Hasta hace poco más de un año, muy poca gente conocía los nombres de Nahiroby Olivas, Irlanda Jerez o Allan Gabriel Gómez. Dieciocho meses después del inicio de la matanza en Nicaragua, no solo sus nombres, sino que también sus rostros, son reconocidos por sus ciudadanos. Sean sus simpatizantes o enemigos.
“A mí me golpearon en siete ocasiones; me torturaron… en este momento, alguno de los 139 encarcelados (entre ellos, una joven mujer) debe estar siendo golpeado”. Quien así se expresa es Irlanda Jerez, una lideresa emergente, surgida durante la Rebelión de Abril que sublevó a los nicaragüenses en contra del régimen de Daniel Ortega, que ya lleva doce años en el poder.
Jerez -una odontóloga que llegó a tener importantes negocios en el mercado Oriental, situado en una parte del viejo centro de Managua- es parte de la comitiva de ciudadanos de ese país, que viajó hasta San Salvador para reunirse con la Comisión de Alto Nivel conformada en Medellín por la Organización de Estados Americanos (OEA), para preparar un informe sobre Nicaragua.
Lo acusaron de hacer bombas
Allan Gómez Castillo, estudiaba Administración de Empresas en la Universidad Nacional Autónoma de Managua (UNAN - Managua), y trabajaba como cajero de una tienda.Como muchos de su generación, Gómez sintió el llamado de la sangre, al ver cómo otros jóvenes como él eran asesinados de forma inmisericorde en las universidades, lo que lo llevó a participar “en las protestas de la Universidad Politécnica de Nicaragua (Upoli), y en diversas marchas”.El régimen finalmente se fijó en él y ordenó su arresto, acusándolo de participar en la elaboración de bombas en la ciudad de Masaya. “Fui capturado en diciembre de 2018 tras estar fuera de mi casa por varios meses, para escapar de la persecución” a la que era sometido, relata.El ahora miembro de la Unión de Presas y Presos Políticos Nicaragüenses (UPPN), refiere que “al estar preso, las violaciones a tus derechos es grande, así como las torturas. Fui excarcelado en los primeros grupos, y todavía sufro asedio, vigilancia e intimidación de la policía orteguista”, narró.
Ese documento es un paso previo antes que el organismo continental vote -presumiblemente en noviembre- si sanciona al régimen de Ortega, sacando al país del seno de la Organización, lo que implicaría también el cierre de nuevos préstamos provenientes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), así como de los países de la región.
Dado que Ortega impidió la entrada de esa Comisión a Nicaragua, prohibiendo a las aerolíneas del país que los transportaran hacia Managua, la Comisión eligió la capital salvadoreña para reunirse con ciudadanos y organizaciones nicaragüenses para recibir sus testimonios de primera mano.
Entre otros, viajaron a San Salvador, la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, la Unidad Nacional Azul y Blanco, la Articulación de Movimientos Sociales, el Comité pro Liberación de Presos Políticos, la Asociación de Madres de Abril, la Unión de Presas y Presos Políticos de Nicaragua, así como exiliados y excarcelados políticos, además de estudiantes que fueron expulsados de sus universidades por protestar contra el régimen.
“A nosotros nos negaron la entrada a Nicaragua hace unas semanas, pero nosotros recibimos el compromiso y el mandato de los cancilleres, de reunirnos con los actores de la sociedad civil nicaragüense, así que tuvimos que trasladarnos a El Salvador”, declaró Carlos Trujillo, embajador de Estados Unidos ante la OEA.
La Comisión de Alto Nivel, también integrada por representantes de Canadá, Argentina, Paraguay y Jamaica, más el jefe de gabinete del secretario general de la OEA, tiene previsto reunirse con casi un centenar de personas, para escuchar a los líderes de la resistencia cívica, o conocer los testimonios de muchas víctimas a las que se les han violado sus derechos humanos.
Nadie más que los nicaragüenses
Además de escuchar, los diplomáticos también les hablaron a los nicaragüenses para decirles que el continente está con ellos, pero también para recordarles que es su lucha, y que solo ellos pueden decidir su futuro.
El excarcelado prisionero político Nahiroby Olivas, relató que “una de las cosas que nos dijeron todos, es que los nicaragüenses tenemos que recordar, primero que todo, que no estamos solos. Segundo, que solo los nicaragüenses podemos resolver los problemas de los nicaragüenses”.
La premisa básica es que “la comunidad internacional no vendrá a decidir por nosotros, que somos los principales responsables de lograr un cambio que tiene que empezar en este momento, con la creación de una unidad urgente. Somos conscientes que la unidad no se impone ni se inventa: se tiene que construir”, enfatizó el joven.
Joel Herrera, que tuvo que abandonar su carrera de Medicina para irse al exilio, narró que la representación argentina les comentó “la similitud de situaciones, aunque en contextos tan distintos”, entre la Argentina de hace cuatro décadas, con la Nicaragua actual.
“Nos comentó en especial el papel de las familiares de las víctimas: las madres, los padres, las Abuelas de Plaza de Mayo -en Nicaragua, por ahora, lo que existe son las Madres de Abril, mes en que comenzó la matanza- porque es muy importante para el establecimiento de la justicia”, dijo Herrera.
El director de la Comisión Permanente de Derechos Humanos, Marcos Carmona, también viajó de forma expresa a El Salvador para denunciar las vejaciones que sufren los nicaragüenses por tratar de ejercer su derecho a la protesta, pero también, las agresiones y el asedio que se aplica en contra de los mismos defensores de derechos humanos.
“Ellos nos preguntaban qué mecanismos de protección podrían ser efectivos en Nicaragua. Nosotros pedíamos que hubiera presión hacia el Gobierno para que permita el ingreso de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de las Naciones Unidas, para que investiguen, y se conozca la verdad de todos estos crímenes que han cometido el Gobierno y sus grupos de paramilitares”, detalló.
“Ellos fueron claros en decirnos que a veces los pueblos, de una u otra manera confían en que estas presiones y resoluciones sean más efectivas, pero que ellos tienen sus limitaciones. Como nicaragüenses, sabemos que nosotros somos los mayores responsables de encontrar un fin a esta situación”, enfatizó.