Cuando la discapacidad se vuelve un talento productivo

El centro de formación La Rioja capacita a 84 personas con discapacidad intelectual en diferentes oficios y les provee educación básica, en cocina, computación, artística y terapia física.

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Los alumnos son capacitados en la elaboración de pan que luego es comercializado a través de diferentes tiendas. Foto EDH/ Daniel Serpas

Por Daniel Serpas

2019-10-25 9:10:14

La Rioja es un centro de formación laboral para personas con discapacidad intelectual que funciona en San Salvador desde 2008 con el apoyo de la Asociación Salvadoreña Pro Ayuda de Personas con Discapacidad Intelectual.

Se llama La Rioja (España) debido a que es el lugar de procedencia de las donaciones que ayudaron a construir sus instalaciones.

El centro funciona bajo una mecánica en la que los alumnos pueden aprender el oficio que más les guste. Pueden elegir entre panadería, costura, manualidades y carpintería.

En los talleres se elaboran productos que se venden, eso les permite poder seguir adquiriendo materias primas y obtener una “pequeña” remuneración.

El miembro de la junta directiva del centro, Carlos Eduardo Moreno, explicó que del dinero que se recoge de la venta de los productos se les da una pequeña suma a los alumnos, para que aprendan a manejar el dinero.

Ese incentivo se complementa con la formación que cada uno recibe dentro de las aulas de clase, donde se les enseña cálculo y manejo de finanzas.

Los alumnos del centro La Rioja han comenzado a hacer los adornos para Navidad. Foto EDH/ Daniel Serpas

El centro atiende a 84 personas con diferentes tipos de discapacidad intelectual como síndrome de Down, autismo o discapacidad mental de entre diez y 57 años.

Todos reciben educación básica a la que se suman los talleres y las clases de artística, computación y cocina. El centro cuenta con cuatro docentes, cuatro instructores y un terapeuta ocupacional.

La formación académica se adapta a los planes educativos del ministerio de Educación y en el caso de los alumnos con sobre edad se utiliza el plan de alfabetización de adultos.

La directora del centro, Patricia Méndez, explicó que el proceso de formación de los niños y adultos pretende que se incursionen en actividades que los hagan sentir productivos.

La iniciativa de crear el centro surgió, según Méndez, debido a que el sistema público de educación especial admite personas hasta los 21 años. “A esa edad la población con discapacidad intelectual sale y regresa a su casa a pasar en ocio”, añadió.

El objetivo del centro de formación es conectar a los estudiantes con discapacidad intelectual con el mundo laboral. Méndez, comentó que hay empresas que solicitan personal para trabajar en diversas áreas. “Nosotros buscamos el perfil de ese alumno que ha ganado las habilidades necesarias y está apto para un empleo”, agregó Méndez.

Además, que es necesario “hacer que desde pequeños adquieran habilidades para que grandes puedan acoplarse al trabajo”.

La fundación no hace diferencia de edad. Capacita y da empleo a todos por igual. Foto EDH/ Daniel Serpas

Productos hechos a mano

Para Patricia Méndez, las cosas que se elaboran en La Rioja “son de utilidad porque no se trata de que compren porque tienen discapacidad sino porque ellos pueden hacerlo”.

El primer taller que se imparte en el centro es el de panadería, que hornea un aproximado de 200 unidades por día.

Los instructores distribuyen a todos los alumnos en diferentes áreas según sus habilidades.

Una parte de ellos se dedica a amasar, otros a moldear, los demás decoran, hornean y embolsan.

Se elabora budín, pan francés, pasteles de piña, tortas de frutas, cachitos y galletas. El precio de estos productos es desde $0.20 y depende del tamaño o la cantidad que se hornee.

El pan se vende a los padres de familia, en algunos puntos de San Salvador o por encargos directos para cualquier tipo de eventos.

Para navidad, según los capacitadores, se fabrican más de 3,000 galletas.

El proceso de producción se mantiene también por la donación de materia prima que el centro recibe de algunas empresas.

Otro oficio que se enseña a los estudiantes de La Rioja es la costura. En este taller, se elaboran diferentes artículos a base de tela.

Los miembros de la Fundación ya tienen listos los productos navideños que serán comercializados en diciembre. Foto EDH/ Daniel Serpas

Entre ellos se encuentran almohadas de diferentes formas, delantales, ropa de cama y bolsas.

La instructora del taller, Marina Cruz, dijo que cada mes enseña a sus alumnos a confeccionar diferentes cosas para “que no se aburran de hacer lo mismo”.

Además de la costura, los estudiantes aprenden manualidades. Ellos hacen el 90 % de todos los productos.

El taller permite que sus miembros aprendan a hacer figuras de diferentes personajes y a bordar.

En carpintería, por su parte, se arman piezas de madera. Los alumnos hacen mesas, estantes, adornos o cualquier producto que se solicite.

El centro está abierto a donaciones y voluntariados. Se encuentra en la colina Altamira de la capital.