Emma creía que su agresor la amaba

Las agresiones verbales y sicológicas comenzaron al poco tiempo de casarse. Cada vez fueron más... Hasta que Emma decidió denunciar a su marido.

descripción de la imagen

Por Karla Arévalo

2019-10-30 4:00:34

Emma se casó a los 26 años convencida de que su esposo la amaba. Ella lo creía así porque a él parecía no importarle que ella tuviera un hijo de otro hombre. Eso cambió un año después cuando a José le empezó a molestar la presencia del niño en la casa y le pidió a Emma que lo sacara; ella no tuvo otra opción que llevarlo a casa de sus abuelos.

Dejó pasar unos meses y decidió salir embarazada. Ella creía que su esposo necesitaba un hijo propio para ser feliz. Se equivocaba. Cuando tenía pocos meses de embarazo José la golpeó tanto que casi pierde al bebé. Emma lo denunció por primera vez convencida de que había comenzado a jugarse la vida.

El día que Emma denunció a su esposo buscaba ayuda, pero no buscaba justicia. Estar embarazada la llevó a creer que necesitaba de su esposo para compartir la responsabilidad del hijo de ambos. Eso, aunque él la hubiera golpeado. Una denuncia —pensaba— es suficiente para que ya no vuelva a hacerlo; ella creía que José solo necesitaba un escarmiento, pero él quería venganza.

Un 16 de septiembre de 2016, Emma regresaba de su trabajo como enfermera a eso de las seis de la tarde. Para entonces, el hijo de Emma y José ya tenía cinco años y, como cada tarde, lo único que ella esperaba al llegar a casa era descansar un poco antes de preparar la cena. Pero ese día los gritos y fuertes golpes en la puerta de su casa le interrumpieron el descanso.

“¡El maistro de la esquina dice que un maje te vino a dejar en un carro gris! ¿Andás de p…, verdad?”. Era José, quien llegó tomando por el brazo a Emma mientras la sacaba hasta el patio de la casa. “¡Contestame!”, le decía.
Pero los gritos no dejaban a Emma explicar lo ocurrido. “¡Todas las enfermeras son unas p…! ¿Sabés? mejores mujeres he tenido”, insistía mientras dañaba físicamente a Emma. En el momento apareció el hijo de ambos y lo vio todo. “¿Y vos, ¿qué hacés ahí? ya que oíste todo esto decidí con quién de los dos te querés quedar. ¿Si con esta o conmigo?”, dijo José.

Emma le pidió a su hijo que se fuera a la sala de la casa mientras solucionaba el problema con José.

Silvia Juárez, de la Organización de Mujeres Salvadoreñas (Ormusa), explicó que hay mujeres que no reconocen que están en una grave situación de violencia hasta que su vida pende de un hilo. “Para las que sí lo saben, como tienen un entorno tan adverso, solo aceptarlo se vuelve su mecanismo de sobrevivencia. Las campañas dicen ‘rompe el silencio’, ‘alza la voz’, ‘denuncia’, pero cuando vemos la realidad nos preguntamos: ¿y quién les dice a los agresores ‘respeta la vida de las mujeres’?”.

José no solo golpeó a su esposa, sino que la agredió sexualmente. Horas después de lo ocurrido, el hombre huyó. En ese momento Emma supo que ya no podía pedir solamente ayuda. Entonces denunció.

“Una mujer violentada puede ser incapaz de elegir o tomar decisiones. Por lo que cuando vemos sectores con poca denuncia nos genera una alerta para investigar. La hipótesis es que no hay violencia, pero para comprobar esa hipótesis uno se da cuenta que hay todo un escenario de silenciamiento”, dijo Juárez.

Los Juzgados Especializados para una Vida Libre de Violencia y Discriminación para las Mujeres tienen sede en San Salvador, Santa Ana y San Miguel. Estos juzgados no sustituyen a los juzgados de Paz en materia de resolución de conflictos intrafamiliares o de iniciar procesos por violencia de género. Por lo que pueden resolver los casos de los once delitos que contempla la Ley Especial para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres y otros delitos relacionados a la violencia de género como violencia intrafamiliar, incumplimiento de asistencia económica, entre otros. La jueza Glenda Baires considera que estos tribunales han venido a concientizar a las víctimas sobre estos delitos. Sobre todo, porque han involucrado la reparación del daño a la víctima como un mecanismo de justicia.

Aunque José quiso defenderse de la denuncia alegando ser inocente, no sirvió de mucho. José fue condenado a siete años de prisión por los delitos de Expresiones de Violencia contra las Mujeres y Otras Agresiones Sexuales.

Pese a que se han presentado más de mil demandas por este último delito, solo el 11 % fueron llevados a los juzgados y el 1 % terminó en condena.

A más de dos años de haberse creado el Juzgado Especializado para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres las condenas fueron pocas el año pasado y hasta el 15 de septiembre de este año no hubo condena alguna. El delito que más se denuncia es Expresiones de Violencia contra Las Mujeres. Los casos para este delito se han resuelto bajo un mecanismo alternativo a la condena para el agresor. Impone reglas de conducta y pretende incluir un método de reparación del daño a la víctima.