El Salvador encabeza países con más jóvenes en cárceles

Tiene mayor porcentaje de gente de entre 25 y 35 años en las prisiones, respecto a otras 13 naciones de América Latina y el Caribe, según estudio del BID. La mayoría cometió robo y homicidio

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La investigación del organismo internacional señala que el crecimiento alarmante de la población carcelaria ha colapsado los sistemas penitenciarios y está poniendo en riesgo el principal propósito de la cárcel: la reinserción social de los internos. Foto EDH/ Archivo

Por Diana Escalante

2019-12-16 6:00:10

El Salvador ocupa la primera posición de las naciones que tienen mayor cantidad de población joven (entre 25 y 35 años) en las cárceles de América Latina y el Caribe. Le siguen Brasil y Trinidad y Tobago.

Así lo revela el estudio “Dentro de las prisiones de América Latina y el Caribe: Una mirada al otro lado de las rejas”, realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 14 países y cuyos resultados fueron revelados en septiembre pasado.

Objetivo del estudio del Banco Interamericano de Desarrollo

El propósito del estudio, según el Banco Interamericano de Desarrollo, es contribuir a mejorar los sistemas penitenciarios a través de la identificación de elementos claves para tener un mejor diagnóstico que permita construir soluciones efectivas para rehabilitar y reinsertar en la sociedad a los reclusos. La información obtenida, asegura, también permitirá detectar con mayor precisión posibles factores de riesgo asociados a conductas delictivas y trabajar en medidas preventivas adecuadas.

El panorama es sombrío si se toma en cuenta que, en 2018, el Instituto de Investigación de Política Criminal (ICPR), en Birkbeck, de la Universidad de Londres, Reino Unido, con su base de datos World Prison Brief, situó a El Salvador como la segunda nación del mundo con mayor cantidad de población en las cárceles por cada 100,000 habitantes. También lo ubicó como el tercero con más hacinamiento en las prisiones.

La fuente señaló que aquí hay 597 prisioneros por cada 100,000 habitantes. Le precede Estados Unidos, con 655, y luego Turkmenistán con una tasa de 552 reos.

Para realizar la investigación del BID fueron entrevistadas más de 11,000 personas que están recluidas en presidios de Argentina, Bahamas, Barbados, Brasil, Chile, Costa Rica, El Salvador, Guyana, Honduras, Jamaica, México, Perú, Suriname y Trinidad y Tobago.

Además de reflejar que los presidios están llenos de gente joven (la edad media es de 34 años para los hombres y 36 para las mujeres), el estudio señala que el 75 % de los reclusos son jefes de familia y que tres de cada cuatro prisioneros tenían trabajo antes de ser arrestados, por lo que las dificultades económicas no están entre los factores que los llevaron a delinquir.

El estudio agrega que el consumo de drogas y alcohol ha influido el cometimiento de delitos y que la utilización de armas agrava la duración de las penas.

Las personas que sufrieron malos tratos de sus padres tienen un 13 % más de probabilidad de acabar en la cárcel por homicidio.

Otro hallazgo de la investigación es que el ciclo de la violencia empieza en los hogares, ya que un 40 % de los reos tuvieron padres que abusaban del alcohol y los maltrataban.

Los delitos que más se les atribuye a los reos jóvenes son el robo y el homicidio. El 25 % de ellos está en prisión por este último delito.

Otros delitos que cometen son de tipo sexual y los relacionados con drogas. El 70 % de los jóvenes presos reconoce haber consumido sustancias ilícitas en su vida.

La edad a la que suelen recibir la primera condena es a los 22 años. La tercera parte de los privados de libertad ya había estado en la cárcel antes.

En el caso de las mujeres, la mayoría está privada de libertad por delitos relacionados con drogas. Un 19 % de ellas ya había estado en la cárcel con anterioridad.

El estudio además muestra que hay una generación más violenta que está poblando las cárceles de la región, pues las encuestas realizadas arrojaron que más jóvenes que adultos utilizaron armas cuando cometieron el delito que se les imputó y provocaron daños físicos a terceras personas.

Pero se señala que las mujeres son menos violentas que los hombres, pues el 83 % de ellas no usó armas para cometer los delitos, en cambio uno de cada tres hombres sí lo hizo.

Otro dato que aporta la investigación es que el 39 % de las mujeres que están encarceladas también tienen a su pareja detenida y solo un 5 % de los hombres dijo tener a su compañera de vida en prisión.

Reinserción en riesgo

La investigación señala que desde el año 2000, la población reclusa en América Latina y el Caribe ha aumentado su tamaño un 120 % mientras en el resto del mundo lo hizo en un 24 %.

“El crecimiento alarmante de la población carcelaria ha colapsado los sistemas penitenciarios y está poniendo en riesgo el principal propósito de la cárcel: la reinserción social de los internos”, señala el estudio del BID.

En las cárceles, la mayoría de jóvenes lleva vidas sedentarias y poco productivas. La investigación apunta que solo la mitad de reclusos practica deportes, el 43 % se involucra en actividades educativas y el 47 % tiene algún tipo de ocupación laboral.

Además, solo un tercio de los reclusos asegura que ha podido realizar una llamada telefónica a sus familiares y el 17 % ha recibido visitas personales alguna vez.

En El Salvador, el 63 % de los reclusos participa en actividades deportivas; el 62% en tareas educativas y el 40% realiza actividades laborales.

Entorno inseguro

Los jóvenes que están en prisión suelen tener algún familiar recluido o crecieron en lugares donde había presencia de grupos delincuenciales. Además, algunos de los mejores amigos del 59 % de los reclusos cometía un delito, de acuerdo a la publicación.

Quienes abandonaron el hogar antes de los 15 años (la edad más habitual en la que interrumpieron sus estudios) son un 37 % más propensas a cometer un delito.

La familia de los reclusos son un apoyo decisivo para salir del mundo del crimen. El apoyo de ellas y sus amigos en la etapa posterior a la liberación parece ser más importante para las mujeres que para los hombres. Un 40 % de ellas y un 25 % de ellos señaló que, al salir de la cárcel, cubría sus necesidades básicas gracias a su círculo social inmediato.