Rafael Alegría perdió a su padre por Covid y no tuvo acceso a una prueba

Este fotógrafo de 58 años perdió a su padre por el virus y, cuando fue a hacerse la prueba, sufrió porque hubo “un descontrol horrible” .

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Foto EDH/ Yessica Hompanera

Por Carlos López Vides

2020-08-13 9:00:55

En primera persona: el siguiente es un relato testimonial del fotógrafo Rafael Alegría, de 58 años, un hombre que se ha dedicado a congelar imágenes de los momentos felices en bodas, bautizos y fiestas sociales, pero que también hizo imágenes de la guerra y que, en los últimos días, ha sufrido mucha tristeza y momentos difíciles, por el COVID-19.

Primero, el virus le arrebató a su padre. Y luego, al querer saber si él mismo tenía COVID-19, vivió una agria experiencia la mañana del pasado 28 de julio.

“Enterré a mi papá el 24 de julio, por COVID. Tenía 81 años. Estaba mal y fue una hazaña llamar al 132 y que respondieran. Le llevé las medicinas que nos dijeron. No lo atendió un médico, pero quien tomó la llamada le dijo que tomara loratadina y un antigripal. Eso fue todo. Como los hospitales estaban colapsados… Yo estuve platicando con él, cuando le llevé los medicamentos. Él vivía en la Zacamil, yo en Ilopango. Se llamaba Rafael Antonio Alegría Serrano.

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Como estuve con él como media hora, por eso fui a hacerme la prueba para salir de la duda de si tenía el virus. Yo llegué a las 4:00 de la mañana a la Plaza Salvador del Mundo ese 28 de julio; ya había unas 1,500 personas, la cola le daba vuelta a la plaza, había gente que estaba ahí desde las 3:00 de la mañana.

Fue un descontrol horrible con las papeletas para las pruebas. En 10 minutos se acaban las 300 que dan. Solo habían dejado 50 para el personal de Salud y para tercera edad. Tuve que cantarle 5 veces lo mismo a un muchacho (del personal de Salud), porque nos habían sacado de la línea y ya no nos quería dar papeleta. Le dije que estaba desde las 4:00 de la mañana, que no era justo. Él estaba enojado, porque le quisieron jalar una de las papeletas y se la rompieron. Me la tiró, ‘¡tenga, cállese pues ya!’, me gritó.

Muchas personas han acudido a hacerse la prueba debido a que es una convocatoria abierta, pero la aglutinación en los alrededores y calles aledañas han causado una fuerte carga de tráfico vehicular.
Foto EDH/ Jorge Reyes

Yo salí casi a las 12 del mediodía de ahí. En la papeleta no ponen el número de teléfono de la gente, yo lo puse de mi parte. Le piden correo electrónico, pero es mentira, si a puras penas le cae una llamada a uno, menos un correo. Mucha gente se quejó de eso. La mayoría era gente que había tenido pacientes con COVID. Es una demanda horrible. Hubo gente que estuvo desde las 3 de la mañana, pero que no alcanzó a agarrar papeleta.

Cuando me hicieron la prueba, le pedí a ellos que nos dieran algo para comprobar que se ha hecho la prueba, por la discriminación que hay. Aunque sea un documento, pero me dijeron que no entregan nada. El personal de Salud así me dijo.

Me llamaron cuatro días después, que había dado negativo. Pero es paja, conozco a muchos que no les han llamado, solo les hablan a los que dieron positivo. Si no te llaman, es porque diste negativo”.