El ancho mar de los Sargazos: una visión del imperio cuando se estaba poniendo el sol

“La lectura nos hace inmigrantes a todos, pero, más importante, la lectura encuentra para nosotros, una patria, un hogar en otra parte”, Jean Rhys.

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Esta fotografía tomada en Jamaica alrededor de 1880, es el primer registro fotográfico de la vida en una plantación de caña de azúcar caribeña. Si bien la industria del azúcar en el Caribe estaba en decadencia en esa época, no se acabó con la emancipación de los esclavos en 1838, al contrario, continuó convirtiéndolos en trabajadores asalariados pero sin disminuir la rigurosidad del trabajo y sin traer igualdad de derechos. Exhibida en el National Maritime Museum, Londres, Inglaterra.

Por Katherine Miller Doctorado en Estudios Medievales y Renacentistas de UCLA.

2019-09-25 9:45:31

Jean Rhys (1890-1979), una autora internacionalmente conocida, nació en la pequeña isla caribeña de Dominica Roseau, donde creció hasta la edad de 16 años, cuando fue enviada a Inglaterra para su educación. Ella era hija de un padre galés y una madre criolla blanca de Dominica Roseau en las islas Barlovento que incluyen Martinica, Granada, Guadalupe y Santa Lucía.

Rhys nació, precisamente, en la aldea de Dominica que lleva el nombre Masacre. Dominica fue la última isla del Caribe en ser colonizada porque los indígenas –los caribes “descubiertos” por Cristóbal Colón en 1492 y defendidos por el fraile Bartolome de las Casas en la Controversia de Valladolid– levantaron una fuerte y prolongada resistencia a los ingleses y franceses, quienes cometieron la masacre, en 1674, dando de esta forma nombre a la aldea.

Rhys estaba profundamente enraizada en los tiempos y ambientes literarios de Europa entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, con amigos y contemporáneos como James Joyce, Ernest Hemingway, Ezra Pound, Djuna Barnes, T.S. Eliot, Ford Maddox Ford y Gertrude Stein en la práctica del modernismo, el flujo de conciencia y el anticolonialismo. En la novela bajo consideración, Rhys nos traslada por medio de sueños y pesadillas a las islas Dominica Roseau, Martinica y Jamaica en la década de 1830 a 1840 en el Caribe y en Europa; aunque su novela más famosa, El ancho mar de los Sargazos, la comenzó en 1945, no fue publicada hasta 1966. Rhys falleció en 1978 en Exeter, Reino Unido.

Mercado de lino en Dominica, 1780. Cuadro del pintor italiano Agostino Brunias que fue enviado por el gobierno británico a retratar los nuevos territorios británicos recién adquiridos al finalizar la Guerra de los Siete Años (1754-1763). Aunque a Brunias se le encargó inicialmente que promoviera la vida de plantación de la clase alta, sus pinturas expusieron muy pronto las artificialidades de las jerarquías raciales de la región. Yale Centro for British Art, Estados Unidos.

Durante sus estadías en Inglaterra y Francia en la Belle Epoque, las décadas anteriores a la Primera Guerra Mundial, cuando Rhys escribió sus novelas, ella se declaraba agudamente sospechosa de la cultura inglesa y se definió, ella misma, como conscientemente “no-inglesa”. No obstante, Rhys recibió, en 1978, el título del Commander of the Order of the British Empire (Comandante de la Orden del Imperio Británico) por su trabajo literario). Sus novelas más importantes son El ancho mar de los Sargazos, Good Morning, Midnight, After Leaving Mr. MacKenzie y Tigers are Better Looking.

Rhys en su novela más prominente, El ancho mar de los Sargazos, agregó fuertes resonancias que procedían de la novela inglesa de Charlotte Bronte, Jane Eyre (1847) como parte de sus reflexiones anticolonialistas sobre las raíces del colonialismo inglés, francés y español en el Caribe, además de las secuelas psicológicas y culturales de la traición sexual entremezcladas íntimamente con la opresión del imperio inglés a la mujer blanca criolla de Dominica, quien está con sus capacidades mentales disminuidas y que vive, en Jane Eyre, virtualmente como prisionera del dueño que la mantiene con llave y bajo guardia, en el ático de su mansión en Inglaterra.

