Madre exige justicia por muerte de su hija en el ISSS

La familia de la doctora Ana Patricia Mina Miranda denuncia negligencia de parte de médicos del Hospital General del Seguro Social.

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De acuerdo a su madre, la doctora Ana Patricia Mina Miranda se llevaba bien con sus compañeros de trabajo y era muy dedicada con su profesión. Foto EDH / Cortesía

Por Xenia González Oliva

2020-01-26 5:30:03

“Tengo un dolorcito tonto”, así le comentó Ana Patricia Mina Miranda a su madre sobre el malestar que comenzaba a sentir en el abdomen. Era la tarde del miércoles 11 de diciembre de 2019. Ni ella ni el resto de su familia se hubiera esperado que ese dolor del que se comenzaba a quejar provocaría que, en aproximadamente 48 horas, la doctora Ana Patricia falleciera en una camilla del Hospital General del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS).

Su madre, Margoth Miranda, aún no comprende cómo pudo perder a su hija en tan poco tiempo, sobre todo cuando la mayor parte de esas 48 horas estuvo en manos de distintos médicos. El dolor y la indignación que le ha provocado ver a su hija sufrir sin recibir la atención médica adecuada le han dado el valor para presentar una denuncia formal por el caso.

Esa noche, la doctora Ana Patricia tenía planeado ir con su hermana a la Basílica de Guadalupe, para asistir a la celebración de la virgen de Guadalupe, pero el malestar la llevó a vomitar continuamente, incluso las pastillas que había intentado tomar para el dolor.

Ana Patricia trabajaba como médico consultante en el Hospital Nacional Santa Teresa de Zacatecoluca, al verla tan mal su madre y su hermana le preguntaron si mejor la llevaban hasta dicho hospital. Pero ella pidió que la llevaran al Hospital General, para no obligarlas a manejar hasta allá y no molestar a sus compañeros de trabajo.

En el Hospital General le realizaron unos exámenes de sangre y orina, le dejaron tabletas de ciprofloxacina y también le indicaron que llegara al día siguiente porque le realizarían una Tomografía Axial Computarizada (TAC). Salieron por la madrugada del hospital y regresaron horas desm+epués. Ese mismo día, después de que le realizaran el TAC, le dejaron una cita con un urólogo a la 1:00 de la tarde.

Para ese entonces, ya había un diagnóstico, según se constata en una boleta del ISSS identificada como “solicitud de interconsulta, evaluación preoperatoria, referencia a odontología general y procedimientos”. En esta, la doctora que la atendió informó que Ana Patricia padecía de litiasis ureteral e hidronefrosis leve. La hidronefrosis es definida como la dilatación del sistema colector renal debido a problemas para eliminar la orina, provocado por un obstáculo en algún punto del sistema urinario.

La madre de la paciente recuerda cómo Ana Patricia no solo vomitaba todo, sino que también ya no podía orinar.

Pese a esta información, la consulta con el urólogo no fue lo que Margoth esperaba. Ella acompañó a su hija y se sorprendió cómo a los pocos minutos el médico solo le dio más pastillas, le indicó que comprara otras porque esas no las daban en el Seguro y le dijo que la vería en tres semanas. “Pero yo aproveché y le dije, mire doctor, ella todo lo que toma vomita, pero se hizo el que no oyó. Para ese entonces, ella ya andaba bien débil, ni podía caminar bien”, lamenta Margoth.

Ya en la casa, Margoth pasó intentando ayudar a su hija a controlar el dolor con un gel, pero este ya era insoportable. Ana Patricia lloraba en su cama. Los hijos de Ana Patricia, un niño de cinco años y una niña de dos, le preguntaban por qué lloraba y Margoth les decía que tenía “un dolor de pancita”.

Foto EDH/ Cortesía

La desesperación llevó a la hermana de Ana Patricia y a Margoth a decidir llevarla mejor a un hospital privado ubicado en la colonia Médica. Ahí, desde un primer momento, dijeron que Ana Patricia iba en un estado delicado y requería de ingreso inmediato. Le hicieron otros exámenes y le preguntaron si tenían a un urólogo de emergencia. Ana Patricia dio el nombre de un amigo, pero él no podía llegar. Del hospital llamaron a otra doctora, quien dijo que Ana Patricia necesitaba una operación lo más pronto posible, pero que ella no podía en ese momento sino hasta el día siguiente.

