Meanguera, un paraíso tropical del que migran los isleños

La isla tiene 3,800 habitantes, en los últimos cuatro meses 200 isleños migraron ilegalmente a Estados Unidos empujados por la pobreza. En ese municipio solo hay 80 empleos y el 80% de la población tiene parientes en el extranjero. La belleza de la isla no es suficiente para detener la migración.

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Foto referencia EDH/ Insy Mendoza

Por Insy Mendoza

2019-07-30 7:30:35

Playa, mariscos y una vista espectacular del Golfo de Fonseca desde la isla Meanguera debería ser suficiente para atraer turistas, sin embargo eso no ocurre. La belleza tropical del municipio tampoco es suficiente para que los isleños jóvenes se queden a vivir ahí, el peso de las carestía de trabajo, salud y transporte, entre otras limitantes, los está empujando a migrar, no solo de su isla, sino del país.

En los últimos cuatro meses, 200 isleños migraron, en la cifra hay familias enteras que se aventuraron a viajar ilegalmente a Estados Unidos, a pesar del endurecimiento de las medidas migratorias y el alza en lo que cobran los coyotes por guiarlos en la travesía.

La ausencia de los isleños es muy sensible y evidente en los grupos de iglesias y la comunidad educativa.

En el caso de los escolares es el anhelo de reunirse con sus padres, que ya viven en ese país, lo que les impulsa al viaje, aunque eso ponga en juego sus vidas.

El municipio de Meanguera se compone del cantón El Salvador , con los caseríos La Periquera y La Negra; el cantón Guerrero y la Isla Conchaguita. Foto EDH/ Insy Mendoza

En Meanguera del Golfo, los ingresos llegan a las familias principalmente a través de la pesca artesanal, y en segundo lugar por las remesas.

El trabajo en la construcción, agricultura y ganadería es escaso y genera poco dinero.

La belleza de la isla es insuficiente para retener a sus habitantes pues en los últimos cuatro meses 200 pobladores migraron ilegalmente a Estados Unidos empujados por la pobreza

En la isla viven 3,800 personas, de acuerdo con el registro de la municipalidad; pero solo unas 80 tienen empleo fijo, generado por la municipalidad, el Juzgado de Paz, la Unidad de Salud, la Casa de la Cultura y cinco escuelas.

“No es nuevo que la gente se esté yendo para Los Estados Unidos”, dice Raynaldo Ulloa, pastor de la Iglesia Nueva Jerusalem. Luego añade: “Lo nuevo es que la gente lo está haciendo de forma masiva, en grupos porque son conquistados con las ofertas de los traficantes de personas”.

En Meanguera del Golfo el 80 %  de las familias recibe remesas. Foto EDH/ Insy Mendoza

Ulloa, quien vive en la isla desde hace 28 años, sabe que los traficantes o coyotes están prometiendo llevar al migrante hasta fronteras entre México y Estados Unidos, entregarlos a las autoridades de Migración para que soliciten asilo.

Atraídos por la posibilidad del asilo, que les permitiría quedarse legalmente en Estados Unidos, muchos isleños decidieron hacer préstamos de hasta $6,000 para pagar al coyote.

Los isleños que decidieron irse con los traficantes de personas están presos en México y Estados Unidos y otros fueron deportados por este país, explica el pastor Ulloa.

La deportación es algo que preocupa a los isleños que viven en Estados Unidos y, como medida de precaución y previendo el riesgo que corren, han mandado a construir sus casas o reparar la que tenían en Meanguera.

El alcalde, Luis Dheming, expone que el 80 por ciento de la población de la isla tiene parientes viviendo en Estados Unidos, quienes les envían remesas.

Entre marzo y junio, cuando ocurrió el fenómeno de las caravanas de migrantes en El Salvador, 80 familias de la isla se unieron. El requisito para integrar ese grupo de migrantes era que llevaran niños. “Por tal razón los padres decidieron llevarse a los menores”, indica el alcalde.

Vivir en las islas del Golfo tiene un alto costo; por ejemplo, el precio de una bolsa con agua potable o el de una soda es el doble en comparación a su valor en cualquier otro municipio. La razón del incremento es que a los productos se les suma los costos del transporte en lancha y la descarga de la mercadería.

Un alto costo de la vida versus la falta de empleo o de poder continuar estudiando son factores que afectan a los salvadoreños, pero en el caso de los isleños pesan mucho más al momento de la toma de decisiones.

“No se puede competir en el municipio con un sueldo de una semana de trabajo en Estados Unidos; eso los motiva a irse”, dice Dheming, quien tiene ocho años como alcalde y es originario de la isla.

Por su parte, el pastor Ulloa comenta que los jóvenes observan cómo las finanzas de los que migraron prosperan, mandan a construir en la isla casas bonitas, envían remesas, y por eso quieren imitar ese camino.

