Perdió sus manos en la guerra, pero Max halló en la apicultura su modo de subsistencia

Max Navarro es un lisiado de guerra que encontró en la crianza de abejas una forma de ganarse la vida y contribuir a la economía de su comunidad, en El Paisnal, al norte de San Salvador.

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Max ha logrado salir adelante con esfuerzo y dedicación. Ahora es un emprendedor. Foto EDH / Menly Cortez

Por Menly Cortez nacional@eldiariodehoy.com

2019-10-13 10:33:12

Desde hace 20 años, Maximiliano Navarro se dedica a elaborar productos comestibles y medicinales a base de miel, en San Salvador. Su producto se llama “La Mielagrosa”, y es distribuido en distintas partes del país y el extranjero.

La jornada laboral arranca desde tempranas horas para Maximiliano Navarro, mejor conocido en el casco urbano de El Paisnal como Juan Pastor, por el seudónimo que adoptó durante el conflicto armado. Algunos le dicen simplemente Max.

Navarro perdió sus brazos y el ojo derecho en 1986, al explotar una mina que accidentalmente pisó en un campo de los alrededores de El Paisnal, mientras combatía en las filas de las FPL.

A pesar de los daños sufridos, él logró salir adelante durante su recuperación y en los años posteriores a la guerra gracias a la agricultura y la apicultura (crianza de abejas).

“Esto es totalmente distinto a todo tipo de trabajo que hay, respecto a la producción”, asegura el veterano, al preguntarle la razón por la que escogió la apicultura como forma de sustento.

Navarro visita continuamente las colmenas para alimentar a las abejas, que están en apareamiento. Foto EDH / Menly Cortez

Navarro manifiesta que su trabajo es importante y necesario para la sociedad porque “es un trabajo para la salud de las personas” y que al mismo tiempo, reflexiona, es una lucha por la supervivencia de las abejas, las que con su trabajo en la naturaleza solo brindan beneficios para curar todo tipo de enfermedades.

Maximiliano es un hombre entregado a su trabajo. Desde muy temprano, todos los días junto a su esposa, Isabel, se distribuyen las labores. “Aquí ni el domingo es excepción para no trabajar”, comenta.

Por ejemplo, suele comenzar la jornada entregando pedidos de jarabes para la tos en el municipio de Aguilares, siempre en San Salvador.

Con agilidad, Maximiliano ordena los frascos de miel y jarabe en un morral, se despide de su esposa y camina hacia el casco urbano del pueblo para tomar el transporte que lo llevará a su destino.

Maximiliano rumbo a sus tareas diarias. Perdió sus brazos por una mina durante la época de guerra. Foto EDH / Menly Cortez

Para César Arturo de la Cruz, médico que desde hace 16 años brinda consultas en el Centro de Atención Integrativa 2006, el trabajo de Navarro es altruista y responsable, pues afirma que “La Mielagrosa” es un producto de calidad y que ha comprobado que con él puede sustituir, en algunos casos, medicamentos químicos para malestares respiratorios, virales y gastrointestinales.

“La medicina natural no produce daños en el organismo”, agrega el doctor, que constantemente hace pedidos de “La Mielagrosa”, según comenta.

Entre otras labores que debe realizar Navarro está visitar continuamente las colmenas para alimentar a las abejas que se encuentran en temporada de apareamiento, ya que pronto producirán miel, mientras tanto el emprendedor procesa y envasa el producto de la temporada anterior.

Los apicultores conmemoraron su día el pasado 25 de septiembre, fecha que se celebra desde 1989 por considerar al gremio “un sector importante para el progreso del país”, según el decreto N° 333 de la Asamblea Legislativa.

Para Max, ser apicultor en El Salvador es una labor difícil, debido a la sobrepoblación y la deforestación que crecen aceleradamente. “Las leyes no se aplican para fortalecer el trabajo apícola”, considera.

Al mismo tiempo, afirma que el tema de seguridad para los productores de miel es otra de las razones que vuelven a este oficio cada vez más complicado.

A pesar de los obstáculos que Max ve en su labor, él no se ha detenido en la producción de la “Mielagrosa”, pues además de ser un luchador incansable se considera un amigo del medio ambiente y de las abejas.

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Maximiliano, el veterano de guerra que aporta a la preservación de las abejas

Luego de culminar la guerra Maximiliano continuó con su vida de agricultor; sin embargo, al conocer el oficio de la apicultura hace 20 años, ésta le dio un giro radical a su vida. Los apicultores salvadoreños celebran su día cada 25 de septiembre.