“No puedo entender que el presidente Bukele haya dicho eso”, dice primer director de Onusal en El Salvador

Philippe Texier, jurista y defensor de los derechos humanos, considera que las declaraciones de Nayib Bukele sobre los Acuerdos de Paz y la guerra fueron una provocación.

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Por Lilian Martínez

2021-02-01 9:10:34

En el marco de la publicación de la investigación “Esquipulas II, 30 años después”, auspiciada por la Fundación Panamericana para el Desarrollo (PADF), el primer director de ONUSAL en El Salvador, Philippe Texier, habló con El  Diario de Hoy  sobre el espíritu de aquellas primeras negociaciones, las que tras de numerosos acuerdos previos como el de San José (Costa Rica), permitieron llegar  a la firma de los Acuerdos de Paz.

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¿Cuál fue el aporte más importante de los Acuerdos de Esquipulas para la pacificación de Centroamérica?

La problemática del acuerdo era que se intentaba instaurar democracia en países donde no existía y de apoyarse sobre los instrumentos internacionales de derechos humanos. En el caso de El Salvador es evidente porque el acuerdo en San José era un acuerdo típicamente sobre la aplicación de las normas de derechos humanos. Por eso es que ONUSAL, que fue la misión de Naciones Unidas que se instaló en El Salvador para verificar los acuerdos, empezó con solo el acuerdo de San José. Es decir, el primer contingente de ONUSAL fue un contingente de civiles, no había ningún militar, todavía los acuerdos no se habían firmado, se firmaron a inicios del 92. La idea era pacificar todos los países de América Central apoyando definitivamente la democracia y los derechos humanos. Empezó con El Salvador, pero después siguió con Guatemala y más o menos todos esos países cambiaron en cierta forma.

Claro que treinta años después es complicado ver lo que no se ha respetado, lo que no se ha aplicado pero muchas cosas cambiaron, eso no se puede negar. En el caso de El Salvador, por ejemplo, el solo hecho de la creación de una policía civil con normas civiles fue un cambio total si uno pensara en lo que eran los cuerpos de seguridad militares con todos los abusos que hacían. Esta creación de la policía civil, apoyándose sobre normas internacionalmente reconocidas era importantísima. (…) El gran éxito también fue el hecho de que el FMLN, que era un grupo armado, se transformó en un partido político. Y eso pasó sin ningún problema mayor y en esos treinta años hubo una alternancia de poderes entre derecha e izquierda, entre otros partidos  y el FMLN. Y eso ahora me parece que en el funcionamiento de las instituciones salvadoreñas eso ya es natural, es natural que haya un cambio cada cinco años en un modo pacífico, sin fraude y sin problema mayor. Eso realmente fue un cambio fenomenal.

¿Hay algún tipo de reversión en la democracia y el respeto a los derechos humanos en Centroamérica? ¿En qué se nota esto?

Yo diría que los derechos humanos son una lucha cotidiana, no son instalados definitivamente en ningún  país y siempre hay  posibilidades de retroceso. Por ejemplo, en América Central hay un alto nivel de violencia por varios motivos. No voy a entrar en detalles de los motivos, pero la delincuencia, las famosas maras que existen en Honduras, en El Salvador y en Guatemala y la represión de eso pasa muchas veces por violaciones a los derechos humanos. Es decir, hay que mantener una vigilancia total permanente, en eso el papel de la prensa es fundamental, pero también hay que tener instituciones, oenegés, como las universidades, que puedan vigilar todo eso. Yo creo que la situación en América Central sigue siendo muy preocupante, el nivel de violencia.

¿Qué pierden los ciudadanos cuando la democracia y el respeto a los derechos humanos decrecen o se revierten?

La democracia garantiza una libertad para cada uno, la libertad del ciudadanos, el poder de votar, el poder de expresarse, la libertad de la prensa y cada vez que hay violación a esos derechos son retrocesos que perjudican la vida cotidiana en todo el mundo. El poder acceder sin ninguna traba a la justicia, por ejemplo; el no temer a las fuerzas policiales, todo eso es necesario en todos los países que pretenden ser democracias.

¿Cuál es el poder de la Fuerza Armada en una democracia y cuál es el papel de la Fuerza Armada en un sistema totalitario? ¿Cómo distinguirlo?

En el Acuerdo de Paz era bien claro, definía, lo que era o lo que debía hacer la Fuerza Armada: proteger el territorio y garantizar la independencia del país. ¿Qué quería decir eso? Que la Fuerza Armada, en ninguna manera, en ninguna forma tenía que intervenir en asuntos internos, su papel era proteger las fronteras y proteger la independencia del país. Cada vez que la Fuerza Armada interviene dentro del país, eso quiere decir que hay problemas de violaciones o problemas contra la democracia. Por eso es que se había creado una policía civil. El término civil es fundamental, el ejército no tiene ningún motivo para intervenir dentro del territorio (…). Evidentemente en países autoritarios la fuerza militar tiene otro papel, e interviene dentro del país para jugar un papel que no es el suyo.

“Que 30 años después se pueda afirmar que eso (la guerra) fue una farsa es totalmente incomprensible. No tengo explicación a eso, pero es obvio que es un grave error afirmar eso”.

Philippe Texier, Sobre lo que dijo Bukele.

¿Qué impacto tuvo en ONUSAL, en su momento, la aprobación de la Ley de Amnistía que ya fue declarada inconstitucional?

