Donald Trump: el salto de la “grandeza” a salir por la puerta de atrás

Cuatro años después de hacer grandes promesas, el presidente Trump sale humillado del poder. Es el primer mandatario en no ir a la toma de posesión desde 1869 y el único en ser juzgado dos veces durante su mandato.

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Donald Trump se marcha siendo el primer presidente desde George H. W. Bush, en 1992, que no logró la reelección. Foto EDH / AFP

Por Ricardo Avelar

2021-01-19 9:55:27

“Hagamos a Estados Unidos grande otra vez”. Ese simple, pero pegajoso mensaje fue el que apuntaló a Donald Trump a ser el presidente número 45 de Estados Unidos.

En las escalinatas del capitolio, tras recibir el poder de su antecesor, Barack Obama, el magnate inmobiliario se dirigió a la audiencia presente con un mensaje cargado de la promesa de grandeza que enarboló a lo largo de su campaña.

“Esta ceremonia tiene un significado especial, porque no estamos solo transfiriendo el poder de una administración a otra, de un partido a otro. Lo estamos transfiriendo de Washington DC y devolviéndoselo a la gente de Estados Unidos”, dijo triunfal el nuevo presidente Trump ese 20 de enero de 2017.

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En su discurso, que continuó explotando las divisiones que él destacó en su campaña, el presidente ofrecía una nueva visión antiélites, anti “establishment” y donde Estados Unidos, dijo, iría primero.

“Estados Unidos volverá a ganar. Ganará como nunca antes lo ha hecho”, prometió, y añadió que “haremos al país fuerte de nuevo, próspero de nuevo, orgulloso de nuevo, seguro de nuevo. Juntos, haremos a Estados Unidos grande otra vez”.

Cuatro años después, el contraste de la realidad con las palabras con las que ingresó Trump es cruel.

No solo es el primer mandatario que no logra reelegirse desde 1992, sale con la mancha de haber enfrentado dos juicios políticos y con la humillación de no haber reconocido su derrota. El presidente Trump ni siquiera estará presente para entregarle el mando a su sucesor, Joe Biden.

Peor aún, en su apresurada salida hacia su residencia Mar-A-Lago en Florida, no lo acompañará ni su compañero de fórmula, Mike Pence. El vicepresidente ha optado por asistir a la toma de posesión del demócrata Biden.

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De la “grandeza” a la puerta de atrás es como podría resumirse la atropellada presidencia de Trump, que inició con mucho ímpetu y termina ensombrecida por acusaciones de incitar una rebelión protagonizada por supremacistas blancos y neonazis. De la “grandeza” a la vergüenza.

El hombre sin partido

Incluso antes de ganar la presidencia, Donald Trump conminó a su partido a adoptar su retórica y su estilo. Eso llevó a políticos de larga data a plegarse a la nueva forma antipolítica de gobernar.

En los últimos meses Trump estuvo embarcado en una campaña para denunciar que hubo fraude en las elecciones en las que Biden resultó ganador. Foto Agencias

Cuatro años después, y tras haber incitado a una turba de fanáticos a tomarse violentamente el Congreso, a Trump le dieron la espalda algunos líderes importantes del bando republicano y 10 de ellos rompieron la granítica unidad para votar por acusarlo formalmente de incitar la toma violenta del Capitolio.

El presidente y su muro

La gran promesa de Trump fue construir un enorme muro en la frontera sur a fin de detener lo que él pintó como hordas de violadores, criminales y narcotraficantes provenientes, primordialmente, de México y Suramérica.

Cuatro años después, su muro es una media verdad. Parte de este está construido sobre la frontera sur. Otra parte no es física, sino un muro de políticas públicas, como la restricción de viajes y visas de trabajo, las políticas de separación familiar, la cancelación de programas como el TPS o el DACA y los infames acuerdos de cooperación de asilo.

Trump construyó paredes físicas donde pudo y convirtió a otros países en su muro más al sur. A cambio, ignoró abusos de poder, como el caso de El Salvador, a cuyo presidente dio espaldarazos a cambio de que este último se plegara sin excusas a medidas tan descabelladas como recibir los migrantes de otros países, cuando los propios ciudadanos están buscando irse en masa.

Estas medidas “draconianas”, ha anunciado Biden, serán en gran medida revertidas en su gobierno y algunas, incluso, desde los primeros cien días por medio de acciones ejecutivas. El legado migratorio de Trump probablemente desaparecerá.

Los triunfos opacados

Una presidencia tan atropellada es ingrata con la memoria, especialmente la de los aciertos. Algunas decisiones de Trump produjeron crecimiento económico, algo que se vino abajo con la pandemia pero sacó al país a flote por un tiempo.

Asimismo, logró derrotar al temible Estado Islámico y logró la paz en algunos puntos importantes de Medio Oriente.

Pero su postura anticientífica ante el COVID-19, su pleito con los medios y su llamado a desconocer las elecciones lo sitúan casi como un paria. El presidente de la “grandeza” sale hoy con mucha pena y poca gloria por la puerta de atrás.