Doctor Fabio Castillo: Asamblea Legislativa debe vigilar que $2,000 millones serán bien invertidos

Los diputados están por discutir la solicitud de fondos del Ejecutivo. El doctor Fabio Castillo expresa que se le debe dar garantías a la ciudadanía del buen uso de esos dineros.

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Foto EDH / Archivo

Por Mario González/Diana Escalante

2020-03-22 10:00:02

El doctor Fabio Castillo cree que hasta el momento el gobierno ha actuado correctamente para enfrentar la amenaza del coronavirus, pero considera que debe dar muestras de confianza en que se invertirán bien los fondos que le apruebe la Asamblea y, más bien, enfatiza en que este Órgano debe ejercer un control sobre el destino de los mismos. Al mismo tiempo, apunta que la discrecionalidad que le da la emergencia y el Estado de Excepción no debe prestarse para abusos como el del 9F. Estos son sus criterios…

¿Cuáles son los alcances que le da la ley y la Constitución en estos casos al Ejecutivo para tener discrecionalidad en la parte jurídica y financiera?
El régimen de excepción implica una suspensión de garantías. El Estado en algunos momentos no puede garantizarle a usted, por ejemplo, la libre circulación, sino que le dice: “mire, no se la puedo garantizar de tal hora a tal hora porque tengo que atender ( por ejemplo en caso de guerra o invasión) las operaciones bélicas. Si usted sale a la calle es por su cuenta”. La gente aquí ha entendido que sí yo salgo a la calle cualquier autoridad puede disparar y matarme, eso no es cierto. Los derechos los tiene que respetar el Estado.

Evidentemente, el régimen de excepción en estas circunstancias procedía, sin duda alguna: estamos en una epidemia. Ahora bien, pongamos las cosas en su punto justo. El coronavirus se está difundiendo rápidamente en el mundo, pero más rápidamente se ha difundido el virus de la psicosis. Estamos viviendo dentro de una psicosis, en la cual algunos creen que el Gobierno puede hacer cualquier cosa, puede tomar medidas discrecionales. Algunos otros creemos que no. Están bien las medidas que ha tomado el Ejecutivo en general, pero no es que pueda hacer cualquier cosa.

El Ejecutivo ha solicitado a la Asamblea la aprobación de $2,000 millones por la emergencia…
No es que pueda pedir $2,000 millones y si no se los dan diga que la Asamblea está en favor de que el coronavirus acabe con el país, no, las cosas no son así. Hay que analizarlas todas con mucha serenidad, con mucha reflexión y tomar las medidas pertinentes. Yo digo que con respecto a los $109 millones y a los $2,0000 millones. Mi duda es la siguiente: Tenemos el caso de Osiris (Luna, viceministro de Justicia), cuyo viaje fue pagado por una empresa que va a participar en una licitación. Ya es el momento de que el Gobierno, en un afán de depuración, hubiera no solamente destituido a Osiris sino que hubiera expresado públicamente que esa empresa no puede participar en las licitaciones y que de ninguna manera le van a ser adjudicadas ningún tipo de obras ni de compras.

¿Qué se debe hacer?
Creo yo que eso es elemental que se haga para que todos tengamos confianza en que esos millones de dólares van a ser bien invertidos, bien utilizados, incluso, bien gastados. Todo eso debemos velar por que se dé. No podemos pensar que el presidente y su gabinete pueden hacer cualquier cosa. Yo tengo ahí mi terror de que el Gobierno entienda eso como, no le podría decir caja chica, de una caja grande de la cual puede disponer a discreción. Los $2,000 millones, si se aprueban, que se aprueben con vigilancia legislativa, no es para gastar hoy se me ocurrió tal cosa, tal otra. Eso que se haga programadamente. Que el Ejecutivo proponga y que el Legislativo no se empeñe en poner estorbo. Si la ley y todo es apropiada, que lo apruebe de inmediato.

¿En qué se tiene que usar ese dinero?
En muchas cosas. La primera es en actualizar nuestro Sistema de Salud, es decir, que entiendo yo que no solamente no estábamos preparados para un caso como este, que nadie estaba preparado en el mundo, sino que nuestro Sistema de Salud es en sí deficiente. Deberíamos invertir en poner el Sistema de Salud al día, con capacidad de atender las necesidades normales de la población y de responder rápidamente a una crisis. Estaría bien tener un hospital general permanente, no solo para esta crisis, no le voy a llamar de primer nivel, de segundo orden, pero eficiente, que pueda atender a la población.

