Mario Martínez, “don Coco”, recorre 10 kilómetros diarios para ganarse el sustento

A sus 73 años, Mario recorre a pie más de diez kilómetros diarios con una carretilla repleta de cocos para vender. Su trayecto inicia en el mercado La Tiendona, a las seis de la mañana y lo concluye en la colonia San José, de Soyapango, cerca de las once.

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La mayor cantidad de clientes de Don Coco viven en Montes de San Bartolo, Soyapango. Foto EDH/ Jessica Orellana

Por Jonathan Tobías

2020-01-09 11:02:47

Cuando aún no han salido los primeros rayos del sol, a las 5:30 de la mañana, Mario Martínez, de 73 años, conocido por sus clientes como “Mario Coco” o “don Coco”, se levanta para salir de su casa con la única intención de ganarse el sustento de cada día.

El vendedor vive en los alrededores del Mercado la Tiendona, en San Salvador. Desde que sus dos hijos cumplieron la mayoría de edad y se casaron, Mario vive sólo y trabaja para generar los ingresos que le permitan solventar las necesidades dentro de su casa.

 

Su rutina comienza a las 6:00 de la mañana, cuando sale del mercado con su carretilla llena de cocos y cruza el límite entre San Salvador y Soyapango, hasta llegar a la colonia San José, a la mitad del municipio.
Son aproximadamente diez kilómetros los que don Coco recorre al ir y regresar. Está de vuelta en su casa alrededor de las tres de la tarde.

Mario suele caminar por aceras estrechas, a un lado de las carreteras como el Bulevar del Ejército, entre San Salvador y Soyapango, en donde constantemente circulan vehículos y autobuses a toda velocidad; sin embargo, él se mueve con la mayor de las astucias.

“Siempre procuro tener cuidado, porque en varias ocasiones ya me han pasado llevando los buses mi carretilla”, relata. “A veces prefiero usar la calle para avanzar porque es casi imposible que jale mi carretilla por las aceras”, señala y se refiere al pavimento en mal estado.

El paso de Mario solo flaquea una o dos veces durante el recorrido, casi siempre en las pendientes que hay en su camino.

Solo entonces toma su botella de agua para hidratarse y se detiene por unos minutos, hasta que recupera el aliento y está listo para retomar su camino. “Siempre me termino bebiendo tres botellas de agua”, dice el vendedor y con una toalla se seca el sudor en su frente.

El popular Don Coco

Desde que Mario llega al centro urbano de Soyapango, varios vendedores o lugareños lo saludan. “Buenos días, don Coco”, se escucha en la distancia y Mario les devuelve el saludo con un gesto o una sonrisa. Algunos se detienen a comprarle o, incluso, a platicar con él.

Mario ofrece cada coco a un dólar y su meta diaria es vender, al menos, 25 unidades. Según relata, mantiene más de 150 cocos almacenados en su vivienda. Sus clientes suelen consumirlos, ya sea directamente de la estopa y otros prefieren una bolsa de plástico. Así lo ha hecho durante los últimos 25 años.

La edad no es barrera

“A pesar de mi edad no me siento cansado ni padezco de alguna enfermedad”, dice Mario, en tono de satisfacción. La primer caminata que Mario decidió emprender, vendiendo su producto, fue en 1995 y la describe como un día que nunca olvidará.“Llegue a la casa con una fiebre alta y dolor de cuerpo, como que me habían dado una paliza”, recuerda y relata que tuvo que descansar por varios días, antes de animarse a volver a intentarlo. Ahora señala que su cuerpo se ha acostumbrado a la rutina.

“Para mi vender es como un deporte, siento que me ha ayudado a mantenerme activo”, dice.

Mario desea seguir dedicándose a la venta de cocos, en tanto tenga buena salud y fuerza, así lo expresa en numerosas ocasiones.

“Se gana poquito, pero gracias a Dios alcanza para la comida, pagar el agua y la luz”, manifiesta con una sonrisa en su rostro.

Antes, Mario se dedicaba a la talabartería y cuando las oportunidades desaparecieron en ese oficio, no tuvo otra opción que dedicarse a la venta de cocos y, aunque no se queja, expresa que no siempre solventa todas sus necesidades. Para quien desee comunicarse con don Coco, puede hacerlo al 7800-8328.

Foto EDH/ Jessica Orellana