Durante 2020, el presidente de la República demostró que no solo tiene una aversión a las instituciones de control y los mecanismos que limitan su ejercicio del poder. Además de esto, dejó ver su profundo desprecio por la libertad de prensa y por el ejercicio independiente del periodismo.
Nayib Bukele no ha escatimado esfuerzos para hostigar, atacar y denigrar a los periodistas que han hecho preguntas o publicaciones incómodas a su gestión y le han permitido a los salvadoreños conocer algunos aspectos oscuros de su gobierno.
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Asimismo, sus funcionarios han adoptado esta retórica, la cual repiten con incluso mayor agresividad que la del mandatario.
Esto, por su parte, permea a los seguidores fanáticos del mandatario y de su gestión, los cuales incluso incrementan el nivel de hostilidad y han llegado a plantear serias amenazas a quienes hacen preguntas y se dedican a informar.
Estos hechos han sido condenados por legisladores estadounidenses y hasta la misma administración de Donald Trump, que premió con un silencio cómplice ante abusos la colaboración de Bukele en materia migratoria, certificó en mayo que el gobierno hace esfuerzos para silenciar a los periodistas críticos.
Asimismo, se le cerró la puerta a los medios independientes del país a conocer de primera mano cómo el gobierno emplea los recursos y a tener reacciones de funcionarios públicos. Lejos de abrir su gestión, Bukele ha lanzado medios de propaganda y desinformación financiados con recursos públicos.