Emiliano, el niño con un tipo de cáncer que solo da a los adultos

Josafat Emiliano Osorio Marías, de 5 años, fue diagnosticado con cáncer de pulmón a los 2 años y medio, de aparente origen hereditario, y desde ese momento ha estado cuatro veces en cuidados intensivos y ha tenido cuatro operaciones. Actualmente el pequeño ha superado lo más difícil de la enfermedad y está en la etapa de vigilancia.

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Por Violeta Rivas

2019-11-23 9:15:55

Josafat Emiliano Osorio Marías tiene 5 años, es un niño muy inquieto y alegre al que le gusta jugar trompo con sus primos, mientras descansa en su casa, ubicada en San Julián, Sonsonate, luego de haber pasado más de dos años en tratamiento contra el cáncer de pulmón, que le fue diagnosticado a los dos años y medio.

Según cuenta su madre, Karen Ivonne Marías, el pequeño tuvo los primeros síntomas a los tres meses de vida, y fue cuando los médicos en el hospital Bloom le encontraron un quiste en el pulmón izquierdo, lo operaron y lo dejaron en consultas que finalizaron poco tiempo después al darlo de alta.

Fue hasta que el niño, a los dos años y medio, en febrero del 2017, comenzó a tener síntomas que iniciaron como una gripe común, pero que se fue complicando con fiebre alta, dificultades para respirar y mucho cansancio el cual se iba agravando más con los días, cuenta la madre de Emiliano, nombre con el que lo llaman todos sus familiares.

“Pensamos que era una gripe normal, yo lo llevé a la unidad de salud de San Julián, me le dieron acetaminofén y me dijeron que con eso iba a estar bien, pero se me fue agravando más. En febrero del 2017, lo llevé al hospital Bloom porque el niño no podía respirar y le mandaron a hacer un TAC (Tomografía axial computarizada), y ahí fue que me dijeron que era un tumor lo que tenía el niño, que era demasiado grande, le estaba desviando el corazón y que se le había desarrollado en el pulmón derecho, y que le quedaban tres días de vida”, cuenta Karen.

Emiliano fue ingresado en el momento a cuidados intensivos, y ese día los padres del menor durmieron en la calle y bajo la lluvia sin poder siquiera comer, pero esperando noticias esperanzadoras del pequeño.

“El siguiente día me dijeron que el niño necesitaba de urgencia un examen especial y que de eso dependía su vida, y que no lo hacían en el hospital, solo en un laboratorio particular, pero nosotros no teníamos para pagarlo, y gracias a Dios me mandaron a donde la trabajadora social y fue la asociación del hospital que cubrió los gastos. Llegando iba yo con los resultados del examen a cuidados intensivos cuando me dijo el médico que tenían que operar a Emiliano de emergencia porque se estaba muriendo”, comenta Karen.

Emiliano fue operado y durante la cirugía los médicos se dieron cuenta que el tumor estaba fuera del pulmón y que lo oprimía, pero al retirarlo el pulmón se expandió. Luego el menor permaneció varios días en cuidados intensivos y luego lo llevaron al octavo piso del hospital donde estuvo unas semanas más y luego les dieron la respuesta de la biopsia hecha al tumor.

Comenta que los médicos le explicaron que la biopsia había salido mal y que el pequeño tenía un cáncer hereditario, y que era extraño verlo en un niño, ya que es una enfermedad de adultos.

Así fue como el 28 de abril del 2017 comenzaron los tratamientos de quimioterapia en la Fundación Ayúdame a Vivir.

“Comenzaron a darle el tratamiento y pasó que quizás como era algo nuevo en el niño le dio taquicardia y lo veía yo como agitado. Le dije a una enfermera que lo viera y lo llevaron de emergencia al hospital porque el niño casi se muere. Luego los médicos me dijeron que Emiliano había tenido una recaída y que el tumor había vuelto, porque se tardaron mucho en darle el tratamiento. Después pasamos más de un año y medio yendo al tratamiento porque se alargó por el retraso”, dice Karen.

Al comenzar el tratamiento, Karen cuenta que pasaban hasta un mes en la fundación, luego pasaron a ser 24 días y al final 15 días en el tratamiento de quimioterapia y 15 días en casa.

“Los primeros días fueron críticos, Emiliano tenía náuseas, no comía, se le comenzó a caer el pelo, se le cayeron las pestañas, las cejas y hasta las uñas, y se me iba poniendo más negrito de la piel a medida le daban el tratamiento y costaba mucho que le encontraran las venas, lo picoteaban todo, sus piecitos, sus brazos, sus manos, fue duro, hasta que le pusieron un catéter port (implantado bajo la piel)”, comenta Karen.

Cada siete días tenían que cambiarle la aguja del catéter al niño, gasto que también debían cubrir sus papás, pero no podían debido a que es una familia de escasos recursos.

“Había que gastar en pañales, toallas húmedas entre otras cosas para el niño, y la comida además de los pasajes de bus para llevarlo al tratamiento, y cada vez se nos iba haciendo más difícil, se aguantaba hambre. Una vez no teníamos nada de dinero, y nadie le quería prestar a mi esposo, pero con la fe en Dios conseguimos para los pasajes y lo llevamos al tratamiento. Ellos (Fundación Ayúdame a Vivir) han cubierto los gastos médicos, yo por eso les agradezco mucho lo que han hecho por mi hijo”, dice Karen.

Algunos gastos que han tenido, durante el tratamiento que ha recibido Emiliano, han sido cubiertos con la ayuda de personas de las comunidades Los Ángeles y Las Parcelas, además de compañeros de trabajo del papá del niño, ya que entre todos recaudaron fondos para beneficiar a la familia.

Ahora Emiliano ha terminado el tratamiento y está en la fase de vigilancia, donde cada semana o cada 15 días llega al consultorio de la fundación donde le realizan exámenes para observar su evolución.

Karen cuenta que el niño no quería salir de la fundación porque creía que ese era su hogar, debido a que pasó mucho tiempo ingresado, y que al principio no quería irse a su casa.

También cuenta que antes de que le diagnosticaran la enfermedad al niño estaban construyendo una pequeña casa, la cual no han podido concluir debido a los gastos por la enfermedad del pequeño y por la pobreza. Actualmente viven en una casa hecha de láminas y madera.

Además Karen, su esposo y sus tres hijos duermen en dos camas cuyos mosquiteros están rotos. El pequeño Emiliano expresa que quisiera tener una cama para poder dormir más cómodo con sus hermanos, ya que las que tienen actualmente ya dieron su tiempo de uso.

“Mi sueño más grande es mi casa y tener un ropero”, dice el pequeño Emiliano, ya que tampoco tiene un mueble dónde poder guardar sus pertenencias, además para Navidad expresa que quisiera que le regalaran un carro de juguete.