Ari, la joven madre salvadoreña que luchó para graduarse con honores de enfermera en EE.UU.

Esta compatriota migró a Estados Unidos, donde trabajó de limpiar casas, cuidar niños pero no perdió la visión de superarse.

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La compatriota Ari Hernández migró en 2007 y desde entonces se enfocó en trabajar. Su hija, Isabel, es su inspiración para seguir trabajando duro y superarse académicamente. Foto EDH/ cortesía

Por Susana Joma

2019-10-21 5:45:53

Ari Hernández se define como una persona alegre, energética, temperamental y perfeccionista. Sin embargo, esta salvadoreña de 33 años también es muy decidida, algo que la ha llevado, tras muchos sacrificios personales, a superarse académicamente en Estados Unidos.

La joven, quien migró en octubre de 2007 cuando tenía 20 años, se graduó en mayo de este año con honores como licenciada en Ciencias de la Enfermería, de la Adelphi University, de Long Island, Nueva York.

La compatriota Ari Hernández migró en 2007 y desde entonces se enfocó en trabajar. Su hija, Isabel, es su inspiración para seguir trabajando duro y superarse académicamente.

Gracias a las altas calificaciones que obtuvo a lo largo de su carrera este centro de educación privado, uno de los más antiguos de Long Island, le otorgó el Summa Cum Laude, siendo también parte de la Asociación Honorífica de Enfermeras Sigma Theta Tau International; además de pertenecer a la Sociedad de Enfermeras ANA.

Hernández estudió en Adelphi University con una beca que le otorgó la Nassau Community College, una institución educativa pública neoyorquina de donde, en diciembre de 2016, se graduó de la carrera Associate in Arts and Sciences, con un promedio (GPA) de 4.0, el puntaje más alto que puede obtener un estudiante en ese país.

“Durante mi carrera me mantuve todos los semestres en el Dean’s List. Es un reconocimiento que se les da a los alumnos con un promedio alto. Me había costado tanto entrar a la universidad en este país que daba mi cien por ciento en todo”, aseveró vía correo electrónico.

La compatriota, quien nació y creció en San Salvador, manifestó que se casó muy joven y como muchos salvadoreños migró con la ilusión de formar una familia y de estudiar en un país con mejores oportunidades, y si bien se separó de su esposo, en lo sucesivo su hija Isabel, de 7 años, fue una gran motivación para continuar su educación.

“Por mi estatus migratorio no pude comenzar (a estudiar) por muchos años, tenía que trabajar. Comencé a trabajar como cajera, limpiando casas, cuidando niños y adultos mayores”, precisó la ahora ciudadana estadounidense.

“Cuando vine compartíamos un lugar muy pequeño. vivíamos en un sótano con otras siete personas; recuerdo que mantuve mi ropa por meses en mi maleta; dormía en la mitad de un sofá que compartía. Nunca le dije a mis papás cómo vivíamos porque se iban a preocupar. Estoy muy agradecida con las personas que me ayudaron cuando vine a establecerme, a comenzar desde cero”, comentó Ari Hernández.

Según explicó, siempre tuvo buen rendimiento en las aulas desde que vivía en El Salvador, en donde estudió en los colegios Josué, García Flamenco y Luz de Israel, debido a que sus padres, Nahun Hernández y Bessy de Hernández, siempre fueron estrictos con ella y sus dos hermanos.

“Me llena de orgullo poderles dedicar a mis padres este logro académico. También me hace feliz saber que puedo inculcar en mi hija el deseo de superación a pesar de las adversidades”, explicó.
La joven madre detalló que curiosamente cuando era adolescente, y al finalizar el bachillerato en el colegio Luz de Israel, nunca se planteó estudiar nada relacionado con medicina. En aquellos tiempos lo que sí tenía claro era que, como tiene mucha energía y no le gusta estar sentada, no quería nada que tuviera que ver con tareas de oficina.

Fue en aquel país que se decidió a estudiar enfermería porque tuvo un embarazo difícil, así como dos percances de salud que la llevaron a estar hospitalizada en tres ocasiones, y en medio de esas circunstancias no solo apreció el buen trato que le dieron las enfermeras, sino que se dio cuenta de los alcances de esa profesión, y eso la inspiró.

