Dos goles del hispano-dominicano Mariano Díaz cambiaron ayer la imagen del Real Madrid, como pidió Zinedine Zidane, ante un Villarreal que tendrá que esperar hasta el final para sellar su permanencia.
El madridismo no está para poblar las gradas de su estadio. La decepción de un curso repleto de sufrimiento propició la entrada más pobre de toda la temporada.
Dos errores calcados marcaron el inicio. Extraño ver excesos de confianza en jugadores de la experiencia de Cazorla y Casemiro. A los dos les robaron la cartera en la zona de castigo para el medio centro.
Era el minuto 2 cuando la presión de Brahim dejó a Mariano la oportunidad deseada y definió con delicadeza a la red. El 1-1 llegó cuando el balón le cayó a Gerard Moreno, que firmó un zurdazo a la escuadra, inalcanzable para un Courtois.
El Real Madrid jugó con un ritmo mayor. Robó y corrió. Fue directo. Pudo aumentar su ventaja con otra ocasión de Mariano y un disparo cruzado de Lucas Vázquez en jugadas que nacieron de un Kroos que dominó desde la medular. Pero le llegó el castigo del empate de un Gerard que había avisado tras un córner con un disparo a la grada que no rebajó su confianza.