Penetrando en los intersticios de la historia: Leonardo Sciascia
“Los catástrofes imprevistas nunca provienen de las consecuencias —o, los efectos, si lo prefieren— de un solo motivo, de una causa única, sino que son, de otro modo, como un torbellino, un punto ciclónico de depresión en la consciencia de una nación, hacia lo cual convergen y contribuyen toda una multitud de causas”. Carlo Emilio Gadda. El zafarrancho aquel de Via Merulana (Quer Pasticcaccio brutto en la Via Merulana).
¿Qué tarea sería más difícil que “escribir” la historia de una nación y recrearla desde la memoria resbaladiza y las ilusiones positivas y negativas? ¿Cómo extraer esta historia desde las versiones intencionalmente distorsionadas de lo que ha pasado?
Consideramos una región parecida a Centroamérica, en la cintura de un continente: Sicilia, una isla exactamente en medio del mar Mediterráneo, una guayaba por la que pelearon, durante siglos, griegos, romanos, árabes, normandos, los Garibaldi y Cavour en el Risorgimiento, de los fascistas de Mussolini; la resistencia antifascista durante la Segunda Guerra Mundial y los americanos imponiendo el Plan Marshall y la “americanización” de Italia durante la postguerra. Las resonancias abundan.
La historia es, para comenzar, una investigación para examinar los eventos y establecer las causas y efectos en la recuperación desde el terreno peligroso de la memoria de hechos traumáticos, tales como Il Ventennio, los 20 años del fascismo en Italia, que han sufrido tantas revisiones, falsificaciones, narrativas documentales, recuentos verdaderos representados en el cine, los libros o las series de televisión. ¿Les suena?
Escogemos, como un posible modelo de historiador protagonista, a un tal Leonardo Sciascia (1921-1959). Nacido en Sicilia, su padre laboraba en las minas de azufre y sal cerca de Palermo, como todos los campesinos sicilianos, Sciascia estudió para ser profesor de secundaria, pero llegó a ser un escritor que documentó la historia de Sicilia, abarcando hasta los años 60 y 70.
Sciascia, en sus novelas detectivescas, narrativas históricas, nos lleva no a la vida pequeña y vulgar de un detective honesto y humilde confrontando la mafia en su Sicilia natal, sino a la vida cotidiana de los sicilianos (léase cualquier otra nacionalidad) de los años 60 del siglo pasado y de los heroicos fracasos y asesinatos de los jueces antimafia como Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, del secuestro y asesinato del político Demócrata Cristiano Aldo Moro, de los esfuerzos legendarios pero fracasados de Alexander Dubcek en la Checoslovaquia de 1968, de Lázaro Cárdenas y Benito Juárez en sus proyectos para levantar México de la nada. Buscando en los intersticios de cómo escribir la historia, Sciascia abarca hasta visiones de la Antigone de Sófocles, del Don Quijote de Cervantes, el Candide de Voltaire, de Guillermo de Baskerville en El Nombre de la Rosa, de Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle y de Julien Sorel en El Rojo y Negro de Stendahl, a quien Sciascia rindió el máximo homenaje. Es una mezcla grande y amplia de influencias que quien desee escribir la historia nacional de su país tiene que traer consigo los textos de Sciascia para descifrar sus valiosas insinuaciones.
Agregamos a estas nociones de estilo una erudición asombrosa con corrientes subterráneas de la fabulosa literatura del Renacimiento italiano de los siglos XV y XVI con su sátira, crítica e ironías históricas como en el gran poema épico Orlando Furioso de Ludovico Ariosto y la épica de la primera Cruzada cristiana contra los árabes musulmanes en La Gerusalemme Liberata (Jerusalén Liberada) de Torquato Tasso. El lector tampoco puede escapar a las ironías de la commedia dell´arte del Volpone de Ben Jonson en la Inglaterra de Shakespeare.