La grieta en la zona más alta del volcán de San Salvador y que causó la tragedia en la comunidad Los Angelitos es una grave amenaza para Nejapa y sus alrededores.
Luego de la tragedia en la comunidad el 29 de octubre de 2020, el impago del Fondo para el Desarrollo Económico y Social de los Municipios (Fodes) a todas las alcaldías del país por 11 meses, impidió que la administración anterior de la comuna de Nejapa realizará medidas de mitigación .
La llegada de la época lluviosa reaviva el temor de la población. Y la medida de prevención en la zona recae sobre la persona que monitorea el escalímetro rudimentario (para medir el nivel de agua en las quebradas) que colocó la Comisión de Protección Civil Municipal bajo el puente Morazán, en la quebrada Terraplén, en la falda del volcán.
La fisura en el volcán está a 1,540 metros de altura sobre el nivel del mar, inicia en la quebrada la Ronda, pasa por el caserío Santa Isabel y desemboca en la quebrada Terraplén, que cruza la carretera que conduce a Quezaltepeque.
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La coordinadora del Comisión Comunal de Protección Civil de Nejapa, Nereyda Aguilar, explica que el riesgo de deslizamiento y derrumbes es permanente en la zona.
“Tenemos el problema que todavía hay rocas grandes ahí. Tenemos ese problema, no solo puede ser por lluvia si no que por temblor. Es una situación bien peligrosa la que tenemos, pero estamos trabajando. Ahorita estamos esperando que dé el cambio de Gobierno municipal”, indicó Aguilar, quien concedió la entrevista a finales de abril.
Aguilar explicó que “lamentablemente como no ha habido Fodes donde se tienen que hacer obras de mitigación, no se han hecho. Especialmente en la zona del barrio San Antonio. Sabemos que una construcción no nos va salvar del peligro, pero puede aminorar el impacto. Lo mejor es organizar a la población y en el caso de San Antonio es lo que han recibido por el momento, ya se hizo una comisión porque el peligro persiste”.
La fisura en el volcán se puede observar desde la carretera que conduce a Quezaltepeque, la cual luce como un camino rodeado de vegetación.
Pero para la comisión comunal es la advertencia permanente del volcán de que por esa camino puede volver a bajar piedras, tierra, lodo... la tragedia.
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“Esta zona ha quedado muy vulnerable, lo mucho que podríamos esperar para hacer evacuaciones son 120 milímetros de lluvia. El problema es que todo ha quedado erosionado, prácticamente cuando llueve unos 100 milímetros estamos atentos a que se realice una posible evacuación”, expuso Aguilar sobre el sistema de alerta ante posibles deslizamientos.
Ante la llegada del invierno, la única forma de prevención de desastre es la coordinación comunitaria y la colocación de dos pluviómetros entre en los puentes cercanos a la comunidad Angelitos II y cerca del barrio San Antonio.
Aguilar comentó que el Ministerio de Medio Ambiente realiza un estudio en la zona del deslave, pero aún no han dado a conocer los hallazgos o avances al comité local.
Las familias que vivían en la comunidad Angelitos I, a la orilla de la quebrada, fueron trasladados por el Gobierno a otra zona, con casas nuevas.
Pero aún hay familias que residen en la comunidad Los Angelitos II, que no fueron beneficiadas con la vivienda, y que ahora están en una zona vulnerable a deslizamientos.
Riesgo por otras quebradas en la zona
El deslave del 29 octubre de 2020 destruyó todo a su paso en un trayecto de seis kilómetros, siguiendo el cauce de la quebrada Terraplén.
Nueve personas que residían Los Angelitos 1, a la orilla de la quebrada, fallecieron. Decenas de personas quedaron damnificadas.
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En esa zona hay más de ocho subcuencas o quebradas que bajan de las laderas del volcán y que, también, amenazan con provocar deslizamientos de tierra y deslaves.
La Oficina de Planificación del Área Metropolitana de San Salvador (OPAMSS), a través del informe Situación y recomendaciones para sector Picacho, Nejapa, explicó que el deslizamiento en la zona se debió a la saturación de los suelos por la afectación de las lluvias provocadas por la tormenta Amanda y Cristóbal, “cuyos depósitos quedaron acumulados en laderas y luego fueron retransportados por nuevo flujo durante tormenta del 29 de octubre”.
Además advierte que en la quebrada colindante, “ todavía hay material acumulado que podría re-transportarse en otro momento sobre quebrada la Ronda”, detalla el informe.
Según los datos obtenidos por el análisis hidrológico, en ese fecha, “el cúmulo de lluvia generó un caudal de 55.9 metros cúbicos de agua que descendió de la quebrada hacia Nejapa”, lo cual equivale a la presión de un estimado de 352 barriles de agua, que arrasó con piedras, árboles y material que encontró a su pasó por la quebrada.
Según la modelación hidráulica, esa carga de agua junto con escombros ocasionó, un desbordamiento en la comunidad, “por tanto, las construcciones aledañas se encuentran en riesgo de inundación para eventos de lluvia extremos como el sucedido en la fecha mencionada” detalla el documento.
El informe incluye que en el deslave, “se estiman velocidades del flujo de escombros entre 20 y 24 kilómetros por hora, y logró alturas mayores a 1.50 metros, estos datos son de mucha importancia para realizar análisis y diseño de sistemas de alerta temprana y para conocer posibles flujos de escombros a futuro en las diversas quebradas que provienen del volcán y mayormente desde el Picacho”, advierte.
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El documento agrega que el comportamiento normal del Picacho es que en todos los años hay ocurrencia de deslizamiento y derrumbe de tierra, árboles, “ y los materiales producto de estos movimientos de ladera son transportados por los drenajes, produciéndose fenómenos de erosión (transporte) y sedimentación (acumulación), este comportamiento sería interesante conocerlo, si hay acumulación de materiales en sectores del drenaje que no necesiten un flujo importante para convertirse en un flujo más peligroso o al contrario por la erosión los drenajes están libres de acumulaciones y el flujo que se genera, gana material solo por el material del fondo de la quebrada que arranca durante su movimiento.
“Estos puntos que puedan estar rellenos de depósitos dentro de quebradas, son zonas peligrosas y hay que darle seguimiento, ya que en siguientes años se pueden removilizar y afectar a población que reside al pie de Picacho, se recomienda verificar estos puntos y valorar si se puede proponer algún tipo de alerta temprana o remover estas acumulaciones”, consta en el informe.
Según el análisis físico ambiental de la zona, debido a que la diferencia entre la corona y el pie del volcán es de más de 1,000 metros, “el flujo puede tener una gran aceleración y puede tener efectos desastrosos”.