Bertha, la mujer en cuestión, es un nombre que Rhys introduce en El ancho mar del Sargazo con el nombre inglés Antoinette para causar confusión de identidad con la situación del personaje de Bertha en la novela de Bronte, quien era una criolla blanca de una plantación del Caribe, encarcelada por su esposo y “amo” en la misma Inglaterra. Ella trae consigo el dolor del colonialismo a Inglaterra y, con base en la opresión que ha sufrió, intenta incendiar la casa de su esposo por coraje.

Tal vez un repaso de la colonización junto con las fechas de liberación de sus amos europeos estará a la orden para enmarcar algo del contexto de los años entre 1830 y 1840. Pero primero sería apropiado traer desde nuestras memorias, el hecho de que Napoleón Bonaparte se enamoró y se casó con Josefina en 1796, convirtiéndola, por esta vía, en emperatriz del Imperio francés.

Josefina era una criolla blanca de Martinica, odiada por el pueblo hasta el punto de que decapitaron una estatua suya en la isla. Martinica, colonizada por Luis XIV de Francia en 1658, fue dotada con el privilegio de ser un departamento de ultramar de Francia, en 1982. El poderoso personaje Christophine, en la novela de Rhys, es de Martinica, orgullosa y poderosa figura practicante de obeah (vudú) en la novela de Rhys. Jamaica se independizó del Reino Unido en 1962 y Dominica se independizó de Francia en 1978. En la novela de Rhys, Antoinette es dueña de una plantación en Dominica, cerca de Spanish Town. Durante todo el período de la colonización francesa, las colonias fueron gobernadas por el Code Noir, implementado por un edicto de Luis XIV en 1685 para asegurar la soberanía de las colonias francesas que garantizaran el flujo de azúcar desde sus plantaciones hacia los mercados de Francia.

Mujeres negras libres con sus hijos y sirvientes en un paisaje, cuadro del pintor italiano Agostino Brunias de alrededor de 1770 a 1796. En el área de una plantación de azúcar caribeña, dos hermanas de raza mixta, vestidas lujosamente, disfrutan una caminata con su madre, sus hijos y ocho sirvientes africanos. Museo de Brooklyn, Estados Unidos.

En El ancho mar de los Sargazos, Rhys documenta una conversación entre unos negros esclavos que dicen que Inglaterra ni existe porque nadie la había visto y porque sus leyes y magistrados son efímeros y no tienen poder ni fuerza. Tal vez es una casa hecha de cartón, dicen, que fácilmente se puede quemar. En la segunda parte de la novela, narrada por un inglés anónimo -nunca sabremos su nombre- quien es, por esta metodología, disminuido hasta que se degenera en un hombre sin poder por la fuerza cultural, sexual y climática de las islas caribeñas. Es que Rhys nos presenta un cuadro del período antes, durante y después de las revueltas por la emancipación de los esclavos africanos en las islas colonizadas por los franceses, ingleses y españoles.

Antoinette, protagonista de El ancho mar de los Sargazos, así como Jean Rhys, era una criolla blanca de la isla de Dominica, es decir, ni africana, ni europea, sino caribeña. Es por los ojos y sentimientos de Antoinette que el lector experimenta el período en que los esclavos africanos y negros del Caribe, en distintos tiempos en cada isla, ganan su libertad por medio de la Proclamación de la Abolición y Emancipación. La criada martiniqueña Christophine es practicante de obeah o vudú, el poder que es contrapeso al poder político de los colonos europeos. Por ello, se expresa poderosamente en el patois (dialecto francés de Martinique): “Trouble walk into the house on that day. Old time white people nothing but niggers and black nigger better than white nigger is”, taducido como “Los problemas caminaban, entrando a la casa aquel día. El antiguo pueblo blanco -antiguos dueños de esclavos- no son nada más que negros, y negros color negro son mejores ahora que los criollos blancos”.

