Edith, ejemplo de vocación docente en tiempos del virus

Esta maestra de las Ciencias recorrió más de 5 kilómetros entre cerros para entregar las guías de estudio a sus alumnos.

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Por Susana Joma

2020-03-21 4:30:31

El calor, los caminos sinuosos y rústicos no detuvieron a Edith Guadalupe Molina. Ella es la profesora del Complejo Educativo Cantón La Esperanza, jurisdicción de Jiquilisco, Usulután, que el lunes no escatimó en montar su pequeña moto Vespa e ir hasta las casas de sus alumnos a darles las guías que deben estudiar durante esta emergencia decretada por la amenaza del coronavirus.

Edith, quien es originaria de Zacatecoluca y reside en Jiquilisco desde que tenía tres años, imparte la asignatura Ciencias Naturales a los escolares de Tercer Ciclo y bachillerato de ese centro educativo, al que, según contó, llegó hace unos 23 años a encargarse, en un primer momento, de la Parvularia.

La educadora dijo que desde el sábado anterior, incluso adelantándose a las directrices del Ministerio de Educación (Mined), empezó a buscar información que ella tiene y a preparar el material sobre Física, Química y Biología, que tenía que proveer a sus estudiantes. Sin embargo, ella lo entregó prácticamente la mañana del lunes.

Comentó que si bien el director convocó a la planta docente para que llegara el martes a trabajar alas guías, ella, sabiendo de que la impresora del centro escolar casi no tenía tinta, que no había papel y que eran varios colegas la que tenían que usar, le pidió permiso el lunes por la mañana para trabajar en su casa. Así fue como, echando mano de su impresor personal y de unas resmas de papel que tenía, empezó a reproducir el material.

“Fue un gran trabajo. Solo de octavo grado era un folletito de ocho páginas por alumno; de noveno grado era más delgadito porque la unidad que les toca a ellos es más corta; de segundo año eran como ocho páginas, pero les voy diciendo que no se sofoquen a copiar todo en un día, que vayan despacio”, afirmó la maestra Molina.

Esta entusiasta y decidida educadora, de 47 años, vive en una colonia que está sobre la carretera Litoral, a un kilómetro de Jiquilisco y a cinco del centro educativo.

Comenta que por medio de la aplicación whatsapp avisó a los niños que les llevaría las guías, así en cuanto terminó de sacar las copias, a eso de las 9:00 a.m., tomó camino rumbo a los cerros y subiendo la primera cuesta encontró las casitas de unos niños de 7° y de 9° grado. Así que comenzó a pitarles para repartirles.

“Después me fui por unos callejones, vale que a unos niños los encontraba en el camino, a otros llegaba hasta el patio de la casa: La experiencia más bonita es que llegué a una casa con gran confianza con la moto, entre hasta el patio y salió un gran perro que me puso quieta; era como de esos doberman que los tienen con cincha y andaba suelto, pero salió un padre que es bien activo en la escuela, Don Meme, para detenerlo”, narró la entusiasta profesora.

Tras el encuentro con el can subió al caserío Los Pérez y ahí algunos estudiantes comenzaron a ayudarle a repartir las guías. Fue cuando el reloj marcaba casi las 3:00 p.m. que empezó a bajar, pero al pasar por la escuela ya sus colegas se habían marchado y estaba cerrada.

Ese es un esfuerzo que, de acuerdo a la profesora, también decidió hacer para prevenir que luego en la institución educativa se formaran aglomeraciones como instruyó el (Mined) a todos los centros educativos del país.

Ella dio indicaciones a los padres de familia y a los niños acerca de cómo iban a trabajar las actividades y que en el caso de que no entendieran algún contenido ella les iba a estar orientando, enviando vídeos por la red social e incluso al regresar de la emergencia. También recomendó a los padres cuidar a los niños, protegerse y no salir.

“Gasté mi tinta pero estoy satisfecha porque sé que todos los alumnos están con trabajito. Todos los días estoy monitoreándoles. Les dije que el viernes tienen que enviarme la primer fotografía en donde van copiando las primeras clases, unos ya me las mandaron. Ahorita no les pregunto, pero pienso la otra semana hacer una guía de preguntas para comprobar si están interpretando lo que copian”, explica.

Una vocación heredada

El profesionalismo y dedicación de esta maestra no es fortuito, ya que ha luchado mucho por superarse.

Cuando Edith tenía 6 años ya dominaba la lectura y escritura. “Mi papá me enseñó a leer en una pizarra de lata, con un carbón. Así que cuando yo entré a primer grado ya sabía”. Aseguró que en adelante siempre mantuvo buenas calificaciones.

Estudió de primero a noveno grado en la Escuela de Niñas Ramiro Martínez Pineda, de Jiquilisco; luego pasó al instituto nacional de la misma localidad, de donde en 1989 se graduó en como bachiller opción secretariado. Gracias a su buen promedio de notas, se agenció una beca de la Universidad Gerardo Barrios que le permitió estudiar el Profesorado en Ciencias de la Educación para la Enseñanza de la Educación Media, el cual culminó en 1992.

Sus primeros años de docencia los ejerció hora clase tanto en el Instituto Nacional de Jiquilisco impartiendo asignaturas de mecanografía, taquigrafía y técnicas secretariales; como en el Instituto Nacional de Puerto El Triunfo, en este último ayudó en el arranque del bachillerato.

En 1996 logró una plaza en el gobierno fue asignada a trabajar en la Escuela del Cantón Las Breñas, del Municipio de Ozatlán, a donde llegó como maestra de Parvularia, que está a ocho kilómetros de donde vive. “Compramos una yegüita y me iba en ella, después como me dolía la espalda cambié por la bicicleta”.

Su historia como docente de párvulos la repitió en la institución en donde actualmente labora, pero que al fundar el bachillerato atendiendo a su formación inicial pasó a ejercer como docente de Ciencias.

Explicó que ella aplica mucho la tecnología y trata de desarrollar muchos experimentos con los estudiantes porque es parte de la formación que recibió durante capacitaciones que Educación les impartió allá por 2015.

“Siempre me ha gustado trabajar con eficiencia y que los estudiantes puedan ver en mí a alguien que los motive, que vean que en la vida se puede ser profesional responsable, con vocación, entregado”, puntualizó.

Una moto para estar puntual

La profesora Edith Molina tiene más de una anécdota con su moto. Cuenta que la compró hace tres años porque a ella le gusta ser puntual y había veces que los conductores de los pick ups que llevan gente hasta la escuela no pasaban a tiempo, y porque tampoco le gusta que cuando está por finalizar la clase con los niños suenen el claxon para que salga de la escuela.

Recuerda que la primera vez que se subió en la moto para aprender se dio una fuerte caída cerca de su casa, pero hoy no solo la utiliza para ir a la escuela sino hasta Jiquilisco.

“Los alumnos contentos cuando me vieron en la moto. Pobrecitos, cuando se me ponchan las llantas ahí están queriéndome inflar las llantas. Todos ellos me ayudan. Una vez sin combustible me quede a medio camino, tuve que hablarle a un compañero que tiene carro que me llevara combustible de la carretera”, afirmó.