¿Más que créditos que son deuda sobre deuda, qué incentivos puede dar el Estado para compensar a la empresa privada?
Yo no voy a hablar sobre ayudas a la empresa privada. No es que yo me oponga a eso, pero me parece algo terrible de pensar en que muchos en la empresa privada se han opuesto a los subsidios del gas, a los subsidios del agua, al subsidio de la electricidad, que son para los pobres y que ahora vengamos los pobres a subsidiar a los ricos, yo creo que en eso hay que tener un gran cuidado. Medidas que no me agradan a mí: que no se cobre la electricidad, que no se cobre esto, que no se cobre lo otro, que se cobre más adelante, a mí eso no me parece, lo que podrían haber dicho es que no se va a poder cortar el servicio de luz, ni el de agua por motivo de mora, pero el que quiera pagar, el que pueda pagar, que lo haga. No tienen por qué retrasarle el pago. La gente se va a gastar el dinero y cuando le toque pagar no lo va a tener. No me gusta la palabra incentivo para eso, porque incentivo es para hacer. Sin duda alguna hay que pensar en el problema económico y hay que buscar formas de que no repercuta ni en los empresarios pequeños y medianos, ni en los trabajadores de las empresas pequeñas, medianas o grandes, pero no es una caja grande para decirles vamos a repartirles a estos a estos y a estos.

¿El estado de emergencia posibilita que el Ejecutivo o cualquier otra autoridad se pueda saltar la Ley LACAP?
Siempre tiene que haber control. La Asamblea podría rápidamente hacer algún un tipo de reforma que pudiera evitar lo engorroso, porque es otro problema nuestro, ponemos tantas trabas. Nos pasamos de las trabas correctas a las incorrectas, a las trabas que yo llamo moratorias. Aquí es donde deberíamos de empezar a revisar atinadamente nuestra legislación y poner los controles, no las trabas, correctos para el uso del dinero.

Sobre que se llame a la CICIES antes que a la Corte de Cuentas en el tema de compras…
Estoy totalmente opuesto a la CICIES. No creo que sean los extranjeros los que tengan que venir a controlarnos. Ya si nosotros nos somos capaces de ejercer controles nosotros mismos es que no merecemos ser un país con soberanía. La soberanía implica que nosotros tenemos la facultad de determinar nuestro futuro, de juzgar nuestras diferencias y otra serie de cosas más, pero esas dos son fundamentales.

¿Qué puede comprar y qué no con la venia que le da el Estado de emergencia?
Evidentemente hay cosas que no podemos comprar: una bomba atómica, varios buques, una flotilla de helicópteros, etc., sino lo indispensable para enfrentar la crisis: medicinas, mascarillas, cuestiones para preservar, etc.

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En ese marco, tomando en cuenta los acontecimientos del 9 de febrero, ¿no hay riesgo que con esa discrecionalidad que tiene ahora el Ejecutivo pudiera haber algún tipo de abuso, de fuerza o de cualquier otra índole?
Aunque no hubiera sucedido lo del 9 de febrero, que es gravísimo, todos debemos estar dispuestos a ponerle contención al presidente. La humanidad, la civilización, ha tardado siglos en lograr ponerle frenos al ejercicio del poder por parte del gobernante y Nayib deja de lado esas trancas, le pueden llamar, que se le ponen se las salta y ya estuvo. Lo del 9 de febrero es una cuestión inconcebible. Tengo días de estar diciendo que ya no es la inconstitucionalidad, ya no es la ilegalidad, ya no es la inmoralidad es la estupidez de ciertas medidas y peor aún de las justificaciones y explicaciones posteriores.

