Luis Almagro sigue sin denunciar los abusos de poder del gobierno de Nayib Bukele

Feroz crítico de los intentos de silenciar a parlamentos y cortes en el continente, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) ha mostrado tibieza con los golpes a la institucionalidad en El Salvador.

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Por Ricardo Avelar

2020-05-10 8:00:14

“A mí no me preocupa cuando hay diferencias entre los poderes del Estado”, dijo recientemente el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, cuando El Diario de Hoy lo cuestionó por no haberse pronunciado por el desafío del presidente Nayib Bukele al estado de derecho en El Salvador.

El mandatario ha anunciado que no acatará una orden de la Sala de lo Constitucional que le prohíbe detener a quienes presuntamente violen la cuarentena sin evaluar su salud. Además, ha empoderado a sus policías a militares a emplear la fuerza contra los supuestos infractores y ha acusado de estar “del lado del virus” a quienes cuestionan sus medidas.

En una conferencia virtual organizada por la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia, Almagro afirmó que a él lo que le preocupa es cuando no hay diferencias entre los órganos de Estado, pues es un signo claro de una dictadura.

Sin embargo, en El Salvador lo que se ha certificado por decenas de abogados, organizaciones locales e instancias como las Naciones Unidas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Human Rights Watch y medios prestigiosos como el New York Times o el Washington Post es un repetido patrón de desafío a las normas democráticas e intentos por desconocer órdenes judiciales que limitan el ejercicio de su poder. Hay quienes ya adelantan las intenciones de Bukele de configurarse como un líder autoritario, acaso un dictador millennial, como lo llamó recientemente The Economist.

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Es decir, el problema en El Salvador no es de diferencias entre poderes del Estado, sino la intención de uno de ellos, el Ejecutivo, de imponer su voluntad.

Pero a juicio del secretario de la OEA, “el sistema ha sido avanzando y tiene una discusión política vibrante. En ningún caso podemos pensar que eso le haga mal a la democracia”.

Irónicamente, en esa misma conferencia, minutos antes Almagro habló del carácter esencial de los órganos legislativos en momentos de crisis sanitaria en los que el Ejecutivo tiende a tomar un rol más preponderante. “Los parlamentos son fundamentales y su función es imprescindible para el mejor funcionamiento del sistema democrático”. Además, dijo Almagro, “los aparatos judiciales han tenido que ajustar sus trabajos para tener que cumplir su función esencial de frenos y contrapesos” a los gobiernos centrales.

Este aprecio por la función del judicial y del legislativo parece aplicar en términos generales, no así para el caso de El Salvador, donde él observa una “normalidad democrática”.

Precedente de silencio
Luis Almagro ha sido criticado por haber guardado silencio en el intento de golpe al poder Legislativo, el pasado 9 de febrero. En esa ocasión, el presidente Nayib Bukele ingresó con militares y policías fuertemente armados al Salón Azul del Legislativo para presionar por un préstamo, como el mismo mandatario admitió.

Observadores internacionales, influyentes congresistas en Estados Unidos y prestigiosos medios como el Washington Post lanzaron a denunciar en febrero este atentado al balance de poderes.

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Sin embargo, lo único que Almagro dijo al respecto fue un tuit el 8 de febrero, un día antes de los infames hechos, pero cuando ya se había anunciado el intento de golpe. “Mantuve conversación telefónica con la Canciller de El Salvador (Alexandra Hill). Expresó respeto del Gobierno de su país por Constitución e institucionalidad y reafirmó compromiso de Gobierno del Presidente Nayib Bukele con políticas de seguridad que han arrojado positivos resultados”, fue el pronunciamiento del secretario general.

El mismo funcionario que ha sido un feroz crítico de los intentos de gobiernos como el venezolano o el nicaragüense de silenciar sus parlamentos y sus cortes optó en esa ocasión por solo retomar una voz, la del gobierno de El Salvador, y afirmar que hay respeto por la institucionalidad.

Medidas en las cárceles
Recientemente, en medio de la crisis del COVID-19, hubo un repunte de homicidios que llevó al presidente Nayib Bukele a declarar emergencia en los penales donde hubiera pandilleros. Acompañó estas órdenes con fotos de miles de pandilleros semidesnudos y hacinados, algunos sin mascarillas, en tiempos donde se recomienda distanciamiento físico para evitar contagios del virus que acecha al mundo entero.

Esto le ganó al presidente numerosas y duras críticas por sus medidas draconianas y su irrespeto a los derechos de los prisioneros.

Sin embargo, para Almagro la medida fue justificada por “los niveles de permeabilidad del crimen organizado en las cárceles salvadoreñas, que son mucho más altos que en otros países de la región”. Por ello, insistió que estas políticas deben aplicarse de forma distinta a si fuera en cárceles de Alemania o Estados Unidos, por ejemplo.

“Si yo tuviera que hacer un aporte real a la implementación a esas políticas, diría que son absolutamente necesarias e imprescindibles en este momento, porque sería algo nefasto que alguien dijera que no era necesario hacerlo, practicar esas políticas en las cárceles salvadoreñas. Sería inadmisible e intolerable”, añadió.

Inmediatamente después de defender las medidas carcelarias, Almagro habló de la densidad poblacional de El Salvador y cómo el aislamiento es necesario para contener la pandemia. Con ello, destacó las oportunas medidas de confinamiento que el gobierno ha implementado, las cuales han sido reconocidas como positivas en su momento. Estas, sin embargo, parecieron no importar al momento de castigar a los reos por el repunte de homicidios.

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