Ocho trabajadores de salud entre los fallecidos por coronavirus

La primera víctima fue anunciada el 9 de mayo. Salud no ha dado cifras de personal contagiado y algunos trabajadores se quejan de que no tienen ayuda psicológica ni los insumos médicos adecuados.

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Foto EDH / Jessica Orellana

Por Rafael Mendoza López

2020-06-03 9:00:01

“El temor es grande, pero pienso que sé cómo hacer las cosas y que todo me saldrá bien. Cuando salgo yo siento que llevo el virus a la par, pero considero que eso es como una psicosis”. Carmen Rivas describe los efectos que le generan las 24 horas continuas que debe pasar como enfermera de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital Rosales, convertido como hospital de paciente COVID a inicios de la pandemia.

Ubicado en San Salvador, el municipio con más casos de coronavirus (473 hasta el ayer), el hospital Rosales ya registra 35 contagios entre el personal de enfermería, vigilantes, personal de la morgue, administrativos, entre otros, señala la enfermera. Sin embargo, a escala nacional, este es un dato que el Ministerio de Salud no ha revelado.

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Salud tampoco ha hecho público el dato de cuántos trabajadores de Salud han perdido la batalla contra el COVID-19. Lo que también hace imposible respaldar dichos datos es la suspensión de solicitudes de información ante el Instituto de Acceso a la Información Pública, debido a la emergencia.

La única forma de calcular que han muerto siete personas que forman parte de el personal de primera línea en Salud (desde personal de limpieza hasta médicos), es a partir de los tuits que ha publicado el ministro de Salud, Francisco Alabí, y la misma cartera estatal desde que se registró la primera muerte el pasado 31 de marzo.

Ayer, el funcionario fue consultado en conferencia de prensa sobre la cantidad de personal de primera línea que ha perdido la batalla contra la enfermedad, pero no dio detalle y se limitó a decir que “es un tema delicado” y que están apoyando al personal con “el cumplimiento de las medidas sanitarias”.

La amenaza entre el personal

El potencial de riesgo entre los casi 30,000 trabajadores de Salud que forman personal de primera línea es alto, algo que se agrava ante la falta de insumos necesario o la burocracia en la entrega de los mismos, de acuerdo con denuncias que han hecho varios sindicatos, incluso el Colegio Médico.

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Muchos de los trabajadores han tenido que comprar su equipos, según denuncias. “Primero el estrés de que no nos dan el insumo, llegar al turno y pensar: ¿será que hoy sí me darán el traje completo? La mayoría hemos comprado gafas y caretas, por que en el área nos dieron solo uno (juego) para que las lavemos. Consideramos que es un riesgo estar lavando eso a cada rato”, señaló la trabajadora de salud.

Hasta hace unas semanas, Rivas aseguró que estaban recibieron las pruebas de hisopado nasofaríngeo cada 15 días, pero nunca les dieron las repuesta. La enfermera ignora de qué forma se han dado los contagios, al menos en el Hospital Rosales.

“Nos ayudamos unas con otras cuando nos ponemos el EPP (Equipo de Protección Personal) para ver que vayamos bien protegidas; al momento, en mi área no tenemos contagiadas, pero sí hay de otras áreas con síntomas leves. Cada vez que salimos nos bañamos, nos cambiamos ropa, pero yo siento que ando el virus hasta en el pelo”, relata la trabajadora.

A vista del infectólogo privado Jorge Panameño, los contagios en los centros de Salud pueden darse por varios factores, el primero de ellos por la falta de un equipo apropiado.

“Hay personal de Salud con equipamiento nivel dos cuando deberían tener nivel tres. Se ha descrito ya que en muchos lugares el personal se infecta cuando se está quitando el equipo, o sea inadecuado tratamiento. Debe haber en el protocolo que una persona debe tener a otra ayudándole” a poner o retirar el equipo.

Por su parte, el epidemiólogo Ricardo Lara advierte otra posible fuente de contagio, y lo ejemplifica: “Si en un establecimiento de Salud donde hay ocho digitadores, a los ocho les toman la prueba y de los ocho solo una persona da COVID positivo, la respuesta para mí es que lo tiene que haber contraído en el transporte público”.

De esto es consciente la enfermera del Rosales. “A veces me voy caminando para mi casa por que pienso que ando el virus a la par y puedo contagiar sin querer a alguien”.

Incluso, cuenta que algunas de sus compañeras han llegado a barajar la posibilidad de renunciar cuando la pandemia baje de intensidad.

“Varias de mis compañeras dicen que después de esto van a renunciar. A mí me gusta lo que hago y lo veo como un reto, pero siempre con temor”, relata.

La trabajadora agrega que las jefaturas de enfermería se han reunido para exponer a las autoridades la falta de insumo de protección para el personal, pero no se han podido reunir porque se les a negado la audiencia.

Para saber sobre la distribución de equipo de bioseguridad, El Diario de Hoy solicitó una entrevista con el director del Hospital Rosales, por medio del encargado de prensa del Ministerio de Salud, pero hasta la ayer no hubo respuesta.

Lineamientos de bioseguridad

El tecnólogo en enfermería del Hospital San Rafael, Carlos Silva, dijo que no puede dar un argumento epidemiológico de cómo se han ido dando los contagios entre los trabajadores de la Salud, pero asegura que hay lineamientos que les han sido otorgados por el Ministerio de Salud que al ser implementados son efectivos, pero advierte que no todos los conocen a profundidad.

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“El Ministerio de Salud nos ha proporcionado una serie de documentos que se les llama ‘Lineamientos’. Habemos muchos recursos (trabajadores) que estamos en primera fila que los hemos leído, pero otros no los hemos leído, será por nuestra cultura o empatía al proceso de enseñanza y aprendizaje”, detalló el especialista en enfermería.

El documento incluye la especificación de los tipos de traje a utilizar en cada área, así como el tipo de mascarillas y los protocolos de ingreso y salida del personal, entre otros aspectos, sin embargo no hay quien vele porque estos lineamientos se conozcan a profundidad y se pongan en práctica.

“Me protejo los ojos, la nariz y la boca, más el uso del alcohol gel y el distanciamiento social en mi casa, fuera de mi casa y durante la estancia en mi lugar de trabajo, y busco educar a mis compañeros, aunque unos se enojan pero como agente de cambio en epidemiología es responsabilidad hablarles de las causas y efectos”, añade Silva.

Dentro de los ratos de poco movimiento, la enfermera Rivas dice matar el tiempo jugando con su teléfono celular. “Cada vez que salgo del área me pongo a jugar Clash of Clans, un juego que tenía abandonado, pero que me distrae un poco. Mis compañeras duermen, escuchan música, les llaman a sus familiares. Dicen que así se olvidan un rato (del virus)”, cuenta.