Pruebas tecnológicas, científicas, testimoniales y exámenes que revelaron la conducta agresiva e intolerante de Mario Alberto Huezo Portillo, fueron clave para que el Juzgado Especializado de Sentencia de Violencia contra la Mujer lo condenara a 50 años de prisión por el feminicidio agravado en perjuicio de la periodista, Karla Turcios Cortéz, quien era su compañera de vida.
“Mi fallo es que usted (Mario Huezo) es culpable del feminicidio agravado de Karla Turcios, por lo que lo condeno a 50 años de prisión”, dijo la jueza tras finalizar su análisis de las pruebas de cargo presentadas por la Fiscalía General que le sirvieron para declarar la culpabilidad de Huezo.
También la jueza condenó a Huezo Portillo a pagar la cantidad de 40,000 dólares como responsabilidad civil por los daños causados a su familia.
Agregó que condenaba a Huezo por “todos los elementos de prueba que existieron durante el proceso”.
La juzgadora le dijo a Huezo que las investigaciones fiscales habían establecido que la “única persona que había estado en contacto, previo a la muerte de Karla Turcios” había sido él.
Karla Turcios fue asesinada el 14 de abril de 2018, su cuerpo fue abandonado en la carretera Longitudinal del Norte, en la zona de Santa Rosa Guachipilín, Santa Ana. Días después, su esposo, Mario Huezo, fue capturado a la salida de un hotel capitalino como el principal sospechoso del crimen.
En otro tramo de la resolución, la jueza sostuvo que “la muerte de la periodista fue violenta por todos los factores que envolvieron ese hecho, como encontrarla con la misma ropa que usaba cuando salió de trabajar unas horas antes, una bolsa en su rostro, más los golpes propinados en la cara y cabeza”.
La autopsia forense reveló que la periodista tenía golpes en la cabeza y en el rostro; así como signos de haber sido asfixiada, supuestamente con una bolsa plástica.
“Ella estaba en una situación de vulnerabilidad por el cansancio de haber trabajado una noche antes y por la diferencia física con su agresor”, dijo la jueza al considerar la situación de vulnerabilidad como otra de las agravantes en el feminicidio de Turcios.
Evidencias tecnológicas y científicas claves para la condena
La acusación fiscal contra Huezo estuvo sustentada en pruebas tecnológicas como registros de llamadas telefónicas, localización satelital de los teléfonos celulares de la víctima y el ahora condenado e imágenes de video.
También las evidencias científicas como el análisis de sangre y exámenes sicológicos que revelaron la violencia económica y sicológica de la que Turcios era víctima de Huezo. Hay testimonios de personas que aseguraron que el 15 y 30 de cada mes habían discusiones entre Turcios y Huezo, derivadas de los pagos de los recibos de los servicios básicos que tenía que realizar la víctima. Turcios era la única que trabajaba en ese hogar.
Una prueba sicológica practicada al ahora condenado reveló que tiene rasgos de agresividad y de intolerancia en su personalidad.
La jueza explicó que los técnicos trazaron una gráfica, apoyados en las imágenes de las cámaras de videovigilancia, del recorrido que realizó el ahora condenado en el vehículo desde su casa en la colonia Costa Rica en San Salvador hasta la zona de Santa Ana, para ir a abandonar el cuerpo de la periodista.
A lo anterior se le suma el hallazgo del teléfono celular de la periodista en las cercanías de donde encontraron su cadáver, en un primer momento como desconocida.
En el análisis técnico de la posición geográfica de los teléfonos celulares se estableció que el único móvil activado cuando Huezo retornaba en el vehículo a San Salvador era el del ahora condenado.
La jueza le dio credibilidad a la declaración rendida por el agricultor que encontró el celular de Turcios en uno de sus terrenos, a unos kilómetros del sitio donde hallaron el cadáver de la comunicadora.