La aceptación de la orientación sexual no esperada de un hijo es un proceso difícil. Algunos progenitores prefieren abandonar su paternidad que aceptar a un hijo gay. La madre de Óscar decidió apoyarlo.
Un vestido corto, medias transparentes y unas zapatillas. Un peinado deslumbrante y un elaborado maquillaje. La batuta se mueve y su cuerpo gira al ritmo de la trompeta y el tambor. Una rutina de baile que se convierte en el centro de las miradas mientras desfila y baila por las calles de la capital.
A la distancia, entre la multitud, camina María, una mujer mayor que le sigue los pasos tomada de la mano de una niña de 15 años, ya que padece de problemas visuales. Cuando llega al lado de la exuberante bailarina, la toma de la mano y le dice: “Qué bonito te ves, hijo”.
El joven aficionado al baile cumplió su deseo en junio pasado, durante el desfile del Orgullo LGBTI en San Salvador. Video EDH / Eduardo Alvarenga.
La bailarina se llama Óscar Álvarez y tiene 18 años. Cumplió su sueño de bailar en las calles de San Salvador en el desfile para conmemorar el Día del Orgullo Gay realizado en julio pasado, junto a las “Cachiporristas por la Paz y Unidad LGBTI(Lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, intersexuales)”. Este es un grupo de bailarinas conformado por integrantes de la población LGTBI y nació como una iniciativa que les permita mostrar su talento en diferentes actividades.
“Yo me denomino bisexual”, expresa con seguridad Óscar, explicando que le gustan tanto hombres como mujeres. Sin embargo, ante la pregunta con quién le gustaría vivir en pareja, no duda en decir que con un hombre.
Aislinn Odalys, activista independiente de la población LGTBI, explica que la bisexualidad es la atracción romántica y sexual dirigida por una persona tanto hacia los hombres como a las mujeres.
En El Salvador, a pesar de los esfuerzos de diversos sectores de la sociedad, el matrimonio igualitario no ha conseguido pasar de ser una propuesta. Existen dos demandas admitidas por la Sala de lo Constitucional en espera de resolución. Además, los activistas explican que tampoco existen datos concretos sobre el número de miembros de la comunidad y que ningún censo se ha dedicado a esta tarea.
“Se nos vulneran nuestros derechos al no reconocer el matrimonio igualitario, tampoco tenemos una ley que nos proteja de la discriminación, el estigma y la exclusión, ni una ley de identidad”, agrega la activista.
Óscar explica que atracción por su propio género la descubrió cuando tenía diez años. “Me sentía confundido, había una niña que me gustaba; pero también, me gustaba un niño”, explicó. A los 13 años, Óscar tuvo su primera novia; sin embargo, su corazón se inclinaba por un muchacho, así que tomó la drástica decisión de no volver a hablar con ella.“Fue confuso y yo fui inmaduro por no explicarle nada a ella, pero fue ahí donde descubrí que me gustaban más los muchachos que las mujeres”, confesó.