El Yoga, un escape para el equilibrio mental en la cárcel de Mariona

Un grupo de 30 reos en el penal de La Esperanza (Mariona) practica la disciplina del Yoga desde hace un año, como parte del programa “Yo Cambio”.

Desde hace un año en el penal La Esperanza, conocido como Mariona, un grupo de reos practica yoga en la búsqueda de paz, salud física y libertad interior.

Por Menly Cortez

2019-06-20 8:30:58

Con el paso del tiempo, la práctica del yoga le dio a Salvador un equilibrio mental dentro del encierro. Una hora de ejercicio cada día le disminuye los traumas de pensar que no habrá libertad por muchos meses y hasta años.

Salvador es un reo que se encuentra preso en el penal La Esperanza, conocido como Mariona, pagando una pena de diez años de cárcel. Desde esa realidad, cuenta que el yoga no sólo le ayudó a la meditación, también le sirvió para curar de raíz un lumbago ciático que tuvo por un accidente en la cárcel. El interno es, ahora, uno de los instructores con más conocimiento en la disciplina del yoga.

“El yoga nos ha permitido reflexionar con nosotros mismos, olvidar de alguna manera que no existe la libertad, que existe un estilo de vida que sana, cuida y fortalece nuestro espíritu, cuerpo y mente”, reflexiona el reo.

Son las 8:00 de la mañana y en Mariona la vida transcurre agitada, sobre todo en el área de recreo. El sol está fuerte y el clima caluroso no es el mejor ambiente para la relajación, pero Salvador dice que lo logra a través de la concentración que le da esa disciplina.

Foto EDH / Menly Cortez

Desde hace más de un año, la práctica de relajación inició gracias a la iniciativa de un convicto a quien solo recuerdan como Edgar. El reo cumplió su pena y se fue del penal, pero antes preparó a otros internos, quienes ahora siguen con la práctica que nació en la India desde hace miles de años.

“Edgar era maestro del yoga desde antes que fuera sentenciado y fue quien realizó una solicitud junto a un instructivo de la actividad, que fue enviada a la Dirección para ser evaluada y fue aprobado bajo la línea del programa ‘Yo Cambio’. Eso fue un gran aporte a esta realidad”, razona Salvador.

Otro de los instructores es Santiago Díaz, quien inició con 20 internos que entraron por una simple curiosidad y tras recibir los beneficios, no faltan a las clases. Ahora tiene un grupo de 30 reos que se cambian cada 6 meses.

La práctica del yoga se trata de hacerla con la mayor formalidad posible; al terminar el curso los reos son evaluados para verificar que se cumplió el objetivo.

En el curso hay privados de libertad de todas las edades, incluso hombres de la tercera edad que, aunque con dificultad, demuestran el interés de realizar los ejercicios.

Foto EDH / Menly Cortez