Con el paso del tiempo, la práctica del yoga le dio a Salvador un equilibrio mental dentro del encierro. Una hora de ejercicio cada día le disminuye los traumas de pensar que no habrá libertad por muchos meses y hasta años.
Salvador es un reo que se encuentra preso en el penal La Esperanza, conocido como Mariona, pagando una pena de diez años de cárcel. Desde esa realidad, cuenta que el yoga no sólo le ayudó a la meditación, también le sirvió para curar de raíz un lumbago ciático que tuvo por un accidente en la cárcel. El interno es, ahora, uno de los instructores con más conocimiento en la disciplina del yoga.
“El yoga nos ha permitido reflexionar con nosotros mismos, olvidar de alguna manera que no existe la libertad, que existe un estilo de vida que sana, cuida y fortalece nuestro espíritu, cuerpo y mente”, reflexiona el reo.
Son las 8:00 de la mañana y en Mariona la vida transcurre agitada, sobre todo en el área de recreo. El sol está fuerte y el clima caluroso no es el mejor ambiente para la relajación, pero Salvador dice que lo logra a través de la concentración que le da esa disciplina.