El ingeniero salvadoreño Óscar Paniagua hace historia en misión de la NASA a Marte

El compatriota, de 28 años, estuvo encargado del control de calidad en procesos previos al lanzamiento de la Misión Perseverance, incluyendo armado del cohete dirigido al planeta rojo.

En principio, Óscar Paniagua quería estudiar diseño automotriz, pero en su camino académico otra pasión se volvió una opción: el espacio.

Por Susana Joma

2020-08-09 10:31:29

El jueves 30 de julio de 2020, a las 7:50 a.m., hora de Florida, EE. UU., la Administración Nacional de la Aeronaútica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) volvió a hacer historia con el lanzamiento de la Misión del Perseverance a Marte y el compatriota Óscar Roberto Paniagua Morales estuvo ahí, en primera línea como parte crucial de ello.

Nervioso y casi a punto de llorar, como él mismo cuenta, vio cómo en cuestión de segundos, minutos, el fruto de cuatro años de trabajo intenso, la nave que lleva el robot rover Perseverance, se dirigió imponente al espacio rumbo al también llamado planeta rojo, con éxito.

Paniagua Morales, originario de San Salvador, forma parte del equipo de la NASA y funge ahí como ingeniero de control de calidad. Como parte de su trabajo tiene que ver con todas las partes de las naves, está presente en el cuarto de ensamblaje y durante la pruebas, para validar que todo esté funcionando, que todo va a funcionar.

“Mi trabajo es asegurarme de que los ingenieros y los técnicos y todos los científicos están haciendo los procesos indicados, que los están siguiendo al pie de la letra. Tengo que revisar los procedimientos que usamos para ensamblar o para hacer pruebas y básicamente asegurarme de que todo está bien y va a salir bien”, precisó.

Óscar en el Kennedy Space Center de la NASA, frente al sitio del lanzamiento de la Misión Perseverance, segundos después del despegue del cohete. Foto EDH – cortesía

El ingeniero, hijo de dos médicos, cursó casi toda su educación básica y media en la Escuela Panamericana y solo por un año en el Liceo Salvadoreño, dos instituciones de su natal El Salvador, indicó durante una entrevista vía Zoom. Al graduarse de bachillerato, allá por 2001, motivado por su padre que se marchó a los Estados Unidos en forma previa, el joven migró también a esa nación con su visa de estudiante, dispuesto a cursar una carrera universitaria.

Según contó fue así como estudió dos años en la Universidad de Texas en el Paso, luego se trasladó a la Universidad de Texas, en Austin, de la cual se recibió en 2015 como ingeniero mecánico. También realizó un intercambio en el Instituto Real Tecnológico de Estocolmo, en Suecia.

Óscar Paniagua, quien al principio quería seguir los pasos de sus papás, dice que se inclinó por la ingeniería mecánica siempre motivado por sus padres, hermanos y profesores, pero también por el hecho de que “en la escuela siempre tuve una facilidad con la ciencia y la matemática”.

Hubo un momento en que acarició la idea de estudiar diseño automotriz, pero luego de ver cómo era esa industria y las oportunidades que había terminó interesado en el área del espacio, de los vuelos comerciales.

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Explicó que llegar a la Universidad de Texas, en Austin, le significó la llave a las oportunidades de trabajo porque hacen bastantes ferias laborales a las que se dan cita muchas compañías.

Su primera experiencia laboral fue en General Electric, en el área de aviación, donde cubrió tres veranos como pasante. En su último semestre de universidad, seguro de la experiencia adquirida, decidió buscar un empleo a tiempo completo. Otra feria laboral de la universidad fue la que lo condujo a la NASA, a donde entró no sin antes entregar varias hojas de vida, sortear una serie de entrevistas y reuniones, incluyendo una que tuvo en California en la que se convenció de su elección.

“(El viernes 7 de agosto) hubo otro lanzamiento de un cohete y estaba pensando… nunca me imaginé de pequeño, en El Salvador, que iba a estar aquí ayudando a lanzar cohetes, misiones a Marte, nunca me lo imaginé”, afirmó Óscar, cuyos padres y hermanos están más que orgullosos de él.

El salvadoreño sostuvo que le resulta bonito pensar en su infancia y lo que vivió en El Salvador porque eso le recuerda de dónde viene “y eso me motiva a desempeñarme mejor, dar mejor papel como salvadoreño aquí”.

Entrega total

Este profesional contó que desde octubre 2016 hasta la fecha ha trabajado a tiempo completo en la Misión Marte 2020, que es el robot Perseverance, aunque también ha hecho lo propio antes con un satélite que está en la órbita de La Tierra monitoreando niveles de dióxido de carbono para ayudar a combatir el cambio climático; en otro que monitorea el nivel de humedad de las plantas, bosques y selvas siempre en nuestro planeta; y dos satélites que se están usando para generar un mapa del campo de gravedad terrestre.

