El 12 de diciembre de 1887, el gobierno salvadoreño encabezado por el general ahuachapaneco Francisco Menéndez nombró al médico migueleño Dr. David Joaquín Guzmán Martorell (1843-1927) comisario u organizador de la participación salvadoreña en la Exposición Universal de París, programada para desarrollarse del 6 de mayo al 6 de noviembre de 1889, con ocasión del primer centenario de la toma de La Bastilla, uno de los hechos detonadores de la revolución francesa.
La economía del país no era la más favorable entonces. La situación general era de cierta depresión económica, debido al alto endeudamiento contraído con empresas británicas para la construcción del ferrocarril entre Acajutla y Sonsonate. Además, otros extranjeros -como el médico romano Dr. Francesco Sagrini- reclamaban fuertes sumas de dinero al gobierno, que también arrastraba sus arcas agotadas por la corrupción generada durante el régimen presidencial del médico Dr. Rafael Zaldívar, derrocado en junio de 1885 por Menéndez.
Por si eso fuera poco, las amenazas de levantamientos militares en el interior del país eran motivo de constantes preocupaciones. El presidente Menéndez confiaba en algunos de sus generales, como los hermanos Carlos y Antonio Ezeta, pero no así en otros, como José María Rivas. Las intrigas eran recurrentes en los cuarteles, casi tanto como en los salones de la Casa Blanca o Palacio del Poder Ejecutivo, construido en 1868 en la manzana sur frente a la Iglesia del Rosario.
A juicio del mandatario y del Dr. Guzmán Martorell, la Exposición Universal se presentaba como una oportunidad de presentar al mundo muchos de los productos agrícolas e intelectuales del país en vías de modernización y donde se buscaba superar “la bacteria de la desidia” social que impedía el progreso educativo, industrial y económico. Aquel cónclave sería la tribuna perfecta para mostrar los resultados de los cultivos masivos de café y azúcar, así como los de añil, las nuevas industrias manufactureras, la crianza local de gusanos de seda (detectados por el propio Dr. Guzmán en la sierra de Apaneca, en 1883) y el fomento de diversas artesanías y artes liberales.
Para reunir los materiales necesarios para llevarlos a la Exposición Universal de París (con lo que implicaba la conservación de productos agrícolas durante muchos meses), el Dr. Guzmán y el doctor Jorge Aguilar invitaron a cientos de productores y artistas a que enviaran sus productos a San Salvador. Durante varios meses de 1888, cientos de cajas y sacos se apilaron en la sede central de la Comisión Especial de la Exposición de París, en el centro de San Salvador.
A las 9:00 horas del jueves 1 de noviembre de 1888, una canción patriótica del compositor Rafael Olmedo dio inicio al acto oficial de apertura de la Exposición Nacional de aquellos productos en los salones del primer Teatro Nacional capitalino. El acto, presidido por el propio presidente Francisco Menéndez y su gabinete, incluyó discursos oficiales del poeta apopense Vicente Acosta Ambrogi y del Dr. Guzmán Martorell, así como la lectura de una memoria de labores por el Dr. Aguilar y la ejecución del Himno Nacional por parte de la Banda Marcial dirigida por el alemán Heinrich Drews. El pintor y escultor Pascasio González Erazo tomó la palabra para agradecer en nombre de los artesanos y artistas del país.