Familias de soldados asesinados con saña en Vista al Lago cierran un ciclo de tres años de angustia

El Fiscal General, Raúl Melara, entregó las osamentas a los dolientes, el miércoles, junto con doctores de Medicina Legal. Las víctimas fueron halladas, hace dos meses, en un cementerio de clandestino de Vista al Lago, Ilopango.

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En octubre de 2018, Juana relató a El Diario de Hoy que había pasado años muy difíciles tras la desaparición y asesinato de su hijo. Foto EDH/ David Martínez

Por Óscar Iraheta

2019-09-05 6:40:51

Juana Gómez expresa que ha encontrado un poco de consuelo. El momento que esperó durante tres años llegó el miércoles, a las 9:30 de la mañana, cuando las autoridades le entregaron las osamentas de su hijo Saúl Humberto Turbín Gómez, uno de los cuatro soldados asesinados por los pandilleros en la residencial Vista al Lago, 10 de octubre de 2016.

“Gracias a Dios ya tengo aunque sea las osamentas de mi hijo. Con esto me conformo. Lo velaré dos noches y luego le daré cristiana sepultura”, expresó la apesadumbrada madre tras recibir los restos del militar.

Las osamentas fueron entregadas por el Fiscal General Raúl Melara y médicos del Instituto de Medicina Legal en un reducido cuarto de espera en la referida institución.

Los médicos cargaron en pequeñas cajas los huesos de las víctimas y luego las acomodaron en féretros pequeños. Con mucha delicadeza los forenses colocaron las extremidades, el cráneo y otros huesos de las víctimas en posición de un cuerpo humano.

“Nuestros niños están muy tristes y no entienden lo que está pasando. Creían que mi hermano vendría caminando, pero saber que solo están sus huesos es algo desgarrador y triste”.

Samuel Turbín, hermano del militar

Sin embargo, Juana prefirió guardar los restos de su hijo en una caja más grande que adquirió en una funeraria particular. El féretro fue forrado con el Pabellón Nacional que le entregó la Fuerza Armada durante el acto simbólico en Medicina Legal.

También los familiares del soldado Nelson Omar Díaz López recibieron el cadáver del militar por el Fiscal General, el único funcionario que acompañó a las víctimas. Los jóvenes soldados fueron asesinados con saña por unos 40 pandilleros.

Melara consoló a la esposa y al tío de la víctima y ofreció apoyo e investigación al caso.

“Vamos a trabajar para que este múltiple crimen no quede impune. Ya tenemos en la cárcel a toda la estructura que cometió este delito. Este tema es prioridad para nosotros, cada persona que desaparece cuenta y por eso estamos haciendo más esfuerzos”, expresó Melara al tiempo que abrazó y expresó sus condolencias a los dolientes.

Después de la entrega de los cadáveres, personeros y mandos medios de la Fuerza Armada apoyaron a los familiares y los trasladaron hacia sus casas en los municipios de Tacuba, en Ahuachapán y Chalchuapa, en Santa Ana.

Los familiares viajaron desde la madrugada de sus casas en los municipios de Chalchuapa y Tacuba, en el occidente del país, ya que todos estaban destacados en cuarteles de la referida zona.

El 10 de octubre de 2016, los cuatro soldados viajaban a Ilopango, hacia la Fuerza Aérea en un microbús de la ruta 29, cuando fueron raptados por un grupo de pandilleros en la residencial Vista al Lago, ya que los militares se equivocaron de ruta de microbús.

Los pandilleros al percatarse que los pasajeros eran militares, los sometieron y obligaron a caminar por varias veredas de la zona hasta que los asesinaron con lujo de barbarie. Los soldados fueron enterrados en fosas clandestinas.

Familiares de Saúl Humberto Turbín Gómez dan gracias a Dios por tener los restos del soldado luego de tres años de angustia. Foto EDH/ David Martínez

Tras varios intentos fallidos para su localización, hace tres meses las autoridades de la Policía y Fiscalía informaron que en las laderas de Vista al Lago los investigadores habían encontrado tres fosas clandestinas y en una de ellas hallaron a los soldados.

Melara expresó que aún falta la entrega de los efectivos Leonidas Enrique Morales Morán, de 22 años, y Wilfredo Pérez López, de 26, ya que aún se realizan análisis forenses en las osamentas. “En un tiempo muy corto haremos entrega de las otras víctimas, estamos trabajando para dar un poco de alivio a estas familias”, sostuvo Melara.

Lo trataron de “desertores”

Ambas familias expresaron su agradecimiento a las autoridades por el esfuerzo, aunque Juana Gómez no olvida el día que los jefes militares le notificaron que “su hijo había desertado de la Fuerza Armada porque no se presentó a un curso a la base la Fuerza Aérea”, situada a dos cuadras de la calle que conduce a Vista al Lago.

“Después de tres años no he recibido ni un salario de mi hijo. Él era quien nos ayudaba con lo poco que ganaba como soldado. Somos pobres y lo que vivimos es muy doloroso”, relató entre lágrimas la madre de Saúl Humberto.

Triste recibimiento en Tacuba

En el cantón Cincuyo de Tacuba de donde era originario Turbín Gómez, amigos y familiares se apoyaban y abrazan al tiempo que cuatro soldados cargaban el féretro del militar por una vereda para luego ingresar en la modesta casa de piso de tierra y paredes de lodo.

“Nuestros niños están muy tristes y no entienden lo que está pasando. Creían que mi hermano vendría caminando, pero saber que solo están sus huesos es algo desgarrador y triste”, expresó Samuel Turbín, hermano del efectivo militar.

Los Turbín acomodaron su modesta casa para recibir a sus vecinos y hermanos de la iglesia evangélica donde se congregan.

Recibían a los visitantes con comida, pan y refresco, al tiempo que varios hombres intentaban nivelar y acomodar el féretro en el desnivelado piso de tierra.

Juana era consolada por sus vecinas y amigas de la iglesia. Entre sollozos les expresaba que “ese fue el destino de Dios y que siempre tendrá a su hijo como un héroe que defendía a la patria”.

“Nunca voy a superar este dolor, pero ahora es menos porque voy a saber donde está mi hijo enterrado. A los que le hicieron esto les digo que Dios tenga misericordia de ellos y que se arrepientan de lo que cometieron. No era justo matar a alguien solo por ser soldado”, declaró la señora.

Para el viernes la familia Turbín tiene programado el entierro de Saúl Humberto, en el cementerio de Tacuba, el mismo lugar donde está enterrado su hijo que falleció de cinco meses tras padecer una enfermedad.