“Me apasiona el cuidado de la salud, me fascina la anatomía y fisiología del cuerpo humano, cuidar al paciente. Muchos me preguntan porqué escogí enfermería y no medicina; la respuesta es que las enfermeras estamos entrenadas muy diferente. Nuestro énfasis es el cuidado del paciente, somos quienes llegamos a conocerlos, a convivir con ellos y sus familias”, citó Ari.

Ella comenzó sacando un curso de asistente de enfermera (CNA): “Estuve unos meses en un asilo de ancianos y llegaba a casa desgastada porque me daba mucha tristeza ver como vivían los ancianos lejos de sus familias y en soledad… Supe que quería continuar mi educación en este gremio, seguirme preparando para poder ayudar más”.

A partir de ahí en los últimos siete años ha trabajado de cuidar adultos mayores y sabe que entre mejor preparada esté tendrá mayores oportunidades de ayudar y brindar cuidados de mejor calidad.

Convertirse en profesional del campo de la salud no le fue fácil, considerando su rol de madre y que todo el tiempo ha trabajado para costearse sus estudios y otros gastos familiares. De acuerdo con sus palabras a ella le tomó siete años estudiar una carrera que normalmente se cursa en cinco, y los primeros tres años lo hizo a medio tiempo.

“Mi tiempo libre es bien limitado hasta la fecha. Organizar mi tiempo ha sido algo que he tenido que aprender porque mi agenda está todos los días apretada”, afirmó.

Aunque lamentó que, debido a lo demandante de su profesión, se ha perdido momentos importantes con su hija (actividades escolares, festividades) sostuvo que el poco tiempo que pasan juntas le encanta verla jugar con “sus peluchitos”.

“Son incontables las veces que lloraba de cansancio y estrés, pero valió la pena”, agregó.

La salvadoreña, quien dijo extrañar a la gente y la gastronomía de su país, como los mangos verdes tronadores, las hojuelas, el pan dulce y las pupusas, en los últimos años ha laborado en una clínica y en los próximos días comenzará a laborar en el área de cardiología de un hospital. “Estoy muy emocionada por esta oportunidad, ya que es lo que siempre había querido”, aseveró.

En sus planes está combinar su trabajo en ambas instituciones y continuar estudiando para obtener una maestría en enfermería, lo que allá se conoce como Nurse Practitioner (nivel avanzado), ya que le gustaría especializares en cuidados intensivos.

“Me siento bendecida. Sin la ayuda de Dios no hubiera podido graduarme. Siento que no he terminado y que estoy lejos de terminar. Siempre he dicho que nunca voy a terminar de estudiar, voy a seguir preparándome. Creo que no hay una edad límite para empezar a prepararse”, aseguró.

En cinco años se visualiza como una Nurse Practitioner que ejerce de forma independiente, y estudiando un doctorado.

Ari dijo que siente una gran satisfacción cuando los pacientes preguntan por ella, sobre todo coterráneos a los que les ha servido de traductora y que se han sentido alegres de recibir atención en su idioma.

“Trabajar en el área de salud no es para cualquiera, es una vocación. Se requiere paciencia, amor, comprensión y no tomar nada personal. Saber que los pacientes están frustrados, enfermos y nuestro deber es brindar el mismo cuidado a todos sin importar raza, religión, estatutos migratorio, estatus económico. En el área de salud todos los pacientes deben ser cuidados con los más altos estándares”, subrayó.

Hernández dijo que le gustaría que en su tierra natal las profesiones del campo de la salud en general, médicos, enfermeras, anestesistas, nutricionistas, fisioterapistas, entre otros, fueran mejor reconocidas, valoradas, pues ella considera que trabajar con pacientes es un reto, porque se trata de brindar cuidados a quienes lo necesitan en su peor momento.

Atendiendo su experiencia, dice: “Nuestros pacientes lloran con nosotros, ríen, les damos buenas noticias, malas noticias, vemos sus avances, sus achaques, somos testigos del sufrimiento y tenemos la oportunidad de estar ahí, ser de ayuda, llevar apoyo, tomar su mano, llorar con ellos, educar, abrazar a sus familiares”.