Inmigración, sexo y tecnología en la novela gótica
“Mi novela hablaría de los miedos misteriosos de nuestra naturaleza y despertaría emocionantemente a los horrores, para que el lector tenga miedo dar vuelta para ver atrás, para que cuaje la sangre y acelere los látigos del corazón”, Prefacio a Frankenstein o el Nuevo Prometeo de Mary Wollstonecraft Shelley, 1823.
¿Qué significarían los monstruos para los lectores de la época de la Revolución Industrialcomenzando en el siglo XIX de la época victoriana? Examinemos, como ejemplos, tres de las más famosas novelas góticas de ese entonces: Frankenstein o el Nuevo Prometeo, Drácula y El Sabueso de los Baskerville.
Los autores de estas tres obras son una inglesa, un irlandés y un escocés del Reino Unido; Mary Wollstonecraft Shelley, Bram Stoker y sir Arthur Conan Doyle. Shelley (1797-1851) nació en Londres y escribió durante los primeros movimientos de la Revolución Industrial en su país natal. Bram Stoker (1847-1912) nació en Dublín, Irlanda, y estudió en Trinity College Dublin para convertirse en abogado; escribió sus novelas durante el período cuando la reina Victoria estaba en el trono. Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930) nació en Edimburgo, estudió con la órden de los Jesuitas en el Reino Unido y en Austria y en la Universidad de Edimburgo para ser médico, fue ennoblecido por su trabajo en un hospital de Sudáfrica durante la Segunda Guerra con los Boers.
Las novelas góticas que estos tres escribieron son tal vez los ejemplares más famosos que perduran en el cine hoy. Forman parte de un género conocido como “novelas góticas” que utiliza un estilo literario que es exageradamente de más importancia que el contenido del texto. El estilo cubre el contenido del texto con descripciones que captan el olor de la maldad, de neblina, de vampiros, de muertos vivientes. Inspiran miedo por lo desconocido, se lleva a cabo en épocas lejanas y lejos de nosotros, pero propician, irónicamente, una perspectiva que resalta y critica los problemas sociales de su sociedad.
Pero si uno se limita a la examinación solamente de las versiones cinematográficas de estas tres novelas producidas en Hollywood, tendría una visión distorsionada y vulgar del arte con que Shelley, Stoker y Conan Doyle escribieron. Al leerlas, el lenguaje figurativo, las metáforas, las alusiones que utilizaron, además del escenario internacional en el que están colocados sus protagonistas, se resalta el estilo gótico en estas obras maestras. Y es plenamente posible argumentar que son críticas sociales de fenómenos como la inmigración, el sexo y la tecnología de sus sociedades, tan resonantes en nuestra propia época. Consideramos cada una de las tres bajo esta lupa.