El Salvador tendría más pobres si no fuera por las remesas, según estudio de Cepal

En su informe “Panorama Social de América Latina 2019” la Cepal considera que las remesas desempeñan un papel importante en el alivio de situaciones de pobreza pero evidencian la vulnerabilidad de los hogares si no reciben estos ingresos.

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En El Salvador, el 41.5 % de los hogares que reciben remesas no tienen ingresos suficientes y se consideran en situación de pobreza. Foto EDH / archivo

Por Vanessa Linares

2019-12-17 6:45:54

Si no fuera por las remesas familiares, en El Salvador habría un 2.1 % más de hogares en condición de pobreza, afirma uno de los últimos estudios de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

En su reporte “Panorama Social de América Latina 2019”, el organismo internacional destaca que la tasa de pobreza en El Salvador ronda el 37.8 % de la población total; sin embargo, si no fuera por el dinero que los salvadoreños en el exterior envían a sus familiares en el país, este valor sería 2.1 % más alto y representaría el 39.9 % de la población total.

A nivel regional, considerando el total de población de países como El Salvador y Guatemala, Honduras y República Dominicana, las tasas de pobreza en estas naciones aumentarían entre 1.5 % y 2.4 % si las familias no recibieran dinero de sus parientes en el exterior.

El aumento de la pobreza es más alarmante si se tienen en cuenta solamente los hogares que reciben remesas, pues este indicador de pobreza aumentaría entre 12.4 % y 27.6 % en ocho naciones de Latinoamérica y el Caribe.

Para el caso particular de El Salvador, se estima que el 41.5 % de los hogares que reciben remesas son pobres, y si no recibieran ingresos bajo este concepto, a la cantidad de familias en esta condición se sumarían un 12.6 % y alcanzarían el 54.1 %.

La Cepal reporta que en El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua, la evolución temporal de la participación de las remesas internacionales en la economía interna en estos cuatro países se ha multiplicado entre 2 y 16 veces entre 1990 y 2018. “Lo que pone de manifiesto no solo la vulnerabilidad ante las fluctuaciones que pudiera tener esta corriente de ingresos sino que también es muestra del drenaje de población en edad activa que han sufrido estos países, lo que conlleva consecuencias de corto, mediano y largo plazo para el sistema económico y el entramado social”, indica el estudio.

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Una investigación revela las características de los remitentes salvadoreños residentes en Estados Unidos (el país desde donde proviene la mayor cantidad de remesas).

El organismo denomina a este fenómeno “dependencia de las remesas para las economías y los hogares” y, de hecho, entre los datos de México, toda Centroamérica y República Dominicana, El Salvador es el país más dependiente de las remesas internacionales, pues este dinero es equivalente a más del 20 % de toda su economía (medida a través del Producto Interno Bruto). En la región, El Salvador ha mantenido el valor máximo de participación de remesas respecto al PIB durante las últimas tres décadas.

A detalle, en 1990 las remesas familiares ya representaban el 7.60 % de la economía salvadoreña. Para la década del 2000 se duplicaron hasta equivaler al 14.97%; en 2010 llegaron a alcanzar 18.82 % y para el cierre de 2018, con un total de $5,390 millones bajo este concepto, significaron el 20.68 % de la economía nacional (PIB de $25,867 millones según el Banco Central de Reserva -BCR-).

Vale mencionar que hasta noviembre de 2019, el país ya recibió $5,099 millones en remesas familiares, un 4.8 % más que al mismo mes del año anterior; y el 95 % proviene de compatriotas en Estados Unidos.

A consideración de la Cepal, aunque la relación entre pobreza y migración es heterogénea – es decir, que no necesariamente los que se van del país son siempre los más pobres – las remesas familiares desempeñan un papel importante en el alivio de situaciones de pobreza en numerosos hogares no solo de El Salvador sino de toda la región latinoamericana, en particular en los de Centroamérica y el Caribe.

“Estos ingresos suelen contabilizarse como parte de los ingresos no laborales de los hogares, aunque en la mayoría de los casos son el resultado de la actividad laboral de los emigrantes en los países de destino”, aclara la Cepal.

Y es que, de acuerdo con el reporte, en todos los países de la región en los que la pobreza se redujo fuertemente entre 2014 y 2018, la explicación principal fue un aumento en los ingresos de los hogares, principalmente por un alza en los ingresos laborales.

No obstante, en El Salvador y República Dominicana , el aumento de los ingresos por transferencias se debió en su totalidad al incremento de las remesas. En otras palabras, recibir dinero de remesas hizo que las familias tuvieran suficientes ingresos para considerarse fuera del umbral de la pobreza.

La Cepal considera que la superación de la pobreza en la región no exige solamente crecimiento económico. El reporte señala que la región ha subestimado la desigualdad y en todo caso la disminución de la desigualdad de ingresos es clave para retomar la senda de reducción de la pobreza y cumplir las metas establecidas en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 1 de la Agenda 2030.

Foto EDH / Archivo

Deportaciones y más controles son riesgos para recaer en la pobreza

Las políticas de deportaciones masivas, el cierre de fronteras así como el aumento de controles y regulaciones migratorias “podrían llevar a dificultar las condiciones en las que se producen actualmente los flujos de remesas internacionales” y con ello “incidir en el ingreso de los hogares llevando a muchos de ellos a caer rápidamente en la pobreza”, advirtió la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

El organismo considera que si bien las remesas “son clave a la hora de financiar y facilitar el consumo privado y, mediante un efecto multiplicador, favorecen la estabilidad del sector financiero e impulsan los ingresos fiscales”, también suponen un riesgo para las economías si este dinero deja de llegar, si el capital humano calificado no regresa a su país de origen y los hogares no están preparados.

Según la última Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples de El Salvador incluida en la investigación de la Cepal, más de un 15 % (398,521) de todos los hogares salvadoreños declaró haber recibido remesas en el último año y la mayoría usó el dinero para consumo.

Por otro lado, los gastos en educación y para el ahorro ocuparon el segundo y tercer lugar del destino de las remesas.

A principios de este año, el BCR presentó los resultados de una encuesta sobre el perfil de los compatriotas en Estados Unidos (país de donde más proviene dinero de remesas) y que envían dinero a sus familias en El Salvador. El estudio reveló que el 80 % de quienes envían remesas tienen más de 20 años de haber emigrado y más de la mitad de los remitentes son indocumentados.

Las olas de incertidumbre sobre la recepción de más remesas son comunes cuando las autoridades migratorias, sobre todo de Estados Unidos, anuncian nuevas disposiciones.

Una de las más fuertes fue cuando el gobierno del presidente Donald Trump anunció en enero de 2018 que no renovaría la prórroga del Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) para los 195,000 salvadoreños que hasta ahora se han mantenido protegidos de la deportación, con la posibilidad de trabajar y aportar a sus comunidades en Estados Unidos. Sin embargo, tras debates y recursos, una corte que estableció una pausa para la cancelación del estatus.