Comienza despacio, con la cualidad de sueño y flujo de conciencia, el hecho de la liberación de los esclavos negros. Antoinette, criolla blanca, cuando era niña, tenía una amiga negra llamada Tia, ellas nadaron en el río, dejando sus vestidos en la orilla: el bello vestido planchado de Antoinette y el vestido de trabajo de Tia. Antoinette sale del río y descubre que Tia había tomado su vestido y dejado su viejo vestido de trabajo para ella. Antoinette expresa su dolor en palabras que dibujan una experiencia profundamente personal, diciendo: “I could feel my heart all through me. It was as if a door had opened and I was somewhere else”. “Yo pude sentir mi corazón por todo mi ser. Fue como si una puerta se hubiera abierto y yo estuviera en alguna otra parte”.

Sigue la aceleración de la emancipación y Antoinette, hija del dueño de la plantación de azúcar llamada Coulibri, se divierte andando en su caballo, estilo inglés, frente a los esclavos trabajando. Y un día encuentra su caballo envenenado.

Retrato de Jean Rhys.

Llegan “aquellos nuevos hombres”, empresarios ingleses, franceses y españoles, a las islas coloniales a comprar a precios muy bajos las plantaciones de azúcar después de la emancipación. O para casarse con las criollas blancas y bellas, y quedarse con sus plantaciones. En otra novela caribeña, una trabajadora de los cañaverales, una mujer con el nombre de Solitude (Soledad) duerme y tiene un sueño en el que ella tiene dedos muy largos hechos de azúcar que alcanzan hasta Francia.

Cuando una especie de insurrección llega a la plantación Coulibri, esta es rodeada en la noche por negros -anteriormente esclavos y amigos- con antorchas y piedras. El esposo inglés de Antoinette, quien está histérico por la situación, intenta jalarla de la casa en llamas. Ella, criolla blanca, se sienta y grita en un delirio de ambigüedad y ambivalencia sobre si desea salir de su casa ancestral, que está en llamas porque ha sido encendida por sus antiguos esclavos amigos pero oprimidos y ya liberados, o si debe de dejar la situación económica del Caribe, que sigue dominada por España, Francia e Inglaterra, comprando o casándose con las criollas para robarles sus plantaciones.

La amiga de su niñez, Tia, forma parte de la turba y tira una piedra a la cara de Antoinette, y se miran mutuamente, como en un espejo de cambio, dice el narrador, Antoinette tiene su rostro cubierto con sangre, su cabello está en llamas y llora por no querer dejar su guacamaya, que tiene sus alas llenas de llamas. Así se vuelve mental y emocionalmente desequilibrada. Pero al ver la guacamaya en llamas, muriendo, los negros de la turba se retiran porque, por costumbre, una guacamaya que muere significa mala suerte.
Eventualmente, Antoinette muere sin recobrar conciencia, dejando la plantación a su esposo, un empresario inglés quien la traiciona robándole su casa ancestral y también sexualmente con una de las criadas.

Hay dos comentarios del narrador en esta obra que son citaciones desde obras dramáticas de William Shakespeare. En un punto crucial de las insurrecciones, Rhys cita Macbeth: “And pity, like a newborn babe, striding the blast”. Un símil que presenta a un recién nacido desnudo en medio de la tormenta. ¿Qué esperanza hay cuando un niño tierno enfrenta el fuego, los relámpagos y los vientos de una tormenta así?

La novela termina, enigmáticamente, con más fuego. Es el fuego que Bertha/Antoinette tiene en la mano, descrita en la última página a punto de apagarse, mientras ella murmura: “But I shielded it with my hand and it burned up again to light me along the dark passage”. “Pero lo protegí con la mano y volvió a arder para iluminarme a lo largo del oscuro pasillo”.

Bartolome de las Casas.
La Historia de las Indias

Jean Rhys.
El Ancho Mar de los Sargazos

Andre Schwarz-Bart.
Una mujer con el nombre de Soledad.