Asilos seguirán sin recibir visitas para prevenir contagios de COVID-19

Dos de tres sitios consultados informaron que permitirán visitas hasta que el riesgo de contagio sea mínimo. El otro asilo permitirá que parientes vean a sus ancianos por lapsos cortos y con medidas de bioseguridad

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Foto EDH / Archivo

Por Cristian Díaz

2020-08-22 4:30:43

Algunos de los asilos que funcionan en el occidente del país permanecerán en cuarentena voluntaria por algunos meses por temor a que las personas de la tercera edad se contagien de COVID-19; otros sitios consultado limitará la visita de sus parientes.

La decisión ha sido tomada por los administradores de cara a la reapertura de las actividades económicas a partir del 24 de agosto.

Los ancianos no han tenido visitas desde marzo pasado, cuando aplicaron las restricciones sanitarias por la pandemia, lo que les ha afectado anímicamente.

La emergencia también perjudicó en la administración de los asilos ya que algunas ayudas que usualmente recibían de altruistas dejaron de llegar.

La directora del Hogar de Ancianos Llanos Magaña, en Ahuachapán, sor Elsa Gloria González, explicó que comenzarán a permitir visitas sólo de familiares a partir de septiembre, debido a que desde marzo los internos no tienen contacto con sus parientes.

Esto ha afectado emocionalmente a las personas de la tercera edad, reconoció la directora del asilo. Este aún no permitirá la visita de grupos que llegaban a compartir con los ancianos.

El tiempo de las visitas de parientes no podrán superar los 20 minutos. Además las personas deberán de pasar por un proceso de higienización de calzado, manos y toma de temperatura.

En todo el tiempo deberán de permanecer con su mascarilla, al igual que el interno. Por ello, la religiosa recomendó que las personas le lleven una mascarilla a su pariente.

Los visitantes, además, solo podrán permanecer en una área cercana al portón principal; es decir que no deberán de recorrer el resto de instalaciones, tal como usualmente ocurría antes de la pandemia.

La religiosa apeló a la responsabilidad de las personas en el sentido de que si visitan el asilo es porque están sanos.

Los empleados se han sometido durante estos meses a procesos de higienización, que incluye cambio de vestimenta que llevan de la calle, para evitar contagios. En el interior se mantienen con mascarillas.

El asilo atiende a 56 personas de la tercera edad; de los cuales a penas diez reciben visitas de parientes.
Mientras que el Asilo San Vicente de Paul, en Juayúa, Sonsonate; y el Hogar de Ancianos Narcisa Castillo, en Santa Ana, no permitirán visitas al público y familiares de los internos.

El primero prevé hacerlo entre octubre y noviembre y el segundo, hasta que la curva de contagios no represente peligro para los internos, señalaron sus administradores.

La superiora del asilo santaneco, sor Abelina de Jesús Henríquez, señaló que “da miedito” que se genere algún contagio sobre todo por la cantidad de internos, que alcanzan las 108 personas; de los cuales 48 son mujeres y 60 hombres. Un 10% de ellos cuenta con parientes y el resto están en calidad de abandono.

El presidente de la Asociación Comunal Pro Casa de Ancianos Señoras de la Caridad San Vicente de Paul, Ricardo Reyes, entidad que administra el asilo de Juayúa, explicó que no tienen programado permitir las visitas de personas porque los ancianos son muy vulnerables, por lo que no los van a exponer a que se contagien con la enfermedad.

Incluso mantienen cerrada la asistencia del comedor, donde 50 personas llegaban a diario a almorzar.

Dichos beneficiarios tienen familiares pero “por no ser carga en el hogar”, optan por llegar al asilo a consumir un tiempo de comida al día.

El asilo tiene a ocho personas de la tercera edad internos. Para evitar posibles contagios, incluso, los trabajadores, dos amas de casa y dos vigilantes, han permanecido en cuarentena con ellos.

Los tres administradores de asilos coincidieron en señalar que la emergencia provocada por la pandemia los ha afectado en el tema administrativo ya que la mayoría de los gastos los realizan con donaciones de personas altruistas. La disminución se ha debido a la situación económica.

En Juayúa bajó en un 60% la ayuda; en Santa Ana, un 15%.

En Ahuachapán, las religiosas deben gastar más de $1,000 al mes para comprar los insumos para la alimentación de los ancianos.