones fachadas que trabajan para otros partidos políticos, y por ello considera que “no hay expectativas sobre el cumplimiento de los compromisos”, y agrega: “Lo importante es ver los hechos. No hay que ser ingenuo.”
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Asimismo, considera que las organizaciones que asistieron no deben de cargar con la responsabilidad de lograr resultados tras la reunión, pues el acercamiento, si bien es cierto es el inicio de un tentativo proceso de diálogo, depende de lo que el Gobierno haga o no haga. “La pelota está en la cancha del Ejecutivo (…) mientras no demuestra que hay un cambio de rumbo, no le creo nada”.
Similar postura tiene Sandoval, quien además afirma que “debido a que el Gobierno ha venido mostrando que no cumple compromisos, hay altas probabilidades de que no cumpla los adquiridos en la reunión del viernes”, aunque señala que de cumplirlos, sería un logro bastante mínimo dentro de un estado democrático, donde no debería ser necesario que el presidente se comprometa a algo así de básico.