La madre ejemplar: la Virgen María y el poder maternal
Canto de una niña que no tiene comparación. El rey de todos los reyes, ella escogió como hijo. Vino tan tranquilo a donde estaba su madre, como rocío en el mes de abril que cae sobre la hierba verde. Madre y virgen, nunca era nadie más que ella, es muy justo que una dama así. Sea la madre de Dios. Extracto de poema lírico sobre la Asunción en el inglés del siglo XV.
Cada Día de la Madre nos vienen a la mente las madres magníficas de toda la historia de la civilización europea con tanta influencia que han tenido. Tal vez, aparece en nuestro pensamiento Santa Mónica, la madre de San Agustín. O la poderosa reina de Inglaterra, Eleanor de Aquitania con sus cuatro hijos famosos, protagonistas en la situación que nos dio la Carta Magna. O Isabel I de Castilla, la madre de Catalina de Aragón, reina de Inglaterra y madre de la reina de Inglaterra María Tudor, esposa de Felipe II, rey de España. Aparece también Catalina de Medici, reina regente y estadista, la madre italiana de tres reyes de Francia. Pero de todas las madres que podemos considerar, resulta que la Virgen María es una de las mujeres y madres más poderosas y complejas entre las figuras religiosas del mundo. Y ella forma parte y es la flor del cristianismo medieval, así mismo la raíz de las tradiciones judeocristianas.
Es imposible concebir la historia occidental sin ella porque es continuamente recreada en nuestras concepciones literarias y musicales, igual como en las imágenes de ella como madre, novia, reina, protectora, mediadora y socia.
Las cualidades de ella serán el tema de este día. Es una pregunta colindante, ¿en qué consiste el poder maternal de esta visión sobresaliente de ella en las tradiciones occidentales? Las cualidades maternales usualmente asociadas con ella son las de ser cariñosa, protectora, dedicada a la familia, progenitora de los hijos y obediente a su esposo. Por lo tanto, se puede decir que las cualidades apreciadas en las madres de hoy devienen de estas y resaltan el quedarse en casa, ser obediente al esposo y dedicarse al cuidado de sus hijos. Consideremos de donde vienen estas atribuciones. La fuente es, claramente, la madre de Jesús, la Virgen María, figura preeminente de la religión predominante de la civilización occidental. Vamos a escoger a esta madre, fuente de las cualidades de las madres por toda la historia de la civilización judeocristiana para explorar la historia del poder de esta madre, la más famosa de todas.
Se sabe de la historia bíblica y doctrinal de la Virgen María como madre desde la Anunciación hasta su Dormición y Asunción. Hay visiones, representaciones e ideas sobre esta madre originalmente tan ordinaria en su humanidad y única en su pureza sin igual; pero, a la vez, tan famosa y poderosa. Al pasar los siglos, su imagen se convirtió fácilmente en la personificación y el cauce mediador entre la humanidad y su hijo. Originalmente, ella, sí, era la imagen de una madre joven, obediente y protectora, la presencia femenina en la cultura cristiana, de la divinidad y de la humanidad. Tal vez nos acostumbramos más a la imagen de ella en las representaciones de la Pietà en el arte, la literatura y la música como la proyección de esta joven madre. Como en la Pietà, ella era la madre primordial y sobresaliente en las tradiciones poéticas, con su hijo en sus rodillas, y en el desarrollo de la música litúrgica de la stabat mater dolorosa—la madre inconsolable parada al pie de la cruz donde estaba muriendo su hijo para redimir los pecados de la humanidad. Era tan influyente y tan obediente pero tan poderosa, a la vez.