Carlos Enrique Araujo, un impulsor de la banca salvadoreña

Después que el último banco privado de capital salvadoreño pasara a inversionistas colombianos, Araujo no dudó en luchar porque el país tuviera su propia institución financiera.

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Foto EDH/ Lissette Monterrosa

Por Karen Molina

2019-08-27 5:52:01

Banco Azul puede considerarse para Carlos Araujo Eserski como la realización de un sueño que creyó terminarse el día en que el último banco de capital salvadoreño pasó a manos de inversionistas colombianos.

Tuvieron que pasar algunos años para que él y sus socios retomaran la idea de crear una sociedad de ahorro y crédito que fuera manejada por salvadoreños y para salvadoreños.

Por ley se requieren al menos $3 millones para crear una sociedad de ahorro y crédito y si se quiere establecer un banco, el monto requerido se eleva a más de $17 millones.

Analizando la situación, los antiguos socios decidieron convocar a los accionistas que una vez estuvieron con ellos en el anterior banco.

Araujo y los demás socios esperaban la asistencia de unas 100 personas como máximo pues sabían que la influencia anglosajona de los bancos, con sus enormes capitales internacionales, sería un factor que desanimaría a muchos de los accionistas a invertir en un banco privado.

Pero Araujo y sus compañeros se llevaron la sorpresa de su vida cuando a la reunión asistieron más de 500 personas, tantas que las sillas no alcanzaron para congregar a todos los interesados.

Pero además de eso, muchos de ellos estaban dispuestos a suscribir sus acciones de inmediato, motivados por la creación de un nuevo banco con capital 100 % salvadoreño.

Al final del día los más de 500 inversionistas dispuestos a participar suscribieron acciones por más de $5 millones.

“Lo lindo es que, sin yo darme cuenta, la gente no quería perder la oportunidad y quedarse fuera. Así fue como iniciamos y hemos desarrollado nuestro proyecto”, recuerda Araujo Eserski.

A la fecha, son más de 1,600 accionistas los que han suscrito sus inversiones con Banco Azul, que de hecho, ha pasado a llamarse Grupo Azul, pues ya incluye Seguros Azul Vida y Seguros Azul Daños y sigue creciendo a medida que avanza la demanda.

Foto EDH/ Lissette Monterrosa

Este número de accionistas se explica porque cada acción nominal del banco tiene un valor de $1, lo que permitió a muchos ser parte de este proyecto financiero.

“Todos nuestros compañeros de trabajo son accionistas”, afirma Araujo.

Banco Azul ya tiene cuatro años de operaciones en el país, un número que a Araujo le enorgullece pues sabe que tomó la mejor decisión junto a sus socios a la hora de formar un banco salvadoreño.

Un negocio con grandes retos

Aunque Araujo ha estado inmerso en el mundo de las finanzas desde muy joven, asegura que este mundo financiero siempre presenta retos.

El primero es estar en un sector sumamente supervisado por las autoridades y lleno de requerimientos.

“Somos el sector más vigilado y con medidas estrictas. Por cada dólar que recibimos en depósitos, 23% se va a reservas. En América Latina ese número no supera el 15 %. Estamos muy regulados”, afirma.

Sin embargo, asegura que pese a esas regulaciones, el sector financiero es uno de los más pujantes en la economía nacional y se siente orgulloso de ser impulsor de esta banca 100 % nacional.
“Somos un sector financiero muy competitivo, pero eso nos hace querer ser cada vez mejores en todo”, aseguró.