China cambia los créditos por ayuda humanitaria para seducir a países endeudados

La crisis económica desatada por el coronavirus ha hecho vulnerables a muchos países que buscan renegociar su elevada deuda pública. Los préstamos que ofrece el país asiático superan los otorgados por organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

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El gigante asiático ha cambiado la estrategia en su afán de expansión y ahora más que los préstamos se ha enfocado en ayuda humanitaria. A El Salvador le ha dado al menos tres lotes de vacunas Sinovac. Foto EDH / archivo

Por Karen Molina

2021-05-16 10:20:03

China ha sido desde hace muchos años el principal prestamista de última instancia para países con dificultades financieras y ahora con una crisis económica desatada por el COVID-19 son muchos los que miran al país asiático como el salvavidas económico de sus gobiernos.

Pero desde 2020 a la fecha China no ha dado ni un dólar en préstamos a la región, sino más bien ha reforzado sus inversiones en infraestructura como parte de una nueva estrategia, de acuerdo a un artículo publicado por el periódico español El País que cita datos del Centro de Política de Desarrollo Global de la Universidad de Boston y el centro de análisis Diálogo Interamericano.

El artículo explica que esto no supone el fin de una relación con América Latina, sino “una transición hacia un compromiso más concentrado en dos sectores fundamentales para Pekín: las infraestructuras y las materias primas”.

Además, señala que la relación con la región ha cambiado a una política de ayuda humanitaria que algunos han llamado la “diplomacia de las mascarillas o la Ruta de la Seda de la Salud”.

Esta ayuda se ha presentado en forma de donaciones de tecnología de Huawei a determinados países de la región para ayudarles a hacer frente a la pandemia, sensores de imagen para tomar la temperatura a los viajeros en el aeropuerto, como el caso de Argentina; o sistemas auxiliares de diagnóstico de la COVID-19 en hospitales de Quito, Ecuador y República Dominicana.

Solo a Venezuela envió apoyo directo con equipo sanitario por un valor aproximado de $100 millones de un total de $214 millones que habría enviado a América Latina.

El Salvador ha recibido en los últimos meses al menos 1,650,000 vacunas contra la COVID-19 del laboratorio chino Sinovac.

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Citando a Margaret Myers, directora del programa Asia y América Latina del tanque de pensamiento Diálogo Interamericano, el artículo periodístico señala que desde 2016 China ha intentado desarrollar una política hacia la región dirigida a compensar las deficiencias de los planes estadounidenses, por lo que el presidente del país asiático, Xi Jinping, ha reforzado su papel en temas relacionados al comercio multilateral.

El Salvador abrió relaciones diplomáticas con China en 2018 y tras esa puerta abierta, el presidente Nayib Bukele visitó ese país en 2019, a pocos meses de haber asumido su mandato.

Tras ese viaje, Xi Jinping ofreció a Bukele una “gigantesca cooperación” para construir un estadio nacional nuevo, una nueva Biblioteca Nacional de cristal, una gran planta potabilizadora de agua que convertirá la del lago de Ilopango en agua potable, entre otros proyectos.

Estas obras, como otras a nivel internacional, quedaron estancadas debido a la expansión de la pandemia, originada en China.

El presidente Nayib Bukele se reunió con su homólogo de China, Xi Jinping,en diciembre de 2019. FOTO ARCHIVO

El gran financista para los países más endeudados

En todo caso, China sigue siendo el salvavidas financiero para los países más endeudados de la región.

Uno de los países que ejemplifica muy bien este enunciado es Ecuador, que durante la crisis económica de 2008, suspendió pagos de su deuda externa y recurrió a China, que no le exigía los planes de ajuste fiscal o sostenibilidad de la deuda para hacer el desembolso que sí exigía el Fondo Monetario Internacional (FMI) y al que se pagaba parte de ese financiamiento en barriles de petróleo.

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Según datos del Banco Mundial recogidos por la Universidad de Boston, el 63% de la deuda oficial bilateral que tienen los países más pobres con los países del G20 se lo deben a China, un monto de 112,000 millones de dólares aproximadamente.