Eso fue una gran desilusión para nosotros y creo que para muchos salvadoreños también. Desafortunadamente, si uno se pone a mirar todos los procesos de paz o todos los proceso de pasar de una dictadura a una democracia siempre, siempre se acompañan de leyes de amnistía y en la mayoría de los casos las leyes son demasiado amplias. Es decir, que haya una voluntad de perdonar el pasado es muy entendible. Pero una ley de amnistía que tiene la perspectiva de borrar el pasado, eso es inadmisible y es lo que pasó en El Salvador con el apoyo del Gobierno y, hay que reconocer, del FMLN también. El FMLN en ningún momento se opuso. Tengo presente el tiempo en que pasó eso: la Comisión de la Verdad emite su informe y cinco días después se vota la Ley de Amnistía. Hubo que esperar mucho pero finalmente se derogó esta Ley de Amnistía. Si uno ve lo que ha pasado en el cono Sur, en Chile, en Argentina, todas esas leyes de amnistía algún día tuvieron que ser revocadas. El pueblo no puede admitir esa voluntad de borrar el pasado. Una cosa es el perdón, otra es  el olvido. Se puede perdonar, pero para perdonar hay que conocer la verdad. La Comisión de la Verdad en El Salvador contribuyó a eso, pero había que juzgar a un poco de gente y eso nunca se hizo.

Un veterano de guerra es custodiado por un policía y escoltado por un miembro de ONUSAL después de terminado el confilcto armado en 1992. Foto EDH/ Francisco Campos

Con la declaratoria de inconstitucionalidad de esa ley de amnistía, se abrió la posibilidad de llevar ante un juez el caso de El Mozote. La semana pasada, el arzobispado de San Salvador permitió que el juez de Gotera revise los archivos de Tutela Legal sobre este caso. ¿Qué significa para la democracia y para los derechos humanos que este caso avance y haya una sentencia para los acusados?

Creo que es muy importante, pero no para tener una pena después de 30 años. El interés de que haya un juicio es que se pueda debatir públicamente lo que ha pasado, que se pueda reconocer la verdad de lo que ha pasado y avalar esta verdad por un juicio es muy importante para la historia de un país y para que no se pueda negar más lo que ha pasado. Las autoridades trataban de ignorar o negar este pasado. Un juicio permitiría definitivamente considerar que sí ha pasado, que sí fue grave. Eso de la pena después yo diría que no es tan importante a este nivel. Lo importante es la declaración de que sí ha pasado y que sí fue terrible.

Si usted tuviera la oportunidad de explicarle al presidente que ni la guerra ni los Acuerdos de Paz fueron una farsa, ¿cómo se lo explicaría?

Francamente no puedo entender que el presidente haya dicho eso. ¿Cómo negar que una era con un nivel de violencia y crueldad realmente terrible en un país tan chiquito como El Salvador, hubo una cantidad de muertos considerable, hubo tortura, hubo desaparición, hubo todas esas cosas que prohibe la consciencia universal. Y después hubo esos acuerdos, después de una larga negociación. ¿Cómo se puede negar la historia? Francamente, para mí es poco comprensible eso. Pero, no sé. Me imagino que tuvo que ser una provocación de parte del presidente, porque él sabe perfectamente que eso ha pasado, que eso no ha sido ninguna farsa, que eso ha sido gravísimo y que justamente el pueblo salvadoreño y todos los partidos han buscado firmar acuerdos de paz que permitan llegar a un porvenir mejor. Que 30 años después se pueda afirmar que eso fue una farsa es totalmente incomprensible. No tengo explicación a eso, pero es obvio que es un grave error afirmar eso.

"En el Acuerdo de Paz era bien claro, definía, lo que era o lo que debía hacer la Fuerza Armada: proteger el territorio y garantizar la independencia del país. ¿Qué quería decir eso? Que la Fuerza Armada, en ninguna manera, en ninguna forma tenía que intervenir en asuntos internos”

Philippe Texier, Sobre la Fuerza Armada.

¿Cómo podremos recuperar el espíritu de los acuerdos de Esquipulas, de los acuerdos de San José, de los acuerdos de Paz?

Es difícil, es un trabajo cotidiano de la ciudadanía. Yo diría que todos las ong que trabajan para acercar a la gente, todas las universidades, todos los grupos que trabajan pacíficamente pueden ayudar a eso. ¿Cómo llegar a la concordia? Esa es una lucha cotidiana en todos los países. No es posible que se olvide lo que ha pasado durante esta guerra tan terrible. Yo creo que es un esfuerzo de cada uno y en particular del poder político, de tratar de pacificar, de no tener relaciones violentas y de luchar contra la violencia con sus declaraciones, con su política. Es una necesidad de un esfuerzo personal de todos los ciudadanos. Yo creo que los ciudadanos tienen que exigir esta paz, tienen que exigir que haya relaciones cordiales. Es comprensible que haya partidos políticos que no piensen lo mismo, pero esa confrontación debe quedarse en confrontación de ideas y en modo pacífico. No hay otra forma.

Hace unos días, el vicepresidente Ulloa mencionó que entre las reformas a la Constitución que se discuten está la propuesta de establecer nuevamente el servicio militar obligatorio. ¿Esto sería un retroceso respecto a los acuerdos de hace 29 años?

No obligatoriamente, eso dependería del papel que se asigne a este servicio militar obligatorio. En mi país por ejemplo, durante siglos el servicio militar era obligatorio, se terminó eso y ya no es obligatorio. Yo personalmente presté un servicio entre comillas militar, en cooperación técnica en América Latina. Pero un servicio militar corto para los jóvenes, a mí no me choca. Eso depende mucho de ¿cuál servicio militar? y ¿para qué?. Si es para mostrar que un ejército es necesario, etcétera, y para explicar lo que debe ser el papel de un ejército en democracia, muy bien. Pero si se trata de volver al pasado, a lo que pasaba antes de los acuerdos, cuando los militares intervenían en la vida cotidiana como policías o como cuerpo de seguridad eso sí sería un retroceso gravísimo. Pero la sola idea de hacer un servicio militar para los jóvenes a mí no me choca.