Rita Méndez es una mujer de 59 años de edad, habitante de la comunidad Nuevo Israel. Vive sola, en una pequeña casa rodeada de vulnerabilidad. En frente, unos seis metros la separan del río Arenal Monserrat, en el que se encuentran el pasillo peatonal de la comunidad y un área de juegos deteriorados. Atrás, su patio está al pie de un talud sin ninguna obra de mitigación, unos 20 metros de altura de tierra blanca que amenaza con caer en cualquier instante.
A ese lugar llegó hace siete años. Es de su propiedad, lo adquirió con un préstamo de un antiguo patrono, cuando trabajaba en un comedor. Ella calcula haber gastado unos $6,000 entre el costo del terreno y lo que construyó. Esa deuda la pagó con muchos sacrificios, terminó el año pasado.
La madrugada del domingo 31 de mayo, cuando la corriente del río se desbordó, su casa quedó severamente dañada. Todo el frente y las gradas de acceso quedaron destruidas. La parte trasera también tuvo deslizamientos, quedó en peligro inminente.
La casa de Rita es una de las 173 viviendas de la comunidad Nuevo Israel, que según datos ofrecidos por la ministra de Vivienda, Michelle Sol, en la cadena nacional del 4 de junio, quedaron con “riesgo inevitable”.
El mismo día de la tragedia, el presidente de la República, Nayib Bukele, llegó a la avenida Las Amapolas, en las afueras de la comunidad y en cadena nacional de radio y televisión les dio una gran noticia. Por cada casa destruida por la tormenta, se destinarán $10,000 para reconstrucción.