Una investigación de Harvard Business Review indicó que el régimen chino y sus subsidiarias han prestado alrededor de $ 1.5 billones (miles de millones) en préstamos directos y créditos comerciales a más de 150 países de todo el mundo. “Esto ha convertido a China en el mayor acreedor oficial del mundo, superando a los prestamistas oficiales tradicionales como el Banco Mundial, el FMI o todos los gobiernos acreedores de la OCDE combinados”, indica.

Pero los países que le buscan no son precisamente los de mayor bonanza económica.

Desde que la pandemia se expandió por el mundo en 2020, países como Kirguistán, Sri Lanka y varias naciones africanas le han pedido reestructurar la deuda, prorrogar pagos o lograr la condonación de decenas de miles de millones de dólares en préstamos que vencen pronto.

“Ahora que se tambalea la economía mundial, cada vez más países le informan a Pekín que no pueden efectuar los pagos de su deuda”, señala un artículo de The New York Times que expone el descenlace de los créditos que China ha otorgado a estos países años atrás.

Sin embargo, las condiciones de los préstamos de China son muy diferentes a las de préstamos otorgados por instituciones como el Banco Mundial.

“Por lo regular, aplican tasas de interés más elevadas y plazos de vencimiento más cortos, por lo que deben refinanciarse cada dos años. Muchas veces, se utilizan activos nacionales como garantía o colateral. Debido a estas características, los bancos controlados por el gobierno de China tienen suficiente confianza para prestarles dinero a los países pobres”, dice la publicación.

Por esa razón, en algunos lugares los préstamos se han disparado. Las deudas de Yibuti con China saltaron a más del 80% de su producción económica anual. La deuda de Etiopía con China equivale al 20% de su producción anual, mientras que la de Kirguistán es de alrededor del 40 %.

En su momento, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, le llamó “diplomacia de la trampa de la deuda”, por prestarles más dinero del que los países pobres podrían permitirse para luego apoderarse de activos estratégicos y expandir su huella militar y económica.

Ocurrió en Sri Lanza, un país al sur de la India, que tuvo que entregar su puerto marítimo.

Pese a que los estudios de viabilidad habían concluido que el proyecto no era rentable debido a la presencia de otro puerto en la capital Colombo, China emitió una línea de crédito de 307 millones de dólares en 2010, con la condición de que la obra fuera realizada por China Harbour Engineering Company, una de las empresas estatales más grandes de China.

En 2012 el puerto apenas recibió 34 barcos, por lo que Sri Lanka acudió nuevamente a China, que le prestó más dinero a una tasa de interés muy elevada.

Para 2015, el proyecto era todo un fracaso y Sri Lanka terminó debiendo más de $8,000 millones a China, un monto impagable para las finanzas del empobrecido país, que al final aceptó ceder a China la explotación de Hambantota por 99 años.
Bukele cambió su postura sobre china

Antes de que tomara posesión de su cargo, el presidente Nayib Bukele criticó a China por no ser respetuoso con el país.

Bukele cambió su postura con China
El presidente Nayib Bukele ha cambiado su discurso sobre China en menos de dos años. En marzo de 2019, con tan solo un mes después de haber ganado las elecciones presidenciales, Bukele dijo que China no respeta las reglas del comercio, manipula su moneda y se entromete en las democracias de las demás naciones, de acuerdo a una nota de AP. “Queremos ser amigos de China, pero China tiene que ser amistosa con nosotros. No me refiero a dinero ni inversión, sino al respeto”, dijo.

b Pero tras tomar posesión de su cargo, en diciembre de 2019, Bukele viajó a China y los medios de comunicación informaron sobre una “gigantesca cooperación” no reembolsable al país para la construcción de un estadio “nuevo, moderno y de gran capacidad”, una nueva Biblioteca Nacional de varios pisos y una gran planta potabilizadora de agua, entre otras obras de infraestructura.