Basura sobrepasó la capacidad de la riobarda en el río Grande

La medida ambiental busca reducir la cantidad de plástico y otros desechos en el cauce del río.

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Foto EDH / Marisela ??vila

Por Iliana Ávila

2019-09-11 4:30:12

SAN MIGUEL. Una riobarda de 40 metros de largo fue colocada el pasado fin de semana sobre las riveras del río Grande, entre el caserío Santa Fidelia, cantón la Canoa de San Miguel, y el caserío el Salto del cantón San Pedro, municipio de Chirilagua, ambos del departamento de San Miguel.

Personal del Ministerio de Medio Ambiente y pobladores del caserío Santa Fidelia trabajaron en la obra durante dos días.

Una fuerte corriente, tras las lluvias del lunes en San Miguel, arrastró gran cantidad de desechos sobre el río Grande que superó la capacidad de la riobarda colocada días antes en el afluente. Esto ha provocado que la basura invada los caseríos y cantones de los alrededores.

Manuel Hernández Pérez, miembro de Protección Civil de Santa Fidelia, explicó que el mismo día en que fue colocada la riobarda, acumuló una gran cantidad de desechos plásticos, otro tipo de basura y animales muertos.

El martes por la mañana, las botellas plásticas acumuladas por la riobarda fueron arrastradas por la corriente, debido a que la tormenta en San Miguel, el lunes por noche, incrementó el caudal del río.

“La riobarda da resultado pero si se tiene a alguien que le dé mantenimiento. Tiene que haber una persona que esté sacando todo lo que retiene para que no se acumule y luego la corriente siempre se lo lleve”, expresó Hernández Pérez.

A pocos metros del lugar donde fue colocada la riobarda está el Centro Escolar del caserío El Salto, cantón San Pedro. La maestra Dolores Salmerón se quejó del mal olor causado por un animal muerto, retenido en la riobarda.

“Eso ha acumulado animales que la gente tira y ayer no se soportaba el mal olor. Esto es un foco de contaminación, a la gente de la comunidad El Salto esto no se nos informó; pedimos que se limpie, porque la basura se está quedando detrás del muro de la escuela”, manifestó la docente.

Las “Riobarda challenge El Salvador” forman parte del programa SOS ríos limpios que impulsa el Ministerio de Medio Ambiente.

Hernández Pérez aseguró que personal del Ministerio de Medio Ambiente “vendrían a hacer la limpieza de la riobarda y no vinieron; esta cantidad de plástico pasó la barda y hoy es una poca cantidad de botellas retenidas”, dijo.

A la fecha, el Ministerio de Medio Ambiente ha colocado cinco riobardas; están en la bocana El Tunco, el río Grande, el río Chilama, en la Libertad; el río Grande, en el caserío Santa Fidelia, en San Miguel; y en Usulután, en el cantón Manuel Rafael Lazo, de Puerto Parada.

Además está programado instalar cinco riobardas más en los próximos meses.

El programa SOS ríos limpios y las “Riobarda challenge El Salvador” tienen como objetivo instalar mallas trampas en puntos críticos de los ríos más contaminados del país.

Medio Ambiente explicó que las riobardas son mallas rellenas de botellas plásticas de cierto tamaño colocadas a lo ancho de ríos, con el fin de retener los desechos flotantes que son arrastrados por el caudal. “Posteriormente se podrá extraer el plástico y venderlo a empresas recicladoras”, explicó el titular del MARN, Fernando López, a mediados de julio.

La primera riobarda fue colocada en la bocana de la playa El Tunco, municipio de Tamanique, La Libertad.

El ministro López informó, en esa ocasión, que el 80 % de los ríos salvadoreños están contaminados por diferentes fuentes. Se estima que del total de desechos que se produce en todo el país, unas 380 toneladas no tienen disposición final y parte de estos desechos son arrastrados hacia quebradas y ríos, que luego terminan en el mar, informó Medio Ambiente.

El ministro informó que bajo el programa SOS ríos limpios se impulsará la educación ambiental a través de la cultura del reciclaje, promover la reducción y sustitución de plástico de un solo uso y la extracción y limpieza de desechos en las riberas de seis ríos del país: Grande de San Miguel, Acelhuate, Sucio, Paz, Goascorán y Suquiapa.

Foto EDH / Marisela Ávila