“Me preocupo porque dinero para la comida no hay”

Los comerciantes, como Iliana Ortiz, tiene dificultades para solventar las necesidades básicas de sus familias debido a la cuarentena domiciliar

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Ilian Ortiz y su hija Katherine viven en la colonia MInerva, de la capital. Foto EDH / Húber Rosales

Por Jessica Guzmán

2020-03-30 4:30:46

“Todos los días me iba al mercado por tomates, chiles y cebollas, pero hoy con esta virus (coronavirus) no puedo moverme porque me van a llevar”, dice Iliana Ortiz, sentada en las gradas de la entrada de su vivienda, ubicada en la colonia Minerva, de la capital.

Luego la comerciante añade: “El domingo (22 de marzo) tuve que decirle a Beatriz que me prestara diez dólares para comprar frijoles, arroz; y ella me regalo una bolsa de aceite. Como le digo no puedo ir a vender porque no está permitido; hoy tengo dos días de estar en casa y la verdad me preocupo porque dinero para la comida no hay. De los tomates que me sobraron el otro día, hice una tomatada y eso comimos”.

Desde el interior de la casa, Katherine Lisseth pregunta a Iliana si había café, pero la respuesta fue “no”.

Katherine es hija de la comerciante y estudia séptimo grado en el Centro Escolar Costa Rica y tiene más de dos semanas de no ir a clases.

Iliana explica que la mayoría de comerciantes informales pide dinero prestado para comprar la mercadería y adquiere el compromiso de pagar una cuota diaria.

“Yo invierto $70 diarios, con ese dinero compro tres cajas de tomate, un saco de cebollas y uno de chile verde. Al final del día tengo que pagar $7.42 de cuota diario por los $70, de la ganancia tengo que pagar $2 a la directiva por el permiso de vender, $0.30 de agua, $0.25 centavos del baño y dos platos de comida que valen $1.50 cada uno o sea $3”, enumera.

Iliana tiene 25 años de ser vendedora ambulante. Sus amigas Lola, Lupe, Blanca, Crisia, Delmy, Reina y Silvia entre otras; todas están en la misma situación.

“Imagínese la Lola, su compañero de vida es diabético, tiene a cargo a su sobrina y a sus dos hijos, pero no tiene quién le ayude”, dice Iliana, quien estaba dispuesta a salir a vender para llevar un poco de dinero a la casa.

“Tengo unas mascarillas y guantes que no he podido vender”, expresa, aunque reconoce que en su casa hay mucho trabajo por hacer, pero las tareas domésticas se las dividirá con su hija.

El 75% del comercio en el país es informal, en esta categoría entran los micro y vendedores , como Iliana.