Paulina abrazó a su mamá, y le entregó la medalla de oro. Foto EDH/ David Martínez
Su satisfecha madre la tomó en sus manos, con sonrisa plena, y la mordió. La alegría del momento las completó. “Ella es un orgullo. Su esfuerzo y esa medalla son para El Salvador”, manifestó De Zamora.
Esos instantes eran solo el principio de lo que le faltaba a Paulina, esa tarde. La medallista dorada comenzó a recibir el agasajo de los presentes. Las fotografías no pararon. Y los brazos alzados de campeona, y su propio grito de “¡El Salvador, El Salvador!” contagiaba a todos.
Lo inesperado para Nina fue festejar por lo alto, literalmente, su triunfo y el del país. Alzaron a la chica dorada en hombros como la reina de América que es, para ser felicitada por todos a quienes les mostró su metal, su mejor sonrisa y su brazo cruzado como campeona.
Fue un instante de adrenalina para la atleta, quien en todo momento se mostró contenta. “No me esperaba algo tan grande (el recibimiento). Abrumada. Emocionada. Conmovida. No hay palabras, creo que no se puede poner en palabras”.
Qué sensaciones tuvo al ver a su mamá y a su familia, reconoció: “Mi mamá se lo merece más que yo, incluso, porque ella ha sido mi apoyo más grande desde los cinco años que soy gimnasta. Ella ha sido la persona que me ha apoyado más que nadie y esa medalla es de todo El Salvador, pero yo le digo a mi mami: ‘¡Esta medalla es para vos!’.
La medallista, quien reiteró que “fue un sueño hecho realidad” ganar la presea, contó: “Yo estaba dispuesta a darlo todo por esa medalla de oro. Yo me dije: ‘Dejálo todo por esa competencia en el escenario’. (…) Y cuando vi que era real, lloré cuando escuché las notas del himno nacional. Fue cuando se me hizo chiquitito el corazón”, repitió.
Pero entre las caras que reconoció también la física estaba la de su compañero, y de igual modo campeón en los Panamericanos, Yuri Rodríguez, quien fue a recibirla junto a su novia. Además, no podía faltar el presidente de la Federación de Físicoculturismo, Fabrizzio Hernández. Ambos le externaron su alegría de la vuelta a casa.
“Estamos contentos, nuestra fiesta sigue. Ahorita comienza la vida en El Salvador de Paulina, después de la medalla. Todo mundo la está esperando. Me siento orgulloso de ella”, declaró Rodríguez.
“No nos fuimos siendo amigos, solo éramos compañeros. En el aeropuerto (en Lima), me dijo: ‘Yuri, no nos pudimos despedir’. Fue porque nos separaron de lugar. Pero le dije: ‘Nina, nosotros no necesitamos despedirnos porque somos familia, vos ya sos de los míos y yo de los tuyos, así que de ahora en adelante tenemos un vínculo”.
Zamora, antes de retirarse del aeropuerto, tuvo un espacio para mostrar un poco de su talento deportivo. Se detuvo por unos minutos, para mostrar parte de una rutina deportiva en pole, y enseñar de qué está hecha. El aplauso volvió a resonar, por la calidad de trabajo y de lo su formación como atleta.
“Espero seguir evolucionando, seguir creciendo en el deporte, seguir compitiendo en el pole fitness, que es mi otro deporte, y en fitness coreográfico. Estoy súper ambiciosa por seguir creciendo como atleta y seguir aspirando a más medallas para seguirle dando a mi país”
Las fotos siguieron su curso. Las entrevistas también. Las poses. Las selfies. Y su mamá, junto a ella, en cada momento. Listas para la partida, porque en casa, en lo íntimo del hogar, la esperaba otra fiesta. Una más para su corazón de campeona.