Pandillas se mueven en pleno día con fusiles en las faldas del cerro San Jacinto

En los Condominios Santa Marta Bella Vista opera una clica de la MS-13 que se jacta de tener contactos en la PNC; fuentes de este Diario dicen que en la parte boscosa hay un cementerio clandestino y que las personas que llevan allí ya no regresan.

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Foto EDH / Archivo

Por El Diario de Hoy

2021-04-22 9:50:02

El vecindario se llama Condominios Santa Marta Bella Vista y es parte del sector del barrio San Jacinto, al sur de San Salvador. Pero de bella vista solo el nombre tiene porque lo que desde hace varios meses están viviendo en ese lugar no tiene nada de bello, más bien es algo terrorífico.

Una semana antes de que el “Cachetes” o “Cachetillo” (alias de David Antonio López) fuera capturado con un fusil que llevaba escondido en una funda para guitarra, los pandilleros que controlan los Condominios Santa Marta Bella Vista fueron vistos cuando llevaban a un joven hacia una zona boscosa; luego vieron a dos pandilleros caminar en esa misma dirección con unos corvos.

Al rato, los pandilleros que llevaban al joven desconocido, fueron nuevamente vistos en el parque de los condominios. Al joven no lo vieron regresar ni salir. Por el rumbo en que lo llevaron, se trata de un cementerio clandestino que tiene la clica que controla ese vecindario, donde matan y entierran a sus víctimas, aseguran fuentes de El Diario de Hoy, que pidieron el anonimato.

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El “Cachetes” fue capturado el pasado 6 de abril con un fusil M-16 A2, de los recortados, aparentemente en buen estado. La versión oficial es que “Cachetes” atacó a balazos a un grupo de policías y que otros dos pandilleros huyeron con armas hacia las faldas del cerro San Jacinto.

Aquel 6 de abril, un grupo de mareros había estado alerta desde tempranas horas. Todos armados, con los fusiles a la vista de los vecinos. Parecía que esperaban algo grande. Con armas en ristre, los pandilleros se habían apostado en un pasaje distante unos 25 metros del parque del condominio de apartamentos.

Parecían vigilar constantemente en dirección del parqueo. Y aunque las fuentes no creen que era a los policías a quienes esperaban, estos aparecieron por el lado del cerro y se inició la balacera. Aparentemente los buscaron hasta por el aire con helicópteros, pero no los encontraron.

La noche del miércoles, las fuentes reportaron una balacera. Aparentemente, fueron los policías los que llegaron a disparar porque al siguiente día, no se escuchó nada de tiroteos o enfrentamientos entre pandilleros y policías.

David Antonio López (Cachete) fue capturado con un fusil M-16, el pasado 6 de abril en los condominios Bella Vista, según la PNC, luego de atacar a balazos a una patrulla policial. Foto EDH / Archivo

El pan de cada día

Esa es la cotidianidad que se vive en los condominios Santa Marta Bella Vista, situados al inicio de la falda poniente del cerro San Jacinto, territorio de la clica Harrison Locos Salvatruchas (HLS) según comentan los informantes.

Esa agrupación delictiva mantiene presencia en casi todo el barrio San Jacinto, de la cual son parte los repartos Santa Marta 1 y 2.

Es la misma clica que el 30 de julio de 2020 atacó una camioneta con placas particulares asignada a la Dirección General de la Policía Nacional Civil (PNC), en la que se conducía un oficial de la policía que tiene mucho poder de decisión dentro de esa institución, al grado de que algunos oficiales aseguran que es realmente quien toma las decisiones trascendentales debido a que es hombre de confianza de uno de las personas más cercanas al presidente de la República.

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De acuerdo con fuentes de El Diario de Hoy, ese día, el oficial pretendía reunirse en ese sector con un cabecilla de la MS-13 para indagar sobre las intenciones de esa misma pandilla de incrementar la violencia y, específicamente, los ataques a policías y militares, aunque la versión oficial de la PNC fue que se trató de un intento de robo de la camioneta.

Esa versión no gozó de la credibilidad de muchos sectores, incluso de los mismos policías quienes se preguntaron qué andaba haciendo una camioneta de la Dirección General en ese sector.

