Fotos: Las finas hamacas de las mujeres Cuspeñas

Son 20 mujeres de diferentes edades y familias, que iniciaron con vendiendo su mano de obra para elaborar hamacas pero ahora son dueñas de la marca Hamacas Marinera, producto con calidad de exportación. Adicionalmente se dedican a comercializar pollos y huevos, además de tener una pequeña tienda en su comunidad.

Por Violeta Rivas

2019-09-14 9:45:45

María Isidora Cortez, de 54 años, es una de las 22 mujeres que forman parte de la Asociación Mujeres con Esperanza, de Cacaopera, en Morazán. Ellas comenzaron con la elaboración de hamacas hace más de 20 años como una forma de llevar ingresos económicos a sus familias.

“La necesidad nos llevó a comenzar a tejer como mozo. Una tienda de artesanías nos daba el hilo para hacer la manta de la hamaca y nos pagaban $5 por cada una; nosotras nos conformábamos con eso. Nos pagaban solo la mano de obra y nos tardábamos hasta 15 días en hacerla, porque aparte teníamos que hacer las cosas de la casa”, dice la artesana.

Ahora María tiene ya 21 años de tejer hamacas, un arte que se ha vuelto más fácil cada vez debido a la práctica, pero ahora lo hace con más entusiasmo debido a que el grupo de emprendedoras las vende a un mejor precio y en mayor cantidad; las hamacas están siendo vendidas hasta en Estados Unidos.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA), de la Organización de las Naciones Unidas, vio la necesidad de las mujeres de mejorar su calidad de vida y les ha ayudado a concebir una marca denominada Hamacas Marinera, nombre que las mismas artesanas eligieron, además de definir el empaque y mejorar el precio de venta.

Actualmente las mujeres tienen una página de redes sociales llamada Mujeres con Esperanza para comercializar las hamacas, en tres diseños, una con diferentes colores llamada Papagayo, otra con los colores de la bandera de El Salvador que se llama Salvadoreña, y una con los colores del océano con el nombre Marinera.

“Mi mamá me impulsó a estar en el grupo, yo le dije que quería entrar a aprender a hacer hamacas, ella me había enseñado un poco, pero yo quería aprender más a tejer. Hoy me siento feliz de venir con mi mamá a trabajar y ayudar a la casa con lo económico, ya ahora no sentimos difícil hacer una hamaca, al principio nos tardábamos más, pero ahora en 15 días ya hemos terminado una”, comenta Elsa Luna, de 19 años.

La hamaca de tres varas (2.51 metros) es vendida en $50; la que mide 4 varas (3.4 metros) vale $60.
Los productos están a la venta en La Piskucha, dentro del Museo Nacional de Antropología David J. Guzmán, en Avenida Revolución, colonia San Benito, o al WhatsApp 7872-1538 o al 7729-5445, con Dinora Martínez.

Negocio diversificado

En el cantón Calavera, de Cacaopera, el PMA entregó a 101 familias un módulo de siete gallinas con un gallo para que las personas pudieran tener huevos y pollos para la venta, para poder contribuir con la nutrición de las personas de la zona de Morazán.

A la asociación, el PMA también la ha beneficiado con una incubadora, para que no solo comercialicen el huevo a $0.12, sino que puedan también vender pollos a un dólar cada uno.

“Una incubadora como la que está en la asociación, con la que se benefician 39 familias, tiene una capacidad de 528 huevos, y un porcentaje de nacimientos de entre el 60% y 70%, y están naciendo unos 300 pollitos, cada 21 días, es un negocio bastante productivo”, expone Carlos Alvarenga, oficial de programas del PMA.

Otra incubadora fue instalada en la comunidad El Sálamo, de Cacaopera, donde 12 familias se benefician. Además, 50 familias fueron beneficiadas con la entrega de los módulos de un gallo con siete gallinas. Dos incubadoras más están en el municipio de Jiquilisco, en Usulután donde hay más familias beneficiadas por el PMA.

Además de estos ingresos, las mujeres de la asociación iniciaron un ahorro con el que han comenzado una tienda de venta de productos de primera necesidad en la comunidad.

María Elba Santos, de 64 años, es la encargada del negocio, además de ser la tesorera de la asociación, ella cuenta que el grupo de mujeres se unió en el 2015, y comenzaron a hacer un pequeño ahorro, y con ese dinero comenzaron con la idea de vender productos de primera necesidad en marzo de este año.

“Gracias a Dios las demás mujeres han confiado en mi y vamos bien en el negocio, somos bien unidas, todas nos consultamos las decisiones, nos apoyamos”, dice la emprendedora.

El PMA además les ha apoyado con capacitaciones sobre comercialización y ventas, donde las emprendedoras han aprendido a saber cómo vender los productos que elaboran, los que producen y cómo llevar la contabilidad de la tienda.

“Nos han servido de mucho (las capacitaciones) para poder prosperar en los que hacemos. Cuesta la tienda, porque tenemos que ir a comprar las cosas hasta el pueblo, halarlas hasta acá, estar pendientes de lo que falta, vendemos aceite, arroz, embutidos, bebidas, pan, azúcar y otros alimentos, y nos va bien en lo que hacemos”, dice María.