Desde EE. UU. una madre logró que su hijo se librara de las maras

A Josué, la mara lo obligaba a que hiciera mandados pero su madre lo ayudó a escapar.

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Un indocumentado que huye del país cruza el río Paz en ruta a Guatemala y, posiblemente, EE. UU. Foto EDH / archivo

Por Xiomara Alfaro/Cecilia Fuentes

2019-11-23 10:29:12

Josué López (nombre ficticio) lleva 16 años separado de su madre, algo que según él, “marcó su vida”, y que se sumó a la presión y conflictos entre los miembros de su misma familia que lo empujaron a tomar malas decisiones.

Después de la escuela, Josué aprovechaba para conocer amigas y salir con sus compañeros de clases, pasar tiempo en la cancha de fútbol o en los campos de sembradíos donde aprendió a trabajar la tierra. Así pasaba las tardes hasta que un día el cabecilla de una pandilla le hizo una llamada.

“Te confieso que tuve miedo y no quise ir. La tercera llamada ya iba con amenaza y tuve que presentarme. La orden era que tenía que hacer los mandados que me pedían. Amenazaban con atentar contra mi familia. Era duro, yo ya no dormía y sentía que mi casa estaba cada vez más vacía. Yo no entendía cómo mi mamá se había ido y me había dejado solo”, relata el joven.

Con el paso de los días, Josué recibió una llamada de su madre quien reside en Estados Unidos. Ella parecía estar al tanto de lo que ocurría; con lágrimas, palabras de desesperanza e impotencia le notificó que ya había acordado con sus parientes en San Salvador que él se fuera a vivir con ellos.
“No quería irme a un lugar que no conocía, pero tuve que dejar mi casa, a mis amigos, a mi abuelita y empezar de nuevo. Sobre mi madre, hubiera preferido ser más pobre de lo que soy, pero tener a mi mamá conmigo”, asegura el joven quien ahora intenta dar pasos como emprendedor.

Una historia como muchas
“Mi vida cambió el día que mi madre se fue a Estados Unidos y me dejó”, dice Josué. Él tenía siete años cuando su mamá emigró a EE. UU. dejándolo bajo el cuidado de dos tíos maternos y su abuela, una señora de 60 años, ama de casa y madre soltera.

Sofía (nombre ficticio), la madre de Josué, partió en 2003 con la ilusión de tener una mejor condición económica que le permitiera sacar adelante a su hijo, que en aquel entonces cursaba el segundo grado en una escuela pública. Sofía, también madre soltera, logró cubrir las necesidades básicas de Josué lavando ropa ajena y con pequeñas ventas de pasteles o pupusas que hacía los fines de semana en el patio de su casa.

En aquel tiempo, Josué disfrutaba de los juegos con la pelota, las competencias en bicicleta junto a sus primos, quienes vivían en las pequeñas casa que cada hijo de doña Bertila (abuela de Josué) había construido en el terreno familiar luego de recibir cada uno la porción de tierra que le correspondía como herencia.

Pese a los esfuerzos de Sofía, la economía del hogar no cruzaba su mejor momento y la vida era cada vez más difícil por lo que también tuvo que tomar la dura decisión de emigrar.

“Me sentía solo… mi familia me criticaba, mis tíos empezaron a ponerme en mal con mi abuelita y decían que yo solo en la calle andaba y que solo encerrado pasaba. Los problemas fueron creciendo y yo empecé a salir con mis amigos, a andar de verdad en la calle”, agrega Josué.

En 2012, Josué intentó llegar a Estados Unidos sin papeles para reunirse con su madre, pero cayó en manos de una banda de trata de personas en la frontera de México donde permaneció por casi tres meses. Cuando llegó a tierra estadounidense fue detenido por agentes federales y llevado a un centro de detención de migrantes en Texas.

Después de dos meses fue deportado a El Salvador.  Ahora continúa su vida en San Salvador. Este año ha iniciado un proyecto de emprendimiento en el cual deposita todas sus energías: “Me hubiera gustado estudiar, tenía muchos sueños, pero siento que todo esto cambió el rumbo de mi vida, ya no soy el mismo, ahora trato de seguir adelante”.

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