Una zona controlada

Aunque las fuentes afirman que últimamente grupos de policías han estado haciendo frecuentes incursiones, eso no disminuye el control que el grupo de pandilleros tiene en toda la zona de la colonia Santa Marta 1 y 2 y, más específicamente, en los condominios Bella Vista.

Y a diferencia de otros lugares controlados por pandillas, en los que los vigilantes o postes son jóvenes, en los condominios Bella Vista, la encargada de la vigilancia es una mujer ya entrada en años que tiene en prisión a uno o dos hijos, obviamente, miembros de pandillas.

Las fuentes han logrado identificarla como Raquel, aunque aclaran que no están seguros de si es un alias o si es el nombre real.

Raquel, dicen, es quien se encarga de la vigilancia de la zona del parqueo y de un sector aledaño que constituyen los accesos principales a los referidos condominios.

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Raquel es parte de la pandilla, o al menos colabora ejerciendo labores de vigilancia, aseguran los informantes. Estos no supieron explicar si esa labor la ejerce aprovechándose a partir de que se ha agenciado liderazgo en el vecindario o si es su relación con los pandilleros lo que a reviste de cierta autoridad.

Los informantes aseguran que es ella quien además se ha agenciado roles de liderazgo en la entrega de paquetes de alimentos que ha entregado el gobierno desde el año pasado y que también entregó la alcaldía capitalina pocos días previos a las elecciones del 28 de febrero.

Fuerte vigilancia en el cementerio

Las fuentes aseguran que el sector de los condominios Bella Vista contradice el discurso del presidente Nayib Bukele, el del ministro de Seguridad, el del ministro de Defensa y el del director de la PNC sobre el éxito del llamado Plan Control Territorial.

Quienes viven en ese sector saben que los grupos de policías solo llegan al lugar “entrada por salida”; mientras las autoridades están unos cuantos minutos en el sector, los pandilleros se esconden, pero en cuanto los policías llegan a la calle principal del reparto Santa Marta, los pandilleros vuelven a sus posiciones.

Una de esas posiciones es la vigilancia que ejercen sobre la vereda que conduce al cementerio clandestino; ese lugar siempre permanece bien vigilado. Es el último camino que recorren los desafortunados, como el joven que fue visto pasar los últimos días de marzo o primeros de abril.

Lo llevaban abrazado, como si fueran amigos. Era un muchacho de apariencia adolescente, flacucho, de tez blanca y de cabello un poco colocho.

No lo vieron regresar.

Pero no ha sido el único.

¿Las autoridades policiales saben lo que ocurre en los apartamentos Santa Marta Bella Vista?

Claro que lo saben. Pero desconocen por qué han dejado abandonado este vecindario. Los informantes dicen desconocer, pero a la vez comentan que no solo en una ocasión se les ha escuchado decir a los pandilleros de ese lugar que tienen altos contactos en la institución policial.

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Incluso, las fuentes aseguran que la misma policía sabe que en la zona boscosa más próxima al vecindario es donde los delincuentes entierran a sus víctimas, a pesar de eso, nunca, pero nunca, han visto que las autoridades policiales o fiscales hayan intentado buscar cadáveres en el sector.

Un vecindario más...

Los condominios Santa Marta Bella Vista no son los únicos bajo control pandilleril. A pesar del discurso oficialista sobre la efectividad del Plan Control Territorial, lugares como el mencionado abundan.

Otro ejemplo es la comunidad Bendición de Dios, ubicada en una zona rural del municipio de San Martín; o la Milagro de Dios, en ese mismo municipio, a los cuales los mismos policías recomiendan no entrar sin escolta policial.

De la comunidad Bendición de Dios, controlada por la Pandilla 18 Sur 13, desaparecieron tres personas el pasado 20 de marzo, casi a la media noche.

Samuel Antonio Urquilla, de 33 años; Rosa Miriam Marroquín Urquilla, de 39, y Dayana Rebeca Alvarenga Marroquín, de 17, no han aparecido ni vivos ni muertos.

Ellos vivían en una casa de la comunidad Bendición de Dios, vecindario que algunos policías de San Martín dijeron no saber dónde estaba o si existía un lugar con ese nombre.