El Perseverance, vehículo Mars rover fabricado por el Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA. explorará el planeta rojo. FOTO EDH / cortesía NASA

Afirmó que en cuanto a la Misión Marte 2020 “estuve involucrado en tres áreas principales del proyecto: una que es el sistema de rechazo de energía térmica, que es un sistema de tubos y de bombas que circulan refrigerantes por la nave y por el robot para mantenerlo a una buena temperatura. Otra (área) en que trabajé fue en el sistema que se usa para recolectar y almacenar muestras de tierra y de roca marciana, que es la misión principal. En esas dos áreas fui el líder del equipo de control de calidad. Yo era el punto de contacto para resolver problemas o dar como mi sello de aprobación, para decir que este sistema está listo para lanzar o para operar en Marte”.

La tercera área del proyecto Perseverance en la cual el ingeniero estuvo fue en la provisión de apoyo a las operaciones de lanzamiento en Cabo Cañaveral, Florida. Esto implica, según detalló, trabajar con la nave entera, con el cohete, lo cual ocurre en un edificio bastante alto.

“Yo fui (también) parte de la última operación que fue instalar la fuente de poder (en la nave). Luego me quedé para ver el lanzamiento en vivo que fue una oportunidad bastante increíble. Yo estaba bien nervioso para ser sincero, porque los cohetes da miedo que algo vaya a salir mal y después de tanto año que estuvimos trabajando en eso, pero gracias a Dios todo salió a la perfección”, sostuvo.

El salvadoreño aseveró que al momento del lanzamiento, ver que todo funcionó, fue gratificante, porque es ahí cuando se dan cuenta que todo el trabajo duro, las noches que no dormía mucho, que estaba estresado, valió la pena.

“Uno se siente orgulloso de haberlo hecho, de haber perseverado”, como lo consigna el nombre de la misión.

Según comentó, pese al tema de la pandemia no dejaron de parar, no podían hacerlo, todos hicieron lo que les correspondía, unos desde su casa y otros en la Florida, en donde estaban sin poder ver a su familia.

Contó que ellos tenían una ventana para hacer el lanzamiento, que abría entre el 17 de julio y cerraba el 15 de agosto, pero se tuvieron que retrasar dos semanas por precaución, porque hubo unos casos de COVID-19 en el personal.

Sostuvo que para llegar al lanzamiento fue un camino duro en el que trabajaron turnos de doce horas cada uno. Sin embargo, cuando llegó el día todos estaban impresionados “porque lanzamos al segundo exacto, el clima estaba perfecto, el lanzamiento fue limpio, todo salió bien, incluso la separación de la nave”.

Sobre lo que le gusta más de su trabajo subrayó que son dos partes: una, el trabajar con la nave porque está presente cuando pasa todo lo importante, lo cual le permite formar parte de algo histórico, donde es crítico asegurarse de no cometer errores. Además, “mi otra parte favorita es que como líder ingeniero de control de calidad yo tengo que dar como mi firma para aprobar de que algo está listo para ir a Marte. Eso es bastante importante para mí”.

Óscar Roberto, quien a sus 28 años se muestra humilde pese a la gran experiencia que ya acumuló, dijo estar listo para asumir su papel en nuevos proyectos de la Agencia que están en puertas. Uno que le interesa mucho es una misión que se llama Europa y estará dirigida a explorar en el planeta Júpiter, donde hay posibilidad de que haya vida microbiana debajo de las capas de hielo.

“Como profesional, como ser humano, yo quiero seguir progresando, seguir viendo cómo puedo contribuir más, cómo puedo aplicar mis talentos, mis conocimientos, todo lo que aprendí en esta misión para ayudar a hacer la próxima misión exitosa, y para poder tener un mejor puesto y siempre poner el nombre de El Salvador en lo más alto posible”, detalló.

De acuerdo con lo expuesto por Paniagua Morales, quien dijo estar bastante apasionado con todo lo que tiene que ver con el espacio y el universo, cuando se relaciona con la gente y se entera que es de El Salvador se impresionan, porque quizás no conocen a muchas personas de nuestro país en el trabajo aeroespacial.

Otro de los sueños del ingeniero salvadoreño es algún día poder ayudar a otras generaciones, tutelando niños hispanos ya sea en Estados Unidos o en El Salvador, para poder influenciar o inspirar a que persigan este tipo de oportunidades, porque son bastante gratificantes.

Exhorta a los jóvenes compatriotas a que siempre estén atentos a todas las oportunidades que se les presenten en la escuela, en el bachillerato, que no las dejen pasar porque piensen que no están calificados, porque eso no es cierto; a que tengan confianza en sí mismos, en sus talentos e intereses, pues siempre hay oportunidades para buscar becas y ayuda. Él es vivo ejemplo.