El proceso de juicio político le pasa la primera factura a Donald Trump

Mientras el Congreso evalúa posibles infracciones a la ley del mandatario, dos elecciones locales en las que él se involucró favorecieron a sus principales rivales, los Demócratas.

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El hasta ahora gobernador de Kentucky, Mark Bevin, buscó resplado en un Donald Trump que enfrenta un proceso de impeachment para buscar la reelección y perdió. Esto es un golpe político al polémico presidente. Foto EDH/ agencias

Por Ricardo Avelar

2019-11-10 8:30:58

La noche del martes, ante cientos de militantes que no dejaban de aplaudir, el joven abogado demócrata Andy Beshear celebró su más reciente triunfo electoral: será el nuevo gobernador de Kentucky, al este de los Estados Unidos.

Más allá de los habitantes de este estado y los entusiastas de la política estadounidense, esta elección local puede resultar intrascendente. Sin embargo, hay una razón por la que se estos comicios y su resultado se están discutiendo más allá de ese territorio.

Esta contienda, entre Beshear y el republicano Matt Bevin, quien buscaba la reelección, se trató casi exclusivamente sobre el presidente Donald Trump y el dilema de si los ciudadanos de Kentucky avalan o no su tipo de liderazgo político.

Desde su sorpresiva victoria en 2016, el magnate inmobiliario ha logrado dominar la conversación de su partido, el Republicano, al punto de transformarlo en una organización dedicada a su defensa, lejos de ser el instrumento institucionalizado con una larga trayectoria y un importante debate interno.

Incluso los políticos republicanos más moderados y experimentados se han visto en una difícil posición cuando intuyen que las posturas más polémicas de Trump traerán un alto costo político a mediano o largo plazo pero en la actualidad siguen siendo legitimadas por la popularidad del mandatario.

Por eso, la campaña reelección del hasta ahora gobernador de Kentucky, Matt Bevin, giró en torno a defender las políticas de Trump y este último participó en un mitin el lunes, un día antes de la elección, donde pidió a los republicanos del estado “demostrar quiénes somos”.

El presidente era consciente de que su llamado tenía peso. Hace solo tres años, el día que resultó electo, obtuvo en este estado el 62.52% de los votos, sobre un 32.68% de su rival, Hillary Clinton, quien esperaba una batalla más cercana en este estado.

Los ciudadanos de Kentucky dieron un masivo apoyo a Trump en su momento. Tan es así que en rincones como el condado Elliott un aspirante a presidente republicano ganó por primera vez en 150 años. Además, logró la mayor victoria republicana en Kentucky desde Richard Nixon en 1972.

Con este antecedente de su lado, el mandatario estaba confiado de que su aval a Bevin resultaría en una victoria. Este último dejó de hablar de problemas locales de su estado y dedicó su campaña a destacar su vínculo con el mandatario. Su rival hizo lo contrario.

Sin embargo, la noche del martes resultó amarga para Bevin, Trump y el partido republicano. El demócrata de 41 años, Andy Beshear, logró el 49.2% de los votos (versus un 48.8% de su rival republicano) y aceptó la victoria, mientras dijo que “los votantes de Kentucky mandaron un mensaje (…) que lo que nos une en este estado es más grande que las divisiones nacionales”.

Ganó Beshear, sí. Pero no solo perdió Bevin, sino también Trump.

Por otro lado, en el estado de Virginia, en otra elección especial los demócratas se agenciaron el control del Senado estatal y de la Cámara de Representantes estatal. Dado que el gobernador, Ralph Northam, también es de este partido, estos tienen control total del gobierno, algo que no sucedía desde 1994.

El costo del juicio político
Esta elección no solo representó un examen a la administración Trump a un año de buscar su reelección, sino también una prueba durante el proceso de juicio político.

El 25 de septiembre pasado, la presidenta de la Cámara Baja del Congreso federal, Nancy Pelosi, anunció la apertura de un procedimiento de juicio político (impeachment) contra el presidente por supuesto uso personal de su poder como presidente.

Esto, después de que trascendiera que el mandatario presionó a su homólogo de Ucrania, Vladimir Zelenski, para que investigara a su posible rival electoral, Joe Biden, a cambio de mantener cooperación militar y de legitimar su mandato con una reunión en la Casa Blanca.

Esto ha desencadenado un procedimiento en el que diplomáticos estadounidenses han desfilado frente a una comisión de congresistas para explicar cómo el mandatario, por medio de su abogado personal Rudolph Giuliani, han logrado que la política exterior, que debería ser para los fines del estado, esté en función de objetivos puntuales del mandatario.

Hasta el momento, las deposiciones no han sido positivas para Trump y han parecido fortalecer los argumentos de sus opositores, que ven una conducta inapropiada en un presidente que presuntamente busca obtener réditos políticos particulares de su investidura a poco tiempo de las próximas elecciones.

Y si bien el juicio político tiene pocas probabilidades de terminar en una condena y una remoción de Trump del cargo (pues debe ser aprobado por un Senado con mayoría republicana), estos procedimientos no solo son herramientas judiciales, sino armas políticas y Trump es consciente de ello. Si bien retóricamente se refiere a este como una cacería de brujas, sabe muy bien que esto puede afectar sus aspiraciones y las de su partido.

Kentucky y Virginia son las primeras demostraciones de que este juicio político le está pasando factura. En el primer caso, en un estado que le fue muy fiel en la elección anterior y donde, salvo dos cascos urbanos, lo ganó todo.

De aquí en adelante, no solo el presidente debe ser cauteloso. El partido Republicano, que aspira a tener una larga vida mucho después que Trump deje el ámbito político, debe calcular si seguir pegándose sin reservas a la agenda de la Casa Blanca o si mantener cierta distancia para proteger su institucionalidad.

Como dijo el analista T. A. Frank en su reciente artículo para la revista Vanity Fair, “puede que Trump esté desarrollando la ‘maldición del faraón’”. Es decir, todo aquel a quien respalde, perderá.

Esto supone un cambio de paradigma, pues en estos dos años se le ha visto como una serie de rey Midas político, que respalda y genera confianza en tiempos de hartazgo con la política tradicional.

No hay suficiente evidencia que sustente si hay un cambio de modelo o no, pero en Kentucky y Virginia hay dos primeros indicios de cómo podrá comportarse la política en EE. UU. con Trump el próximo año.