Esta es una de las casas construidas en la isla por encargo de isleños que residen en Estados Unidos.  Foto EDH/ Insy Mendoza

Los mismos isleños dicen que quien se aventura a irse, en la actualidad, es con la mentalidad de que en poco tiempo hará mucho dinero, mandará a construir una casa y se comprará una lancha con todos los equipos de pesca.

Entre mayo y junio pasado migraron dos grupos de isleños. En el primero iban 40 personas y en el otro 15.

El primer grupo está en manos de las autoridades de Migración en espera de conseguir un asilo en Estados Unidos. El segundo grupo fue deportado.

Entre el 1 de enero y el 8 de mayo de este año hubo 4,122 salvadoreños retornados, de acuerdo con datos de Migración y Extranjería. El año pasado, en el mismo lapso, fueron 3,483.

Gerson Ulloa, de 28 años, su esposa, de 22 años, y su hija de tres años, fueron parte del grupo de 15 que se unió a la caravana de migrantes, en mayo. La travesía de la familia duró tres días y terminó en Veracruz ,México, en donde fueron detenidos en un retén en la carretera y deportados a El Salvador.

Gerson, hijo del pastor Reynaldo, se dedica al trabajo en la construcción y es concejal de la alcaldía; pero eso le resulta insuficiente para poder construir una casa.

“Me arriesgué a irme con mi familia, pero por el momento no tengo planes de hacer otro intento. Me conformaré con el poco trabajo que sale en la construcción”, dice el isleño.

En la iglesia que dirige el pastor Ulloa hubo 34 integrantes que decidieron migrar este año. Ellos se dedicaban al comercio de mariscos o trabajo doméstico. Algunos de los que migraron se fueron para reunirse con sus padres.

“Mi hijo, su esposa y mi nieta, de 3 años, decidieron aventurarse en ese viaje. Tuve que endeudarme con $6,000 para pagarle al coyote, pero no lograron pasar, se regresaron”, comenta Ulloa.

En el centro escolar cantón El Salvador hay ocho alumnos que desertaron, este año, porque migraron. Los estudiantes eran desde párvulos hasta estudiantes de sexto grado, explica la directora Helen Avilés.

“Con el poco trabajo que hay en la isla no alcanza, lo poquito que se gana sólo ajusta para comer y eso está desesperando a la población”, manifiesta Avilés.

La situación en el complejo educativo de la isla Meanguera del Golfo es más grave, donde 26 alumnos desertaron. “Algunos niños viajaron con su papá, otros van reunirse con sus padres que ya residen en Estados Unidos, siempre hay deserción pero este año fue bastante”, explica Jimmy Avilés, director del centro escolar.

La escuela del cantón El Salvador ofrece estudios hasta el sexto grado. Quien desee continuar educándose debe viajar al centro de la isla para matricularse en el complejo educativo que ofrece estudios hasta bachillerato.

Pero en las comunidades más retiradas, como La Negra y La Periquera, la población generalmente cursa hasta sexto grado, porque seguir sus estudios les implicaría caminar más de una hora para llegar hasta el pueblo.

Meanguera del Golfo tiene potencial para desarrollar el turismo, pero carece de inversión que genere fuentes de trabajo. Foto EDH/ Insy Mendoza

En la isla Conchagüita los estudiantes sacan su bachillerato o estudios universitarios en las modalidades virtuales, porque de forma presencial les implica viajar al centro de la isla o a la ciudad de La Unión, para lo cual deben gastar en transporte.

La alcaldía de Meanguera tiene un programa de becas, con un beneficio de $50 mensuales, para que los estudiantes de bachillerato, que viven en los cantones El Salvador y Guerrero, puedan costear los gastos del traslado a los centros educativos.

Los jóvenes isleños se quejan de que no hay programas para capacitarlos, ni generar las condiciones para desarrollar el turismo, que sería uno de los rubros que les generaría ingresos.

El alcalde Dheming está convencido de que en la isla se puede apostar a desarrollar el turismo, pero se necesita del apoyo del Gobierno central y de inversionistas.

La isla Meanguera está a 40 minutos del puerto de La Unión, el cual fue construido entre 2005 y 2008, con la promesa de reactivar el oriente del país; sin embargo, esto sigue siendo una promesa.

Actualmente la municipalidad está mejorando las calles de acceso a las playas de El Corozal y El Majahual con la idea de generar las condiciones del turismo, que lleguen inversionistas a querer establecerse en el lugar; además generando trabajos temporales a los jóvenes.

De acuerdo con las autoridades municipales, durante la administración del ex presidente Mauricio Funes, el ministerio de Educación realizó un estudio en la isla determinando que el problema de los jóvenes era que le apostaban irse a Estados Unidos por no encontrar oportunidades en el municipio.

El departamento de La Unión, al cual pertenece Meanguera, tiene un índice de pobreza multidimensional de 42.8 %. Esto significa que de cada cien hogares, 43 están en el umbral de la pobreza, es decir que hay múltiples carencias.