Porque el 9 de febrero en la explanada estaban reunidas no sé cuantas personas, no era el pueblo evidentemente, pero cualquiera que haya sido el número dentro de ellas se encontraba todo el gabinete de gobierno. Brillantes, inteligentes, normales y subnormales. Todos estaban ahí y las explicaciones que dan: primera que ese contingente militar era la escolta normal del presidente de la República, o sea que a donde quiera que vaya tiene que ir con esa escolta militar, que yo no he logrado saber de cuántos. Si ya esto dejó atrás a las caravanas de Funes, totalmente, no solo el número sino la forma, con armas largas y todo eso, no, inconcebible. Militares en la Asamblea solamente deben ser la escolta del Pabellón Nacional, aquellos que por votación nacional ostenten un cargo como diputados o el ministro de Defensa o aquellos que van a recibir un reconocimiento de parte de la Asamblea por servicios excepcionales prestados al país. No más. Ni uno más. Ni de ínfimo rango ni de más alto rango que exista. Solamente esos son los casos en los que un militar puede pisar el Salón Azul de la Asamblea.

Nos dan la explicación de que era la escolta normal del presidente, pero se desdicen después y ¿qué afirman? Afirman que habían ido para proteger a los diputados. ¿A protegerlos de quién? A l pueblo que estaba alzado en armas en la explanada, al pueblo que ellos mismos habían llamado a las armas. O sea que llamo a las armas al pueblo y después me aposto con militares para dispararle al pueblo, porque dentro de la Asamblea, los diputados hubieran sido las víctimas de esa insurrección a la que llamó el presidente y su equipo y que llevó militares para combatirla. Eso no tiene ningún sentido.

¿Cómo actuaron los militares entonces?
A través de un gran esfuerzo y un gran sacrificio, el país había logrado que los militares regresaran a su papel. Viene Nayib y los saca de su papel y los introduce en, no le puedo llamar nuevo rol, porque es lo que hacía antes: intervenir en los asuntos políticos del país, pero los pone de nuevo, actuando en eso, eso es peligrosísimo. Es abrir la puerta para que el día menos pensado haya un golpe militar.

¿Cómo evitar que el precedente del 9F se repita, sobre todo con el liderazgo que adquiere el Ejecutivo en estas circunstancias?
El presidente tiene atribuciones, no tiene derechos; tiene atribuciones que le permiten actuar no a discreción, sino en beneficio del pueblo. Puede equivocarse, claro, ya lo hemos visto, pero no es que tenga discrecionalidad para actuar. Tiene límites y esos límites están marcados por la Constitución y dentro del régimen de excepción puede hacer ciertas cosas que no podría si no existiera el régimen de excepción, como, por ejemplo, impedir la entrada de un salvadoreño al país y en estas circunstancias todos lo entendemos. Yo no creo que, hasta el momento, por el régimen de excepción, el presidente haya abusado. En general estoy de acuerdo con las medidas que ha tomado el presidente. Nuestro gobierno ha respondido, no solo con la prontitud del caso, sino con una gran eficiencia comparado con toda Europa.

¿Cree que el Ejecutivo está actuando con apego a la Carta Magna ahora?
Le voy a dar una respuesta que no es respuesta: relativamente bien. Lo que yo espero en general, yo cuando era profesor universitario, en la primera clase, cuando uno da las indicaciones generales, les decía a mis alumnos lo siguiente: “hay dos frases maravillosas que lo sacan a uno del apuro: “No sé” y “me equivoqué”.

Yo quisiera que, en algún momento, el presidente pudiera decir: “me equivoqué” y rectificara. Eso es todo lo que yo le pido. Estoy de acuerdo con casi todo lo que ha hecho, no estoy de acuerdo con algunas cosas. Mire, es que el mundo al revés, usted, usted y yo le pedimos al Señor que nos ayude en tal cosa, que nos conceda esto. Uno le pide a Dios y Dios le concede o no le concede lo que uno pide. Seguramente, le concede lo que a uno le conviene y no le concede lo que a uno no le conviene. Pero con Nayib es al revés, Dios le pidió a Nayib que tuviera paciencia, a mí me parece que eso es el mundo al revés. Es decir, no es el hombre el que ora, el que eleva su corazón a Dios para pedirle mercedes, sino es Dios el que le suplica al gobernante que tenga tales o cuales actitudes. No puede ser así. No se puede ni se debe. Pidámosle a Dios que Dios le pida a Nayib que tenga reflexión.