Margoth le enseñó los exámenes que le habían hecho en el ISSS y la doctora le recomendó que regresaran ahí. “Pero ahí no la han atendido”, se quejó Margoth. La doctora le dijo que haría una referencia donde señalaba la necesidad de una pronta intervención quirúrgica. “Con esto la van a atender”, les prometió.

Llegaron al Hospital General, Margoth se aferraba a la esperanza de la referencia que les había dejado la doctora, y aunque esta vez sí la ingresaron solo dejaron a Ana Patricia en una camilla del área de Observación. Le dijeron que ella se podía ir, que la visita era al día siguiente a las 11 de la mañana.

Cuando ella regresó la doctora Ana Patricia seguía en esa misma camilla en Observación.

“Ay mamá, ya no aguanto, todo me duele”, le dijo. Margoth recuerda cómo uno de los médicos que vio a Ana Patricia les dijo que ese viernes 13 de diciembre, no podían operarla ya que se celebraba el “Día del Sindicalista”, por lo que no estaría disponible la sala operatoria.

Pendiente respuesta del ISSS

El Diario de Hoy consultó al Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) sobre el caso, pero se comunicó que no han recibido ninguna notificación de parte de la Fiscalía General de la República, pero que en caso de recibirla darán su postura al respecto. El apoderado legal de la familia dijo que el ISSS conoce todo sobre el caso.

Al mediodía trasladaron a Ana Patricia en el octavo piso del hospital. Margoth se quedó un rato con ella, pero nadie la recibía. Cuenta cómo al final, la camilla en la que dejaron a su hija quedaba varios metros alejada de la sección donde estaban los médicos y enfermería. Una de las enfermeras comentaba que no le gustaba que la hubieran dejado tan lejos porque iba delicada. En esa zona solo estaba otra paciente y su esposo. Al poco tiempo le dijeron a Margoth que el tiempo de visita ya había terminado y que regresara más tarde. Se despidió de su hija, aún con la esperanza de que pronto se recuperaría, le ayudó a poner las barras de la cama porque temía que se cayera.

Otra paciente fue testigo de las últimas horas de Ana Patricia

Cuando Margoth regresó a las 5:00 de la tarde, lo primero que oyó era que gritaban “código, código”, pero nunca se imaginó que era por su hija. Cuando llegó ya no estaba en su camilla y la otra paciente le dijo que la habían movido cerca de la sección donde estaban los médicos.

Margoth vio a un grupo de médicos que se movía de un lado a otro sobre una camilla. Cuando se dieron cuenta que ella era la madre de la paciente le gritaron que se saliera.

En ese momento ya le había dado un paro.

“Ella les ha pasado llorando y gritando a los enfermeros. Mi esposo les fue a decir y le dijeron ¡qué joden!”. Después él dio agua porque nadie venía. Hasta que vieron que estaba bien mala la movieron.

“Denúncielos, yo he sido testigo”, le contó la otra paciente a Margoth. Le describieron cómo Ana Patricia lloraba y gritaba por el dolor, pidiendo ayuda. La otra paciente incluso le recomendó tomar fotografías, pero Margoth estaba tan impresionada que no pudo hacer nada.

Ana Patricia sufrió tres paros cardiorrespiratorios.

Finalmente una doctora llegó a preguntarle a Margoth sobre la profesión de su hija, cuando le dijo que era doctora, pareció sorprenderse mucho. Casi de inmediato mandó a que le pusieran otras cosas y le hicieran otros exámenes.

“¿Ahora para qué hacen todo esto? No me la van a revivir”, se lamentó Margoth. “Ahí la dejaron sola y se fueron. No me dijeron, mire señora, esto ha pasado. Solo entré y me estuve con ella”.

Solo hasta que llegó un médico que era amigo de Ana Patricia, Margoth le dijo que no le habían dicho nada, él le preguntó a la doctora quien solo le dijo “Ya vamos”.

