La conductora Maggie Cortez acepta que, en medio de esta crisis pandémica, ha tenido suerte. El 3 de marzo viajó a Buenos Aires por trabajo, y una noche antes de su regreso a El Salvador, que estaba agendado para el 12 de marzo, se anunció las medidas de cuarentena para los salvadoreños que estaban fuera del país. Ante la situación, “decidí venir a Los Ángeles hasta que todo se normalizara o se nos diera una opción más segura en todo sentido”, narra. Desde esa fecha está viviendo en el apartamento de un amigo en la ciudad californiana, pues él se acababa de mudar.
Cortez, de 38 años, ha logrado mantener al aire su programa Trend Studio en la Radio Femenina, y también sigue trabajando con algunas marcas que apoya en redes sociales. Pero le preocupa la falta de agilidad por parte del Gobierno del país, en cuanto a permitir su regreso y las de más de 4 mil salvadoreños que, en medio de la pandemia, no pueden regresar a su tierra.
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“Considero que a estas alturas, con más de 200 casos, ya no tiene nada que ver nuestra entrada con el ingreso de la enfermedad ni con la contención. Varios podemos volver llevando el resultado del test para comprobar que no somos un problema para nadie”, sugiere como solución.
Maggie insiste en que ella ha sido afortunada, “pero hay personas que están gastando todos sus ahorros, usando todas sus tarjetas para poder sobrevivir fuera del país y no es justo, no es humano seguir sin pensar en al menos una solución para nosotros. Esto lleva más de un mes, entiendo que es una situación que nunca se había visto en ninguna parte, pero ya es momento de espabilar y de ofrecer una solución real. Tenemos que volver, es nuestro derecho”.
La comunicadora es muy activa en las redes sociales, donde ha expresado su malestar ante los comentarios de personas que han criticado a quienes, como ella, desean regresar a El Salvador.
“Me parece estúpido que por ignorancia, resentimiento social, falta de empatía, porque trabajan en el ‘call center’ dedicado a defender a ciegas a este gobierno o lo que sea, alguien crea: Que por estar fuera llevamos automáticamente la enfermedad; que ‘decidimos’ salir porque nos sobra el dinero; que somos caprichosos al querer regresar, o que estamos en contra del gobierno porque ‘no queremos obedecer’. Somos personas como cualquier otra, que salimos por diferentes razones y con un plan lógico de volver después de un determinado periodo de tiempo”, argumenta.
Por ahora, Maggie celebra que no se ha quebrado psicológicamente y hasta planea aceptar una oferta laboral que ha surgido en Los Ángeles. Pero remarca que “muchos de los que están fuera padecen enfermedades crónicas y necesitan su tratamiento, otros dejaron a sus hijos bajo el cuidado de terceros porque tuvieron que salir por un viaje de trabajo, en fin… hay diferentes casos. No somos un número para las estadísticas, somos personas con historias detrás y necesitamos una solución. Necesitamos volver”.
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