El sonido de alguien agitando una lata de pintura en aerosol irrumpe las calles desoladas de un domingo por la tarde en Santa Ana. Son Pedro Mejía, de 33 años, y su mejor amigo, Byron Moran, de 25, quienes en sus días libres se dedican a salvar la vida de los habitantes de esa ciudad colocando marcas en las aceras y así ayudarles a respetar la distancia de metro y medio por persona. El objetivo es evitar las aglomeraciones y el contagio del coronavirus.
Los jóvenes son gestores de tráfico del Viceministerio de Transporte (VMT) para el que laboran desde hace 4 años y desde que se conocen han sido buenos amigos. Cuentan que la idea de señalizar nació luego que vieran el caos generado el lunes 30 de marzo en el que miles de personas se juntaron para reclamar en los Cenade y bancos el subsidio de $300 que el gobierno daría a los afectados por el virus.
Compararon ese escenario con fotografías de otros países como la India, donde el orden era regido por señales que obligaban el distanciamiento físico.
Así que, como un acto de solidaridad y cariño a su ciudad, se apresuraron a identificar los lugares donde se concentraba la gente e inmediatamente fueron a comprar pintura para poner el plan en marcha.