“Todavía ya fallecida llegaron a tomarle unas placas. Me indigné, ahora para qué están haciendo tantas cosas. Ella lo merecía cuando estaba enferma. Ella es médico, pero médico de médicos, no como ustedes”, le reprochó Margoth en ese momento a la doctora. También le dijo sobre lo que le había contado la paciente de cómo los enfermeros habían respondido, pero la doctora lo desestimó.

De acuerdo a la boleta de defunción emitida por el hospital, Ana Patricia falleció a las 06:45 de la tarde del 13 de diciembre de 2019. Con un diagnóstico de uropatía obstructiva, hipoglucemia, shock séptico. Tenía 37 años.

Margoth señala que hasta ese entonces, su hija había gozado de una buena salud. No padecía de ninguna enfermedad crónica y era raro que se enfermera. Nada la había preparado para perder a su hija de una forma tan repentina, pese a que estuvieron buscando atención médica desde el primer momento que comenzó el malestar.

Foto EDH / Cortesía

Los compañeros del hospital de Zacatecoluca le manifestaron a Margoth su tristeza por la pérdida e incluso se lamentaron que ella no hubiera llegado mejor ahí para ser atendida. Parte del coraje que la ha llevado a denunciar ha sido gracias a ellos.

“Los mismos médicos compañeros de ella me dijeron que esto no se podía quedar así. Denúncielos porque ahí fue negligencia, la llevaron a tiempo, me dijeron. La llevamos miércoles, jueves y el viernes que no había dónde operarla. Estando en el seguro y no pudieron hacer nada”.

Desde pequeña Ana Patricia había tenido el sueño de ser doctora. A eso jugaba cuando era niña. Pese a lo pesado de los estudios y los sacrificios económicos que hicieron Margoth y su esposo, al final cumplió su meta.

Ahora Margoth ve todos los libros de medicina que su hija dejó en la casa y siente en el corazón esa falta. Cuenta cómo Ana Patricia era el tipo de doctora que se quedaba más tiempo en el hospital y estaba dispuesta a dedicarle más tiempo a sus pacientes de ser necesario.

“Ella se desvivía por sus pacientes y por qué por ella nadie hizo nada”.

Margoth llora al pensar en los hijos pequeños de Ana Patricia. Aunque ella los está cuidando con el apoyo de sus otras dos hijas, lamenta mucho que ya no tengan a su madre.

Wilfredo Alfaro, apoderado legal de la familia de la doctora Mina, considera que lo que ocurrió fue una “negligencia por parte de los médicos que la vieron y no procedieron para salvarle la vida”.

Los diagnósticos indican que la doctora tenía un cálculo que estaba obstruyéndole la salida de la orina y era lo que le provocaba el dolor. Alfaro señala que el shock séptico fue provocado porque no fue operada con la prontitud necesaria, pese a que los médicos ya conocían su diagnóstico.

Para él, una de las cosas más indignantes ha sido la excusa del “Día del Sindicalista” y que se paren labores debido a esta celebración.

El 15 de enero, Alfaro presentó una denuncia formal ante la Fiscalía General de la República (FGR) en nombre de Margoth, en contra de tres médicos quienes atendieron en distintos momentos a Ana Patricia. “Vengo por este medio a interponer querella por el delito de homicidio culposo en la muerte de la señora Ana Patricia Mina Miranda, de 37 años, hecho ocurrido en el Hospital General del Instituto Salvadoreño del Seguro Social”, reza el documento presentado.

En este se señala la “indiferencia mostrada y la poca importancia que le dieron los médicos al padecimiento de dolores abdominales, mala atención que desencadenó en la muerte”.

Además se expone que la querella es presentada subsidiariamente contra el director del ISSS.

En la querella se pide reparación por el daño causado, es decir una indemnización a la víctima o su familia. “Yo lo único que pido es que se proceda y se haga justicia. Estando con tantos médicos y murió. Es que duele mucho. Sé que dando dinero no me la reviven, pero es para sobrevivir con los niños. Ahí estamos luchando con ellos”.

En redes sociales de elsalvador.com algunos usuarios comentaron sobre el caso y manifestaron haber presenciado la falta de atención hacia Ana Patricia cuando estaba ingresada en el Seguro: