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Ayer, en la casa de Zoila había dos jóvenes, amigos de Julio, quienes están llegando a ayudar a la octogenaria con algunos quehaceres pero, sobre todo con el propósito de no dejarla sola en estos momentos tan penosos por los que está pasando desde el pasado miércoles, tras indagar que su bisnieto no regresó de su trabajo, que no se encontraba donde la novia o en casa de algún amigo.
Los vecinos más cercanos de Zoila también están llegando a la casa de la octogenaria para mostrarle su solidaridad y compartir las esperanzas de que pronto hayan noticias sobre Julio.
“Él aquí se crió, malas costumbres no tenía; lo único que salió haragán para estudiar”. Así describe Zoila a su bisnieto, mientras hojea las páginas de dos álbumes que contienen fotos de la niñez del joven que lleva cinco días ausente de la casa donde se crío, en un sector pacífico de la colonia Santa Lucía, municipio de Ilopango, al oriente de la capital salvadoreña.
Se iba a pie del trabajo a su casa
Julio tenía entre siete o nueve meses de trabajar ayudando a embolsar las compras de los clientes en un supermercado de Soyapango, según explicaron tanto Zoila como Carolina.
Su turno era de 3:00 de la tarde al cierre, por lo cual llegaba entre las 11:00 y 12:00 de la noche a su vivienda. En la mañana, cuando Zoila se despertaba, Julio dormía.
Para regresar pagaba uno o dos dólares a un compañero de trabajo que tenía un microbús.
Sin embargo, en las últimas semanas, a raíz de que al compañero se le arruinó el vehículo, Julio tenía que ingeniárselas para regresar a su vivienda.
Tanto Zoila como Cristina coincidieron en decir que algunas veces se iba a pie desde el supermercado hasta la colonia Santa Lucía.
Para ambas, esa actitud de Julio era temeraria, tomando en cuenta que en el trayecto mencionado el joven tenía que caminar por territorios con presencia de la pandilla 18 y Mara Salvatrucha (MS-13), ésta última con presencia en la colonia Santa Lucía.
“Yo le decía que no hiciera eso, que mejor pagara unos tres o cuatro dólares (por servicio de taxi) pero él era confiado porque decía que muchos lo conocían y que él no andaba metido en ningún problema”, comenta la bisabuela.
“Lo raro es que salió a una hora que todavía podría agarrar bus”, dice Zoila.
Datos y cifras
2,993
Personas desaparecidas registra la Fiscalía General de la República del 1 de enero al 29 de noviembre. En el mismo período de 2018 hubo 3,247.
Los policías de la colonia lo conocían bien y sabían que cuando lo miraban caminando a la medianoche era porque regresaba de su trabajo hacia la casa. Julio no tenía reparos en que los policías o soldados le revisaran el teléfono, algo que ya no hacían, después de cerciorarse de que el joven no andaba nada alusivo a pandillas u otras cosas que indicaran que andaba en malos pasos, dice la abuela.
Sin embargo, por la hora que salió de trabajar el martes anterior, tanto madre como bisabuela descartan que Julio se haya ido caminando hasta su casa.
A la hora que salió de trabajar, según han constatado ya las autoridades, todavía había transporte público hasta el bulevar del Ejército y de éste hacia la colonia Santa Lucía.
El día que desapareció, Julio vestía pantalón negro y una guayabera blanca, el uniforme de quienes trabajan empacando mercadería en los supermercados.
Siempre andaba una mochila y un viejo teléfono de baja gama cuyo precio no sobrepasa los 40 dólares.
Iba a ser padre
Hace pocos días Julio llegó emocionado a su casa, contándole a su bisabuela que iba a ser padre, pues había acompañado a Emely a hacerse una ultrasonografía y vio cuando el bebé se movió; ella tiene poco más de cuatro meses de embarazo.
Carolina da por descartado que su hijo haya desaparecido por el hecho de haber embarazado a la novia.
La relación entre ambos pasaba por un buen momento y su madre asegura que Julio no desaparecería para evadir la responsabilidad del embarazo.
Émely, la novia, ha dicho a la familia de Julio que aquel martes en la noche lo vio. Zoila también afirmó que su bisnieto le había dicho que aquel día no vería a su novia, quien vive en una colonia al sur de Soyapango.
El sábado en la mañana, Zoila tuvo una leve esperanza de encontrar a su bisnieto, cuando le avisaron que en la zona de Los Chorros habían encontrado el cadáver de un joven, pero eso se esfumó cuando le preguntaron si Julio tenía tatuajes.
“Él no tenía tatuajes, yo lo miraba cuando salía del baño, su cuerpo estaba limpio y nunca me comentó que se tatuaría”, indicó Zoila.
Entre el 1 de enero y el 29 de noviembre de este año, la Fiscalía General ha recibido la denuncia de 2,993 personas desaparecidas, lo cual representa una disminución de 254 en relación con el período anterior, donde que se registraron 3,247.
La Fiscalía General también ha dicho reiteradamente que cada día desaparece un promedio de ocho personas.