Hay medidas que puede ser que sean correctas, seguramente lo son pero de las que debió haber consultado a los que saben sobre eso. Pienso en el caso de los “call centers”. Ese es el ejemplo típico de lo que se puede trabajar desde la casa de habitación, pero no habló con los propietarios, no habló con los empleados, no sé si tienen un sindicato, si lo tienen, hubiera valido la pena que hablara con ellos. Alguien hubiera levantado la mano y le hubiera dicho, pero podemos trabajar en la casa y se hubiera llegado a una medida mucho más efectiva.

¿A usted le parece el equipo, las medidas que se han tomado?
El Gobierno, estoy satisfecho con él. Hay allí algunas personas brillantes, el propio Nayib, Carolina Recinos, Félix Ulloa y Luis Rodríguez. (Todos sin excepción provienen del Frente, todos: Nayib, Carolina Recinos, que fue de las FPL; Felix Ulloa, que fue de la Resistencia Nacional-ambos del Frente militar- y Luis Rodríguez que fue candidato del FMLN a alcalde de Antiguo Cuscatlán. O sea que son personas cuya opinión va a ser generalmente muy racional). De ahí para abajo hay dos personas inteligentes: Alexandra Hill y Michelle Sol, las dos son ministras, pero de ahí vamos descendiendo rápidamente hasta llegar al piso y desafortunadamente en ese escalón ínfimo se encuentra la ministra de Salud. Entonces decimos nosotros: una crisis de salud y que el enfrentamiento esté dirigiéndolo esa persona, entonces uno se siente un poco inseguro.

¿Usted critica la manera personalista?
No solo personalista, impositiva e improvisada. A Nayib no solamente lo respeto, sino que le tengo verdaderamente admiración, le tengo cariño, pero como todos los seres humanos tiene características no tan positivas. Es un hombre sumamente inteligente, pero tiende a la reacción inmediata, sin reflexión. Eso hace que cometa errores; cuando se entera de algo o le dicen, que a saber si es verdad o es mentira, él reacciona en Twitter inmediatamente, y usted comprende que la palabra de un presidente es valedera incluso internacionalmente. Así es que creo que si algo le puedo pedir al presidente es que reflexione cinco minutos antes de responder en las redes sociales. Creo que eso no nos lleva a nada bueno.

Se percibe que la mayoría de las medidas recae en los hombros de la ciudadanía y la empresa privada. El Estado solo está dando la orden…
A veces uno tiene la sensación de que el escenario internacional se caracteriza por desconfianza a los gobiernos y de estos a las organizaciones internacionales. Yo dije en la Asamblea Legislativa que lo último que se puede hacer es prescindir de las herramientas democráticas para transformar a un país. Es peligroso que la ciudadanía piense que la democracia es un obstáculo para resolver los problemas. Este es un riesgo importante para la convivencia y el desarrollo. No voy a estar de acuerdo cuando dice que el Estado solo aporta las órdenes. Si el Estado aporta las órdenes correctas démosle gracias a Dios porque es lo más importante para enfrentar la crisis. O sea, que dar las órdenes, si son las órdenes correctas para esto creo que es una maravilla. Hasta ahorita creo que va bien.

¿Las grandes decisiones está bien que las tome y las comunique por Twitter o debe hacerlo fundamentado en un decreto o un acuerdo?
Depende, es decir, hay decisiones que no las puede tomar si no es con autorización de la Asamblea Legislativa, pero a mí la forma de comunicarse, estamos en el siglo XXI y seguramente el Twitter es lo más oportuno y eficaz para comunicarse, pero no me refiero a la forma de comunicación, me refiero a la reacción inmediata impulsiva, sin reflexión. Es inteligente pero las reacciones inmediatas no siempre son atinadas, un poco de reflexión nos vendría bien a todos.

¿El presidente siempre debe respaldar con decreto las medidas que lanza por Twitter?
Nuestra legislación no contempla el tuit como una forma de que algo entre en vigor. El presidente siempre debe tomar los acuerdos pertinentes y los ministros de igual manera. No es cuestión de que el día de mañana venga a pedirle información a un ministro y que saque el celular es que mire aquí tengo un tuit del presidente. Un tuit no es garantía de nada.