María Olimpia y su dulce trabajo en las fiestas patronales

La ahuachapaneca tiene cerca de seis décadas visitando los pueblos de El Salvador durante sus fiestas patronales. En un inicio elaboraba la mayoría de los dulces típicos que vende; pero por su edad y porque alguna materia prima a disminuido, ahora compra algunos para llevarlos a las festividades.

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Por Cristian Díaz

2020-03-06 9:00:55

AHUACHAPÁN. María Olimpia Luna Contreras ha recorrido el occidente del país, parte de San Salvador y Cojutepeque, endulzando a sus habitantes con los tradicionales dulces típicos que se comercializan durante las fiestas patronales.

Inició a los 12 años, junto a sus padres, y aunque hubo cerca de siete años que laboró en una sucursal de motocicletas de la capital, los últimos 45 los ha dedicado al negocio de dulces forma ininterrumpida.

Pero las recientes fiestas patronales de Ahuachapán y las próximas del cantón Las Chinamas, en la misma ciudad, serán las últimas a las que lleve sus conservas de coco rallado, chilacayote, camote, dulces de leche y zapote, entre otros.

Su edad, 70 años, le dificulta continuar trabajando en el rubro, donde deben de mantenerse en condiciones no adecuadas mientras duran las festividades.

Durante las noches deben de dormir en colchonetas, cuya base son las mismas tablas que forman la improvisada infraestructura.

Aunque, contó, en un inicio dormían en el suelo o sentados porque debían de cuidar los dulces durante las noches, en sus visitas a las comunidades del país.

Los años que tiene tampoco le permiten continuar elaborando los dulces, preparados en altas temperaturas, corriendo el peligro de quemarse.

Para elaborar las conservas de coco, por ejemplo, debe de pasar una hora mezclando el producto, colocado en peroles, con una paleta de madera. Otra media hora espera que enfríe y pueda partir los trozos que comercializa.

Desde hace algún tiempo debe de comprar algunos dulces, como el de camote porque en su lugar de origen, Ahuachapán, hay poca materia prima.

La niña Olim, como le llaman con cariño quienes la conocen, es la novena de 11 hermanos, y parte de tres mujeres que se dedicaron a la venta de dulces cuando falleció su mamá a los 83 años.

Sus dos hermanas también ya fallecieron, por lo que es la única de la familia que actualmente se dedica a esa ocupación.

La veterana emprendedora recordó que hubo un tiempo que trabajó en una venta de motocicletas; pero cuando sus hijos, entonces de 4 y 7 años, requerían mayor atención, optó por regresar al negocio de los dulces típicos porque sabía que podría manejar más el tiempo en ambas ocupaciones.

“Sabía que iba a ganarme la comida de ellos y la mía; esa era la salida porque trabajar en oficina me costaba con los dos muchachos, había que ver quién me los cuidaba, alquilar casa, y yo sola sabía que no podía hacer eso. Por eso decidí dedicarme a esto y que no hay quién lo mande a uno”, contó la ahuachapaneca.

Sus dos hijos, ahora con otras ocupaciones profesionales, le ayudan en sus tiempos libres; pero la decisión ya está tomada por su edad: dejar el negocio; aunque reconoció que las recetas que aprendió para la elaboración de los dulces podrían perderse al no continuar con la tradición de casi seis décadas en su familia.

En la cabecera departamental ha identificado a tres dulceros, como se les conoce, quienes deben de enfrentar la competencia de otras zonas del país.

“Si Dios me permite, es el último año que vendo los dulces aquí, por la edad. Este año ya no me iba a poner; pero ella (su hija) me animó. A mí me cuesta mucho, vamos a (ir) a descansar y regalar todo”, expresó con nostalgia la emprendedora.