Asilo de Juayúa necesita financiamiento para atender a los adultos mayores

Entre las necesidades se encuentra la contratación de un médico a tiempo completo, ya que los ancianos se enferman con frecuencia.

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Ricardo López (camisa de cuadros), vicepresidente de la asociación, lleva a un anciano a su hora de almuerzo.

Por Cristian Díaz

2020-01-19 4:46:21

Carlos Humberto Zúniga está seguro de que ya estuviera muerto si no lo hubieran llevado hace nueve años al Asilo San Vicente de Paul, ubicado en Juayúa, Sonsonate.

Tres años antes había perdido la visión “de un día para otro”, contó, eso le impidió salir de su humilde vivienda, en el cantón Los Naranjos, para buscar comida ya que vivía solo.

Aunque algunas personas altruistas le regalaban alimentos, no era de todos los días, por lo que cuando fue llevado al asilo presentaba problemas en su sistema digestivo.

Le dieron “purgas” (medicina) para curarlo, contó agradecido. Actualmente presenta problemas de la próstata, debiendo evacuar los líquidos a través de una sonda.

“Aquí me tienen como que fuera hijo de ellos. Desde que he venido no tengo nada de qué quejarme, me atienden más que en ninguna parte. Tengo bastante familia y no me visita, solo un hermano viene cuando se acuerda”, contó el anciano de 82 años.

El octogenario es parte de las 10 personas internas en el orfanato, aunque no es el único grupo al que le tienden la mano.

A diario otras 40 personas llegan para tomar un almuerzo, que generalmente es preparado en el hospicio; pero que en otras ocasiones es donado por personas altruistas ante la falta de recursos económicos del albergue.

Mensualmente requieren de más de $1,000 para ofrecerles una alimentación básica a todos los ancianos; pero al no contar con una ayuda permanente deben de tocar puertas con entidades y particulares para cubrir las necesidades que enfrentan.

La alcaldía les brinda $400 mensuales, que son ocupados para cancelar el salario a tres personas que se turnan durante la semana para cuidar a los ancianos.

Con esfuerzo, a partir de finales de diciembre, comenzaron a pagar $10 diarios a un enfermero, quien estará en el lugar medio tiempo; debido a que los fondos no son suficientes para pagarle un salario por una jornada laboral completa.

Pese a las limitantes, nunca se le niegan un almuerzo a nadie. María Evangelina Ventura, de 82 años, llega al mediodía a almorzar desde hace cuatro años.

Ella tiene familia; pero en más de alguna ocasión le han recriminado por la atención que le brindan.

“Pena da agarrarles una tortilla”, contó la señora.

Usualmente solo hace dos tiempos de comida por la misma situación; aunque ella matiza que “el hambre no la tengo completa”.

Karen Santos llega una vez al mes, desde mediados de 2019, al asilo para llevarles almuerzo. Lo hace en compañía de familiares que viven en el municipio y con el apoyo económico de otra persona allegada que reside en el exterior. En diciembre se les unió el ministerio Pan de Vida, de San Salvador, que les ayudó con víveres para los ancianos.

“Unos están abandonados y otros no tienen un plato de comida en su casa y vienen aquí. Tienen muchas necesidades, como agrandar el asilo (porque) tal vez hay más abuelitos que se pudieran tener; pero no hay suficiente espacio para tenerlos y que estén cómodos. Hay muchas necesidades”, expresó la señora.

José Ricardo López dijo que el lugar es administrado por la Asociación Comunal Pro Casa de Ancianos Señoras de la Caridad San Vicente de Paul; agregó que la lista de necesidades es larga.

El lugar solo cuenta con dos habitaciones donde duermen los ancianos; pero una de ellas tiene una grieta en una de sus paredes; mientras que en la otra, el piso presenta hundimiento, representando peligro para ellos.

“Muchos ancianitos desearían estar en este lugar; pero debido a que ya no tenemos habitaciones, no tenemos lugar donde ellos pudieran estar”, expresó López, quien es el vicepresidente de la asociación.

Dos ancianos duermen en un cuarto improvisado que no tiene puertas ni ventanas.

Los alimentos son preparados con víveres que reciben de personas altruistas. El comedor se ha improvisado en una galera debido a que el que funcionaba tuvo que ser demolido porque quedó dañado en los terremotos del 2001 y representaba un peligro para los ancianos.

En el costado oriente del asilo existe un muro que necesita ser sustituido ya que presenta inclinación hacia un terreno donde turistas estacionan sus vehículos los fines de semana. El temor de la asociación es que este ceda y dañe algún automotor, teniendo que responder por su reparación.